lunes, 6 de febrero de 2012

Errores de apreciación

   Es común suponer que sobre las personas tienen validez las mismas leyes o criterios que se aplican sobre los elementos emergentes de la tecnología.
   Si una persona es vieja, ya es obsoleta; y su contracara: todos los jóvenes forman parte de una nueva serie de fabricación, pertenecen a un modelo más nuevo y por ello son poseedores de novedosas y sorprendentes aptitudes o capacidades.
   Toda esta ilusión tiene cabida en la imaginación de la gente; como si fuera posible en nuestros tiempos modificar los patrones genéticos de los seres humanos, de modo de aumentar o cambiar las capacidades físicas e intelectuales.
   Por ahora, eso es imposible.
   Ante la falta de adaptabilidad manifiesta de la gente mayor para dominar los diversos artículos modernos, que los sucesivos adelantos que la carrera tecnológica les impone, mientras que sus nietos los manejan sin mayor contratiempo, se maravillan todos por lo inteligentes que son ahora los niños.
   Del mismo modo, una creencia generalizada por estos días pretende que, mediante artilugios de la cosmética o de la cirugía, resultaría posible lograr el rejuvenecimiento del cuerpo, y así recuperar la plenitud de sus capacidades, aquellas mismas que el individuo poseía durante su ya lejana juventud.
   Ni una cosa, ni la otra son ciertas y forman parte de estos dos mitos: la evolución del hombre y la juventud eterna.
   El primero de estos pensamientos conlleva el error conceptual de comparar diferentes culturas, en lugar de las capacidades intrínsecas de cada individuo, mientras que la otra creencia sólo es una vana ilusión.
 

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