Con
suma facilidad se confunde la gente.
Al
adquirir su vehículo, se enorgullece de su posesión: ahora él no sufrirá el tener
que caminar leguas, como sus ancestros, ni llenarse de polvo en los caminos
como ellos cada vez que pasaba a su lado el carruaje de un poderoso. Aunque se desvive
de envidia al ver el auto deportivo e inalcanzable de un rico.
He
visto al más pobre trabajador pensar que le cabe el derecho de comportarse como
si fuera un príncipe.
Su
ilusión no es fruto de una imaginación prodigiosa, sino mas bien el resultado
de una realidad falsa, inducida por quienes sí viven como príncipes. Estos personajes pues
cuentan con los recursos necesarios para ello, fruto de que acaparan la riqueza
económica que produce la humanidad.
En
ese afán por intentar llevar una vida de noble, nuestro príncipe obrero se ve
obligado a adquirir mobiliario y enseres de utilería. Como es inducido siempre a
cambiarlos con premura, por otros más novedosos y modernos, no llega a reparar en la mala calidad de aquellos productos que había adquirido
con anterioridad; íntimamente cree que se dañaron por el mal uso que les
dispensó.
Los
servicios que recibe y que le hacen creer que disfruta de comodidades propias
de un príncipe, lo tienen a mal traer; ya que —tarde o temprano— toma
conciencia que le resultan onerosos, o que no eran lo que imaginaba o
directamente se topa con la cruda realidad de que no los dispone cuando más los
necesita; en estos casos piensa que la culpa es suya, que debería haber elegido
los servicios de la competencia, que costaban sólo un poco más de dinero,
cuando en realidad todos los prestadores son más de lo mismo.
Las
ropas con las que se viste son cada vez de menor calidad, aunque se las
promocione bajo marcas registradas (que venden la ilusión de la exclusividad), un
típico patrimonio de la gente importante. Lo llamativo de toda esta situación
es que se uniforman millones de personas con esas mismas marcas y modelos “exclusivos”.
Cuando
sale a comer fuera de su casa, adopta una posición de “Gran Señor”. A veces
hasta maltrata a quienes le dan servicio, esquiva dar propinas generosas y
observa con soberbia a su entorno, con aire de suficiencia: está rodeado de
otros príncipes obreros. Allí, en ese ámbito, puede llegar a ingerir cualquier
tipo de engendro, siempre y cuando crea que está frente a una comida foránea de
gran clase, una exquisitez, aunque se trate de un desastroso invento de otro
príncipe obrero, como él: un cocinero inescrupuloso.
Fiat 1500, el sueño del pibe. |
Cada
vez que emite una opinión, por lo general repite lo mismo que escuchó en algún
medio masivo de comunicación o —en su defecto— de boca de otro personaje tal
como él, quien sí tomó la información de aquella fuente.
Al
adquirir algo, por más ínfimo que sea, mirará de reojo a su entorno, en busca
de que lo observe algún otro personaje de su calaña. Si llegase a encontrar a
ese par, tal hecho justificará aquella compra; de más está decir que en la
oportunidad referida se expresará en un tono de voz por lo menos más alto que
el apropiado para la ocasión.
Es
común que, en cualquier reunión de semejantes, al salir al ruedo el tema de la
lectura, sorprenda a todos con que ya leyó el último “best seller”. Jamás les
podría decir que leyó a uno de los clásicos y menos aún a un poeta, excepción
hecha de aquellas obras que pertenezcan a la clase de libros ya citados en
primera instancia, aunque no los entienda en lo más mínimo.
Todo
este panorama llama a risa… o a llanto.
La persona nunca debería estar al servicio de nada o de nadie y sin embargo, eso es lo que hacemos sin que nos obliguen. Siempre anteponiendo lo que llamamos bienestar. Hacemos lo imposible por tener un buen coche, un buen piso, ropa cara… una buena vida… buena no… mejor que la del vecino si puede ser. Nos sacrificamos si es necesario eso sí, sin que se entere el susodicho vecino, para por fin alcanzar esa meta deseada. ¿y luego qué? ¿somo felices? NO porque somos unos inconformistas, siempre queremos más, y así pasamos la vida intentado atesorar bienes materiales o poder que creemos nos dan la felicidad.
ResponderEliminarTodo esto es muy triste. Si todas estas personas mirasen por un instante su vida desde fuera, objetivamente, como meros espectadores… quizá se diesen cuenta que ante el ser humano no se puede anteponer nada, que ellos mismos deben ser la meta., que su desarrollo emocional tiene que estar por encima de cualquiera de estas menudencias… quizá no, SEGURO que ahí encontraban la felicidad.
Este comentario lo colgué precisamente ayer en otro blog que trataba del mismo tema aquí expuesto por ti.
Besos Arturo y buena noche.
Teresa:
EliminarTu comentario es una clara visión del mismo fenómeno, el de la manipulación de masas. Es muy claro y preciso: pone el enfoque en las virtudes que deben regir la conducta de una persona, en contra del egoísmo y el consumismo.
A mí me causa gracia cuando escucho como alguna gente, con cierto desprecio, se burla de los menos afortunados. Y hasta llega a justificar el hecho de que se los explote y menosprecie; mientras, no se da cuenta de que le pasa lo mismo que a ellos, solo que con espejitos de colores más elaborados.
En este entorno maravilloso de personas que es la blogósfera, encuentro que las más variadas motivaciones guían a los creadores de los textos: van desde la queja a la situación general social, económica y política, al tema infinito del amor, a los sueños, o a las penas; todo me hace pensar que lo intelectual es la argamasa que nos une. Por ello, para intentar dar mi punto de vista sobre nuestra sociedad global, es que edité este texto desolador.
No es mi intención sembrar el desaliento, sino hacer una toma de conciencia y -de corresponder- formularse un replanteo de actitudes.
Un saludo y felices sueños, Teresa.
Persona de origen humilde que logra elevarse por sus propios esfuerzos, y que a veces se muestra soberbia
ResponderEliminarNuevo rico
Mote alusivo a la insignificancia y miseria de una persona ´
que según el diccionario del lunfardo se llaman "piojos resucitados! y personajes como estos abundan un montón.
buena noche y bello despertar
Meryross:
EliminarDe todas las víctimas, has mencionado a los más patéticos. Los que menos capacidad tienen de tomar conciencia del juego al que está sometido; claro, lo obnubilan sus tesoros de espejismo. Por lo general es un Fasholeto (ver mi entrada respectiva).
Dulces sueños también para ti, Meryross.
Vaya entrada!!! Mis aplausos! Cuanta verdad, si solo nos dieramos cuenta que de nada sirve la coleccion de cosas materiales para "SER".
ResponderEliminarGracis por tu comentario en mi blog http://cuentosdensueno.blogspot.com referente a lo del pacto con el diablo y el secuestro de obreros ariscos, intersante.
Marilyn:
EliminarCada vez que me he encontrado rodeado de amigos, en una reunión, he tenido una de las experiencias más bellas de mi vida.
Quiero creer que es un sentimiento generalizado.
La auto complacencia, en la soledad de una mente, es una desviación de tal conducta gregaria y es fomentada por el sistema de consumo.
Este texto, es seguro nos habrá contrapuesto con una imagen propia en el espejo de las debilidades. Al encontrarnos inmersos en un medio ambiente no ideal, nos vemos en la constante disyuntiva de actuar de acuerdo a la virtud o a la conveniencia.
Ahí está el arte de cada uno: hacer una elección apropiada.
La entrada en tu blog es decididamente buena, por lo que recomiendo su lectura.
Hasta prontito.
Con tú relato nos estas dando el perfil ya conocido de tiempos inmemorables del ente que no tiene personalidad ninguna, el pobre está con su mente puesta en querer sobresalir sobre el entorno que el creció, pero no sabe, porque no lo mamó y le falta clase y sentimiento humano.Convirtiéndose en gran patán.
ResponderEliminarSaludos.
P.D. Ayer no puede dejar comentarios,Internet fallaba.
José:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
Es así que tenemos mucha gente poco esclarecida. Como dice la letra del tango "Niño bien": "te creés que sos un rana y sos un pobre gil" (o en castellano; te crees que eres muy vivo y en verdad eres un zonzo de lo peor).
Mientras tengan el estómago lleno, compran la ilusión de la riqueza.
Parece que Blogger falla de manera aleatoria. La vez pasada no reconocía las fotografías de los perfiles de los usuarios.
Un abrazo, José.