Desperté y seguía mi travesía,
flotaba -como siempre lo hago- en el aire. Una suave brisa, templada y
agradable acariciaba todo mi ser.
Todo seguía su curso normal:
si observaba hacia arriba vería siempre ese azul celeste del cielo límpido. Por
debajo de mí se divisaba, sin novedad, la irregular superficie del terreno.
También podía observar el
repetido paso de los bólidos encapsulados que esconden a los otros. Me consta
que llevan a otras gentes en su interior, pues como resultado de los varios intentos
que emprendí para tomar contacto con estos ingenios, en algún caso llegué a contactarme
con alguno de sus ocupantes.
Por lo general, viajan
absortos dentro de estas cápsulas; las que en la mayoría de los casos son opacas,
de color negro, una característica que no permite que se visualice su contenido.
He deducido que los ocupantes en estos casos son gente de similar tipo que los
demás, aunque más ciegos.
En tanto que yo puedo viajar
a placer hacia donde más me place, con total libertad de traslación, puedo
notar sin mayor trabajo deductivo que esas cápsulas cilíndricas, rematadas en
sus extremos con sendos casquetes semiesféricos, sólo pueden describir trayectorias
rectas, que bien podrían ser -quizás- curvilíneas (debería averiguarlo un día
de estos).
Observé, sin comprender
demasiado una razón para ello, que estas gentes llevan encima de sus cuerpos
atavíos que los cubren casi por completo, incluso sus rostros. Yo, por mi
parte, sólo oculto aquello de mí que siento más vergonzante, una parte ínfima
que no me atrevo aún a dejarla expuesta.
Cierta vez tuve la
oportunidad de encontrarme frente a una de esas cápsulas que aún no se
encontraba finalizada por completo: la superficie del vehículo todavía no se
había terminado de materializar; de modo que pude cruzar unas poquísimas
palabras con su ocupante. Me respondió únicamente con monosílabos y eludió
mirarme directo a los ojos. A medida que intentaba comunicarme con esta persona,
noté que la superficie de la cápsula se tornaba cada vez más sólida y parecía
que el ocupante se sentía más cómodo cuanto más se endurecía y opacaba esa
cápsula. Al cabo, quedó como las demás que conozco, incluso en ese instante comenzó
a acelerarse. Seguí a su lado por un buen rato hasta que, visto lo inoportuno e
inútil de proseguir en esa actitud, dejé que siguiera sola su derrotero.
Así las veo pasar todo el
tiempo: surcan el espacio cual bólidos inertes.
Sólo una vez tuve la suerte
de toparme con alguien como yo, otro viajante libre de los espacios aéreos. Era
un placer verlo: también viajaba plácidamente, flotaba en el aire, se dirigía
hacia donde más le placía.
Comunicarnos resultó una
experiencia fascinante y de lo más sencilla. En la medida en que más nos
conocíamos, la información que intercambiábamos se volvía más interesante.
Nos trasladamos en compañía
el uno del otro por un largo período de tiempo, no llevé la cuenta de cuánto,
por otra parte ¿para qué hacerlo?
Durante ese período maravilloso
pudimos intercambiar infinidad de experiencias, aprender múltiples astucias
para hallar la respuesta a muchísimas inquietudes; logramos madurez en nuestros
deseos, crecimos intelectualmente y descubrimos la belleza de transitar una
vida en libertad y en amistad.
En un momento determinado,
ambos sentimos el deseo de proseguir nuestras travesías en soledad otra vez,
cada cual por su camino, quizás en un rumbo aleatorio. Y nos despedimos con
gran alegría, pues sabemos que podremos volvernos a reunir, a sola condición de
que ambos lo queramos. Algo que, al fin y al cabo, es la única condición válida
para realizar tal reunión. Nada más simple que eso.
Compartir la travesía está muy bueno. No sé si es necesario que quien/es te acompañen piensen "igual que vos" porque si no, se pierde la sal. El pensamiento uniforme o simbiótico no siempre es lo mejor. "La autopista del sur" de Cortázar y "El túnel" de Sabato, cada uno con estilos textuales completamente diferentes laburan sobre esta idea.(Entre los dos, me quedo con La autopista del sur, cuentazo por lejos).(Seguís sin actualizarte en blog roll, algo habrá en la configuración que me pide que me suscriba a un feed... Es mucho para mí. Entro a leer desde google.) Saludos van!
ResponderEliminarAhora que cambiaste el feed aparecen las entradas y actualizaciones. Gracias por tomarte la molestia de cambiarlo!
EliminarSandra:
ResponderEliminarLo que dije es "alguien como yo", no "otro igual a mí". Aunque la frase llame a equívoco, encierra una profunda diferencia. La similitud entre ambos personajes se da en la libertad y falta de prejuicios que poseen, esto hace que abran sus corazones y no tengan recelo el uno del otro. Es una relación ideal, que supera los bienes materiales e incluso afectivos, está más allá de ellos.
Respecto al Feed, espero que ahora se pueda actualizar el blog roll, pues cambié el feed que poseía el blog (FeedYes) por otro.
Mucho ayudaría que me indiquen si se solucionó el problema.
desde ya, muchas gracias por seguir mis elucubraciones y emitir tus comentarios.
Si es como en esta bendita blogosfera,caminas por las ondas te encuentras semejantes a ti,y nace una dorada amistad hasta que ves como otros terminan también de llegar y ya el tumulto es distinto pues unos piensan de forma distinta,que no te acostumbras a idealizar.
ResponderEliminarGracias por la vista ,sencillamente el comentario genial.
José:
ResponderEliminarEl que busca... encuentra. Nada tan cierto como ello. Por eso abrí este ámbito de expresión, donde puedo volcar pensamientos, opiniones, anécdotas, cuentos y mensajes de comunicación variados. Es, al igual que cualquier blog, una invitación al entretenimiento y a la reflexión. Solo espero que así lo sientan quienes por azar asomen sus narices por aquí.
Sobre tu blog, quiero decir que me agradó mucho, en especial el homenaje a tu amigo Adián. Y las humoradas, también.
Muy buen relato, Arturo. Siempre enfoco la vida como un camino, a veces lo compartes, a veces lo recorres solo, solo incluso cuando hay quien camina a tu lado... Mis felicitaciones.
ResponderEliminarYa pude enlazar tu blog al mío. Si me permites un consejo, yo pondría alguna imagen en los relatos, para destacar algo más el enlace y atraer nuevos lectores a tu blog.
Un abrazo.
Muchas gracias por todo, Fernando.
ResponderEliminarTendré muy en cuenta el tema de las ilustraciones, lo que sucede es que no quiero emplear imágenes ajenas en textos propios. Es por ello que deberé conectar un disco duro portátil que poseo con más material.