Con
el enorme optimismo que se alimenta en la inocencia, decidí construir mi propio
barrilete; quería que trepara a lo más alto del cielo.
Me bastaron unas pocos conocimientos sobre el
tema, que obtuve de quienes me rodeaban y que eran -además- la única fuente de
información posible.
La
falta de recursos hizo que solo empleara aquellos materiales que podía
conseguir de manera gratuita, como ser: las cañas huecas para el armazón, que las
proveía el espacio público; algunos trapos viejos que teníamos en casa que,
cortados en tiras y atados a continuación uno del otro, formaban la cola; las
hojas de un periódico, con infinidad de noticias obsoletas; unos cuantos trozos
de hilo de algodón que, unidos, daban la certeza de poder construir y elevar el
barrilete a alturas considerables.
Llevó
bastante tiempo el poder preparar aquella cometa para su vuelo inaugural.
Su
buena cuota de esfuerzo estuvo asociada a todo el proceso, desde la obtención
de los insumos que lo hiciesen posible, hasta el hecho de conseguir que se
elevara a lo alto.
Poco
sabía por ese entonces sobre lo que pasaba en esas alturas; de modo que el
barrilete perdía altura, aun pese a la fatigosa tarea de remontarlo, ejercida
mediante una enérgica entrega de mis brazos; a veces comenzaba a describir
círculos, o ir de allí para allá, sin ton ni son.
Irremediablemente,
como suele suceder en la mayoría de los casos, quedó enganchado en la copa de
un árbol alto y traicionero, donde quedó expuesto como mudo testigo de mi
fracaso, para siempre.
No
sé por qué, justo ahora que hacía un análisis retrospectivo de mi vida, vino a
mi memoria este recuerdo triste.
Ufff A mí me encantaban las cometas, aún hoy día me gustan. Recuerdo una que hicimos mi hermano y yo triangular.
ResponderEliminarQue hermoso recuerdo. ¿Erestú el niño de la foto y es ese el motivo de tu recuerdo?
Besazo
Dolega:
EliminarAunque el relato todo cumple con la premisa de que el escritor debe conocer sobre lo que se escribe, te aclaro que no somos richar y yo; la fotografía la saqué de internet.
conél fuimos a recorrer el barrio para hallar la caña hueca, hasta que encontramos un cañaveral en los fondos de una obra abandonada, a cinco -o seis- cuadras de nuestro domicilio.
Conviene aclarar que la historia del barrilete es una metáfora de la historia de una persona. Si en lugar de hablar de un barrilete hablases de alguien y a la expresión "elevarse hasta el cielo" le asignas el significado de lograr alcanzar el éxito en lo que se ha propuesto como meta de vida, notarás esa dualidad de relatos.
El comenzar con elementos (insumos) gratuitos habla de la superación por medios propios, sin recursos económicos, ni guías, ni padrinazgos; la conducta aérea de la cometa bien podría asimilarse con las peripecias laborales de cualquier hijo de vecina.
Si bien cuando hablo con la gente soy extremadamente sincero, al escribir, con asiduidad empleo como envolura del mensaje una historia trivial.
Besos.
Me hizo pensar en la facilidad que teníamos en nuestra infancia para armar juguetes con cualquier cosa, para inventar de la nada un mundo. Lindo texto, maestro! Inevitablemente me lleva a la letra de Barriletes de Bersuit que habla sobre la infancia también. Saludos en blanco y negro porque así se me figuran mis recuerdos.
ResponderEliminarSandra:
EliminarNo conozco el tema de la Bersuit. Ahora lo buscaré.
Es cierto, de chico solo recibía juguetes el seis de enero, festividad de los Reyes Magos. En Navidad no se acostumbraba hacer un festival de regalos y un engrose de las arcas del comercio.
Es así que fabricábamos un balero con una latita vacía de extracto de carne, o unos intercomunicadores con piolín y dos latas de arvejas, o un trencito con latas vacías de sardinas en aceite.
ni qué decir del zumbador (un péndulo de torsión) que se hacía con un botón grandote (de algún tapado viejo) y un cordel; el yo-yó con dos tapas de frascos de dulce era otra opción...
antes del barrilete estaba el fabricar una "tarasquita", con una hoja de cuaderno e hilo de coser. Con piedras pequeñas tallábamos cubos imperfectos, para jugar al tinenti (o payana).
Jamás, pero jamás de los jamases, le pedíamos unjuguete a nuestros padres, que hacían malabares para darnos lo necesario...
Y sin embargo, éramos los niños más felices del mundo.
Un gran abrazo.
Muy cierto! El lido matic lo miré a través de la vidriera unos cuatro años y cuando me lo regalaron en ocasión extraordinaria por haberme quebrado el cúbito y el radio en tres partes lo ligue y lo cuidaba casi como si fuera de oro. Yo iba a las obras en construcción a buscar piedritas para el tinenti y la mesita para tomar el té era uno de los fuentones de mi nona dado vuelta. Ni hablar de las cosas que fabricábamos como vos decís con lata, cartón y era inmensamente feliz... Beso va!
EliminarHola Arturo, desconocía tu blog, llego a él desde el de un amigo. Me ha encantado tu experiencia infantil con tu barrilete, es de cristal y a traves de lo que cuentas se ve la inocencia y la ilusión que ponemos de niño en las cosas que hacemos, sin importar cuánto nos costase llegar a nuestra idea... Tu barrilete debió ser muy lindo, penita que se quedara en el árbol...
ResponderEliminarUn saludo, y feliz día
Ángeles:
EliminarLa niñez es esa maravillosa etapa donde se aprende mientras con enorme alegría se juega todo el tiempo.
Así lo recuerdo. Era todo un reto lograr que ese barrillete tomase forma y se elevase. El aprendizaje de esa experiencia fue la repetición de esos pasos cada vez que iniciamos algún proyecto nuevo.
Un gran abrazo.
Ángeles:
EliminarDe modo imperdonable se me ha pasado de largo darte la bienvenida a estas páginas, que están abiertas al diálogo y a la amistad.
Otro gran abrazo.
Bueno, Arturo, a mí me ha parecido una historia de la infancia preciosa y tierna. Sí, a pesar de los enganchones del barrilete en los árboles.
ResponderEliminarLuego leo lo de que es un texto-metáfora para hablar de la vida y los éxitos alcanzados de todo tipo de cualquier persona y me pongo a reflexionar.
La vida, querido Arturo, en gran medida depende del individuo pero también hay un gran porcentaje que depende de su entorno, de las posibilidades, de los recursos, de estar allí en el momento adecuado, incluso del destino y de la suerte.
Leo tu entrada y también me pongo a mirar para atrás mi vida y llego hasta el presente. Uf, Arturo, no sé, cambiaría varias cosas si pudiera pero ya hay que admitir el presente y esperar un futuro no demasiado alterado por los acontecimientos.
Puede parecer increíble pero hasta el lugar de nacimiento (zona, región, país), puede marcar, puede cambiar la vida de una persona.
¿Y a ti cómo te fue en esta trayectoria vital? Al menos, amigo Arturo, estamos aquí y lo podemos contar.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Mos:
EliminarLa etapa de la infancia es el campo introductorio a las complejidades de la vida. El hecho de que se aprenda de un modo lúdico, no quita que la metodología se encuadre en las generales de la ley.
La sociedad española y la latinoamericana, en general siguen patrones comunes, con los lógicos matices que les da cada localidad. Eso nos hace ser bastantes similares en el rubro cultural. Se puede decir que Cervantes nos pertenece a ambos.
En mi caso particular, que me crié en la misma casa donde vivían mis abuelos asturianos, la similitud tiende a ser un poco mayor que para el resto de los americanos.
Si volviese a vivir y tuviera la oportunidad de rehacer mi vida, no creo que debiera cambiar muchas cosas; se exceptuarían unas muy pocas, que considero yerros debidos a la inmadurez. A grandes trazos, pocos podrían notar alguna diferencia con lo que he vivido. Estoy convencido de que aquello que me causa desdicha no hay modo de evitarlo, ya que está más allá de mi capacidad de modificarlo. Por supuesto que es un ejercicio vano, pues el pasado no se cambia.
Un gran abrazo.
Pues fíjate, Arturo, que yo a las cometas o barriletes les tengo un cariño enorme, porque siendo yo muy canija miraba como mi hermano, algo mayor que yo, las volaba con mucho ánimo y entusiasmo. Costaba mucho hacerlas, pero era un placer construirlas con él. El día que perdí a mi hermano (mi inseparable compañero de juegos) todas las comentas se quedaron enganchadas en los árboles, como mudos testigos de tiempos hermosos y felices.
ResponderEliminarSiguiendo con las metáforas: una comenta exige esfuerzo, ilusión empeño, la volamos con esperanza de que se eleve, disfrutamos del empeño, mas si luego se engancha de manera irreversible en las ramas de un árbol, al menos nos quedará la satisfacción de haberlo intentado. Pero nunca dejemos de construirlas.
Valla rollo que que te he metido, mi amigo. Un abrazo grande.
Ángela:
EliminarMuy bonito tu recuerdo junto a tu hermano, es seguro que así es como él hubiera querido ser referido.
Coincido con tus conclusiones: seguimos volando cometas todo el tiempo, algunas se cuelgan, otras sacían nuestros deseos.
Al final, iniciamos la construcción de otra nueva.
Mujer, que lo tuyo no es un rollo, es un corazón que se enternece con el recuerdo de un ser querido. Si estos comentarios no sirviesen para dar cabida a estas situaciones, me preguntaría qué razón les asistiría para existir.
Vaya también un abrazo, de los que contienen.
Es un texto precioso, Arturo, lleno de nostalgia, dulzura y con un trasfondo de reflexión que me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarYa desde niños la vida se encarga de tirarnos los sueños por los suelos (o, en este caso, encima de una árbol que desgarra la cometa) y aprendemos bien pronto la lección. Como tú, como la inmensa mayoría, construimos nuestro mundo con la información de la que disponemos, aquella a la que podemos acceder con nuestros medios, calibramos, confiamos... A veces, las cosas salen bien; a veces, mal. La vida y sus vaivenes, una de cal y otra de arena.
Un abrazo enorme, querido Arturo.
Isabel:
EliminarMe da mucho gusto el que la lectura del texto te haya agradado. Sobre todo, porque fue una idea que surgió de repente, desde la nada y que en solo media hora se convirtió en un post.
Las incertidumbres que citas es lo que da sentido a la vida.
Según tengo entendido, el Gobierno Nacional ha cerrado nuevamente la importación de libros, es el resultado de una pésima y corrupta administración, que favorece la ignorancia y la sojuzgación del ciudadano. Esto me impide hacerme de tu libro de cuentos. Pese a ello y como buen lector del género, no pierdo las esperanzas de que cambie esta política.
Un gran abrazo, más una sonrisa.
Si,esos años que nos haces recordar con cierta nostalgia,eran años donde con poquito nos conformábamos y nos hacia una gran ilusión cualquier cosa aún carente de medios conseguiamos realizar.
ResponderEliminarSaludos
José:
EliminarCasi estaría seguro que de niño uno sí sabe aprovechar su tiempo. No creo que haya otro momento de la vida en el que uno haya dedicado tantas horas al placer lúdico, a las risas, al vuelo de la imaginación, a todas las cosas que dan felicidad.
Saludos cordiales.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces, ahora los niños con tanta maquinita están perdiendo hasta la imaginación. Antes se jugaba mucho más con menos juguetes además los creábamos nosotros con la imaginación, y era algo maravilloso y se disfrutaba más intensamente que ahora que todo lo tienen.
ResponderEliminarMe ha encantado tu texto en el que has compartido una parte de tu niñez, y me has hecho retroceder en el tiempo hasta llegar a mi infancia y sentir nostalgia de aquel tiempo pasado, para darme cuenta de lo feliz que era con tan pocas cosas.
Mi admiración por tu manera de transmitir y un beso.
María:
EliminarTu sensibilidad va mucho más allá de tus poemas.
No es de extrañar que por tal razón todos te tomemos afecto.
Quisiera agregar que de chico también jugaba con las niñas. Esas actividades consistían en jugar a la mancha, o a las escondidas, o al martín pescador (¿me dejará pasar?).
Las adivinanzas y el "veo, veo. ¿Qué ves?" eran los juegos calmos.
Los rítmicos "osofete colorete" o el "pisa pisuela, color de ciruela" o el "ta-te-tí, suerte para mí" se empleaban -indistintamente- para seleccionar a los jugadores de cada equipo.
Tan lejos en el calendario y tan cerca en la mente...
Tus palabras son bien apreciadas.
Un beso.
Hola Arturo, me temo que ahora le dices a un niño que se haga una cometa y lo mas cerca que te manda es a la luna:), ahora ya no es lo mismo que antes que se hacían juguetes con algunas de las pocas cosas que teníamos a mano y que gusto daba cuando se veían terminadas, una espada de un simple palo, una capa de un trapejo viejo que le robábamos a las madres, una pelota de un bote viejo y así muchas cosas verdad amigo?, y como se disfrutaba entonces de todo, no como ahora que ya lo tienen todo echo y a mano.
ResponderEliminarPero yo no lo vería ni lo veo como recuerdos tristes, sino como recuerdos bonitos que disfrutamos muchísimo en su momento y eso si, que no volverán:), con esta entrada también has conseguido que vuelvan algunos recuerdos de nuestra niñez, gracias.
Besos.
Piruja:
EliminarLa televisión de antes casi no tenía programación infantil.
Los muy escasos programas que había, en los diferentes cinco canales, solo publicitaban alguna cocoa, galletitas o golosinas.
En la actualidad, hay entre cinco y seis canales exclusivos de contenidos infantiles (la mayoría no recomendables) donde las tandas de publicidad les lava el cerebro con infinidad de productos inútiles. Se les induce -descaradamente- al consumo.
En ese ambiente, es difícil que se reiteren las conductas de nuestros tiempos.
Se dice que siempre tenemos guardado al niño que fuimos; por ello, me da una gran satisfacción el que haya conseguido hacer que se despierte el angelito que hay en tí.
Besos.
Besos.
Otra vez rondando el pasado...
ResponderEliminarMira que eres amigo, que lindo era crear con nada aquellos juguetes que nuestra imaginación daba vida.
Cuanta latas se convirtieron en autos camiones y trenes, la tierra nos cobijaba pegándose en nuestras rodillas y ropa, recuerdo los caminos en el patio de casa, y cuando el gato rompía mi arquitectura, todo era vida hasta que mamá me llamaba para el baño, la leche o los deberes.
No era práctico para fabricar barriletes, un gran problema era el engrudo que preparaba sin cocinar, recordarás que le decían "pachuzo" al barrilete mal confeccionado que era imposible de remontar, calculo que los míos nunca subieron más allá de unos pocos metros de piolín, eran tiempos duros, una hoja de diario, las más de las veces cañas verdes desprolijamente cortadas e hilos de diferentes medidas añadidos para tratar de armarlo.
Eso sí, la ilusión de niño intacta, hoy después de tantas décadas me invade la nostalgia.
Me quedo recordando, mientras te dejo un fuerte abrazo amigo.
Luis:
EliminarPese a todo lo que se pudiera argumentar en contrario, no hay dudas de nuestra felicidad durante la niñez.
Al ingresar a la escuela descubrimos que los buenos sentimientos debían cultivarse; allí no se prolongaba el amor del hogar o la familia. Nadie estaba obligado a ser tu amigo.
Aprendimos los rudimentos de las relaciones humanas.
Un gran abrazo.
No sé porqué ver barriletes al viento me da nostalgia, quizás por que nunca lo disfruté a plenitud cuando jugaba con mis hermanos. Los recuerdos de la niñez son los más hermosos, elocuentes y plenos, pero siempre hay pequeños agujeros por donde se cuela la nostalgia.
ResponderEliminarHermoso relato Arturo, muy tierno.
Abrazos cálidos para ti y buen domingo.
Genessis:
EliminarQuizá los barriletes en sí mismos no fuesen nada y lo único valioso fuera la experiencia compartida con tus hermanos.
Tal vez hubieses querido tener durante la piola de la cometa en tus manitos, para remontar y hacer piruetas aéreas con el barrilete.
O enviar las cartas a los Reyes Magos, mediante esos papeles, que se perforaban en su centro, por donde se hacía pasar el hilo, de modo que se elevasen hasta la altura del ingenio volador.
Estar al aire libre, sin obligación ni horario reconocido, no deja de ser otra de las cosas perdidas que se añoran.
Que finalices muy bien este día.
Te envío un abrazo de domingo: tranquilo y sonriente.
Era un etapa en la niñez donde creábamos de la nada desarrollando nuestra creatividad. En mi pais natal le decimos chichigua (cometa). Siempre soñé con volar una; pero en aquellos tiempos era cosas de 'varones'. Bello relato con moraleja y todo!
ResponderEliminarun abraxo!
Marilyn:
EliminarEso ya no es así. Por caso, hará como quince años atrás, le compré una cometa a mi hija de cuatro o cinco años (industrializada, claro).
Íbamos a la costa del Río de la Plata, donde se la remontaba; luego, le pasaba el piolín, de modo que disfrutara con manejar el vuelo.
Un gran abrazo.
Infinitas gracias querido y admirado amigo por concedernos el privilegio de ser participes de tus bellos y nostálgicos recuerdos de infancia y hacernos volver la vista atrás para recordarnos de los nuestros. Miles de besinos de esta amiga que te desea con inmenso cariño feliz inicio de semana.
ResponderEliminarOzna-ozna:
EliminarEl que debe dar las gracias soy yo, por tus palabras tan hermosas y tu dulce manera de expresarte.
Espero que también hayan sido bellos tus recuerdos.
Besos, para mi amiga asturiana.
ARTURO,recuerdo las veces cuando a mis hijos le decía- apagá esa computadora ,dejá de jugar a los videos y salí a la calle a remontar un barrilete- ellos no entendían nada, no sabían lo que se perdían.
ResponderEliminarMi niñéz fué hermosa, nunca me aburria, vivía en la calle jugando todo el tiempo y los domingos todo el preparativo para confeccionar y remontar el barrilete, con cañas "robadas" de algún campito de la zona, papel de diarios y para la cola restos de sábanas viejas.
y piolín,
había muchos modelos: cometa.cajón araña, estrella etc
gracias Arturo,por tu aporte
Meryross:
EliminarLo curioso es que cada juego tenía su época del año.
Es así que los barriletes solo se daban en el otoño, cuando soplaban vientos no tan fríos; cazar mariposas, mediante una pequeña rama de paraíso despojada de sus hojas, era una actividad veraniega; en junio era el momento de las fogatas de San Pedro y San Pablo (obvio); el Carnaval y sus juegos de agua, en fecha incierta del verano; el invierno llegaba con el juego de las figuritas, o de las bolitas (canicas), o el tinenti (payana). En las tardes del verano, se jugaba con las niñas, ya fuera a la mancha, o a las escondidas, o a cualquier otro juego "suave".
A lo único que se jugaba todos los días, era a la pelota...
Un gran abrazo.
Arturo.
Fijate yo jamás hubiese pensado en que aquella cometa atrapada era un fracaso, sino una muestra de tu determinación.
ResponderEliminarUn beso
Pilar:
EliminarGracias por el reconocimiento. Quizás sí represente el tesón con el que se encaraba una empresa.
No faltaba el entusiasmo ni el optimismo. Lástima que la realidad siempre nos puso el límite a los sueños.
Besos.
Una vez a con mis hermanos hicimos uno, dibujamos El Principito para que visitara el cielo, era un concurso de barriletes, fue elegido primero, pero a la hora de volar no anduvo (pues la cola le quitaba belleza).
ResponderEliminarLuego, ya en el campo le agregamos la que necesitaba, jamás tuvimos otro barrilete que volase más alto y nos durara tanto.
Cosas que me traes con tu relato, Arturo.
Alicia:
EliminarMuy buena anécdota, que pone de manifiesto que la belleza de lo ideal debe dejar paso a la fealdad de lo real.
Probablemente, en el campo soplase un viento más fuerte que en el poblado.
Casi siempre, las cometas se rompían en un nudo traidor de la caña hueca del armazón, o el papel barrilete se resecaba y se tornaba muy frágil y quebradizo.
Nada es eterno.
Un gran abrazo.
¡Qué bonito es construir una ilusión y esperar luego que vuele! lástima que algunas veces las ráfagas de viento que la vida envía, las hieren o mas matan. Yo no me puedo quejar, y te diré que viendo el resultado de algunos vuelos, pienso que no lo he hecho tan mal.
ResponderEliminarUn bello texto para reflexionar a fondo.
Te dejo un beso enorme querido Arturo.
Teresa:
EliminarSupongo que somos un tipo de persona que tiene potencialidades en ciertas áreas del quehacer humano.
Algunos se desenvuelven sin problemas con lo que les dio Natura, pero otros han desarrollado esas aptitudes y logran que todos los aprecien.
Los desdichados que carecen de aptitudes, nunca las pueden imitar...
Según dice el Martín Fierro: "al que nace barrigón, es al ñudo que lo fajen".
Lo importante de este relato es mostrar la alegría con la que se debe ganar la experiencia.
Besos, querida amiga.
Si te sirve de consuelo yo jamás he sabido hacer volar una cometa, torpe que es una, en fin
ResponderEliminarUn besote
40añera:
EliminarSi te sirve de aprendizaje, te comento que cuando elevaba la cometa de mi hijita, lo hacía en la orilla del Río de la Plata, donde el viento es notable y es casi imposible no remontar un barrilete.
En un parque, rodeado de edificios altos y de árboles inmensos, será difícil hallar corrientes de aire que faciliten la tarea.
Ya lo ves: más vale maña que fuerza...
Besos.
Sucede más de lo que pensamos Arturo, esos recuerdos de la infancia regresan cuando nos pensamos en retrospectiva.
ResponderEliminarMuy buen tema,
Saludos y un placer.
Beatriz:
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Eres bienvenida a este espacio.
Coincido contigo en que cada vez que reflexionamos lo hacemos sobre la base de hechos del pasado.
Se podría decir que las acciones transcurridas durante la infancia se recuerdan desde la inocencia del niño que aun vive dentro nuestro y se analizan por medio del adulto experimentado que somos. De allí que saquemos nuevas conclusiones, que surgen del aprendizaje que tuvimos a lo largo de la vida.
Por desgracia, el pensamiento "con lo que se ahora, lo hubiera hecho de otro modo" no aplica al pasado...
Saludos cordiales y el placer es mío.