Pensar.
Darse cuenta de cómo son las cosas en realidad. Tomar conciencia de la
imposibilidad: no se podrá cambiarlas a placer.
Ante
tal situación, esconderse en uno mismo sería una opción.
Pero,
cual esclavo de la curiosidad, también se podría determinar la utilidad de buscar a otros:
ciertas personas que pudieran ser pares, compañeros de esa búsqueda, para entonces
compartir con ellos las ilusiones y también intentar desarrollar ideas y
teorías descabelladas.
En
tal caso, una pregunta se impone: ¿dónde quedarán los lugares de reunión de esa
gente que piensa?
Quizás una invitación, o un llamado de ayuda. Cada uno lo interpretará a su manera...
ResponderEliminarMe parece que la opción de esconderse de uno mismo sería complicada, cómo esconderte si no puedes separarte. Lo mejor enfrentar lo que haya que enfrentar, unas veces en soledad y otras con otros con quien te puedas comunicar.
ResponderEliminarUn saludo desde mi mar,
Concuerdo con lo que expresas; pero, la necesidad trasciende más allá de uno y sus capacidades.
EliminarSe requiere la búsqueda de alguien con similares inquietudes.
La alegoría "Travesía" (que sucede a este post) intenta mostrar esa búsqueda, aquí apenas bosquejada.
Yashira:
EliminarMe había olvidado de agradecer tu comentario, por ello es que muchas gracias por asomarte a este espacio.
Un saludo desde mi Buenos Aires.
Una reflexión muy interesante.
ResponderEliminares bueno buscar gente con las mismas inquietudes que las nuestras. ¿donde charla la gente que piensa? en los mismos lugares que la que no lo hace. El escenario no cambia, sólo los actores. esconderse dentro de uno mismo es aburrido, mejor buscar con quien hablar. Siempre hay un roto para un descosido, que decía mi madre, que era una señora de sentencias muy certeras.
De momento, para cambiar impresiones nos tienes a nosotros, que todos andamos locos de atar, afortunadamente jaja
Ángela:
ResponderEliminarLa virtud de los dichos es la de decir verdades con cierto humor y picardía. En casa siempre he oído infinidad de refranes y dichos, ya que eran la manera más entretenida de aprender sobre las cuestiones de la vida. Nunca los menosprecio.
Respecto al relato en sí, nos indica la necesidad de una unión sinérgica en pos de pensamientos más elevados y abstractos. Cierta vez, en un curso, nos hablaron de la ventana de exposición, una apertura simbólica dentro de nuestra intimidad, que manejamos a voluntad. Con aquellos que más confianza y aprecio tenemos tendemos a abrir dicha ventana; en cambio, nuestros recelos la cierran a dimensiones mínimas.
El relato intenta encontrar ámbitos donde abrir completamente esa ventana. Quizás, el siguiente post (Travesía) aclare el concepto.
Desde ya te expreso mi agradecimiento por ingresar y comentar en este blog. Aquí todos son bienvenidos y -además- al leer estos post últimos, tendrán una acabada idea del objetivo del mismo.
Me gusta pensar en solitario, para darme cuenta del valor de las cosas, pero también me gusta hacerlo en compañía, intercambiando y compartiendo opiniones con los demás, me gusta conocer la manera que tiene cada uno de ver las cosas... porque cada mirada frente al mundo se ve desde distinto prisma.
ResponderEliminarMe gusta tu blog, y me quedo viendo más entradas.
Un beso.
Aunque pareciera que no nos damos cuenta, la actividad de búsqueda del conocimiento la iniciamos en la niñez, al descubrir el entorno hogareño. Con el paso de los años, el campo de acción lo hemos expandido hasta fronteras inimaginables: sean de este mundo o de las realidades fantásticas, o abstractas.
EliminarMaría: muchas gracias por acercarte a este ámbito de pensamiento y de humor (la única herramienta que nos puede librar, con felicidad, de algunas angustiosas conclusiones).