lunes, 14 de mayo de 2012

Sangre

Esa mujer me hiere y lo hace con minuciosidad, sin remordimiento alguno.
La sangre sale de mí, lo veo.
Otros, en mi situación, sufren: no pueden soportarlo.
Hasta se podría suponer que siente satisfacción si la herida que me causa tiene el resultado que ella espera; luego, repite su acción.
Yo trato de no pensar en aquello que me hace, pretendo ignorar su accionar.
A veces la veo nerviosa, tiembla. Y eso me preocupa.
Al fin y al cabo, todo es culpa mía. Ella no tiene opciones. Yo tampoco.
Es entonces cuando supongo que es cierto aquello de que: “lo que no me mata me hace más fuerte”.
Esa mujer no me hace ningún mal; en verdad, no la puedo odiar por ello. De hecho, siempre es amable conmigo. Incluso, me sonríe.
Es solo otra sesión de hemodiálisis.
     

12 comentarios:

  1. Impecable Arturo, no se puede decir más, muy sutil.
    Un abrazo.

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    1. Luis:
      Hace muy bien desdramatizar y sacar los fantasmas de adentro.
      Un abrazo.

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  2. La relación entre enfermera y paciente en este tipo de sesiones creo que tiene que ser muy especial, y la amabilidad es una cualidad que se debería valorar, ya que en algunas persona sometidas a estos tratamientos es frecuente que no tengan la autoestima muy elevada, y el saber que el profesional que está a su lado en esos momentos es una persona con empatía y atento, ayuda bastante. Estupenda narración.

    Besos Arturo.

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    1. Teresa:
      En ese lugar había de todo. Desde gente que lloraba y suplicaba a oros que contaban anécdotas y chistes graciosos. Tema recurrente los atracones de comida. Tema obligado: la serie de padecimientops físicos sufridos o vigentes.
      Risas,lágrimas, igual que en la vida normal.
      Un agrazo con ambos brazos liberados.

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  3. Muy bueno Arturo, me encantó, veo que tienes talento para los micro relatos con toque humorístico, besos al alma gaviota...

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    1. Paula:
      En ese ambiente lo que más ayuda es el humor (y un minutero que corra lo más rápido posible), así se podrálograr que las cuatro horas vuelen.
      Un abrazo sin heridas.

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  4. Oye, al menos sonreía, que las hay que... Muy simpático, Arturo, cortito y sin perder tu toque personal. Me gustó. Un abrazo, amigo.

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    1. Fernando:
      Es la única manera de soportar tales situaciones límites. Una vez, estábamos de charla y un viejito, ubicado en un sillón opuesto a nosotros, con la cara cual jugador de póker, levantaba su mano libre, tal como si nos saludara. Junto con Atilio le dijimos:
      - Hola, ¿como le va?, y le sonreímos.
      Y, sin más, seguimos con nuestras anécdotas y charlas triviales.
      Al rato, una de las técnicas lo fue a socorrer, pues se estaba desplazando por el sillón camino al piso, casi desfalleciente. Cada vez que lo recordábamos, nos reíamos: el pobre no saludaba... ¡Nos pedía socorro!
      Un abrazo.

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  5. Muy bueno el relato y aún mejor la sesión donde te dan la vida y el corazón.

    Gracias por tú gentil visita, donde algunas veces no me apiado de mis queridos seguidores, y a los pobres los convierto en grandes sufridores con lo que tienen que leer.

    Saludos.

    P.D.Seguiré tú consjo y escucharé el tango recomendado

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    1. José:
      Ante todo, muchas gracias por tus palabras. Respecto a que somos sufridores, no es así, la explicación es sencilla: nadie va al blog que no le agrada. De modo que, siéntete más libre y acompañado que nunca en tu vida, que acá no hay soledades, solo gente que quiere resaltar ciertos estados de ánimo, por un lado y gente que apoya con el corazón, en el resto del espacio.
      Si tengo que hablar por mi experiencia, en la diversidad encontré la mayor riqueza y fortaleza posibles. Este lugar es un bálsamo curativo (y no hablo de mi blog, por supuesto).
      Un abrazo, José.

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  6. Bueno Arturo, sabemos que estar un buen rato dentro del hospital da como para hacer un buen relato y como para contar muchas anécdotas.
    O para darse cuenta de lo hermosa y efímera que es la vida y la salud.
    Un abrazo enorme, amigo mio.

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    1. Muchas gracias, Ángela.
      Aunque he de decir que comencé a volcar mis pensamientos, en textos variados, luego de dejar aquel lugar.
      La óptica ya era muy diferente, luego de tales experiencias.
      Quizás por ello, sé apreciar la belleza de la vida.
      Te retribuyo el abrazo de igual manera e intensidad.

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