Autorretrato dibujado por Balbuena. |
Entre quienes comparte sus
días ha sido siempre "El Sapito" Balbuena, el menor entre los hijos
varones de don Atanasio.
Este mote de
"Sapito" le viene de lejos: se lo han impuesto sus hermanos mayores, en
algún temprano momento de su tierna infancia, esos mismos desalmados que
siempre lo han tenido por el “petiso para los mandados”.
El Sapito Balbuena es un
personaje de piel cetrina y cabello lacio y negro, de baja estatura y amplio
tórax; su rostro exhibe siempre una sonrisa amplia, de oreja a oreja. Completan
su fisonomía facial una nariz chata y unos ojos verdes, pequeños y vivaces. Sobre
esta base, no es de extrañar que sus hermanos hubieran elegido un nombre de
batracio para denominarlo. Por otra parte, él jamás esbozó ninguna crítica ante
el apelativo que le habían endilgado.
Los muy canallas se
aprovecharon siempre de él. Lo han tenido de sirviente: “Sapito traéme las
alpargatas”, “Sapito, andate al quiosco a comprarme pitillos”, “Sapito andate a
la esquina a ver si llueve”…
Si quien le pedía que
fuese a comprarle algo era Pepe, el mayor de los Balbuena, el Sapito de
inmediato dejaba de hacer aquello que tuviera entre manos, para satisfacer el pedido.
Como resultado de este
aprendizaje, el Sapito siempre merodeaba alrededor de los demás, solícito y presto
a satisfacer cualquier servicio que le requiriesen, por más leve que pareciera.
Así se crió. Y así quedó
marcado para siempre: el Sapito, aquel que iba a los saltos a cumplir con los
mandados.
No hablaba casi nunca. De
su boca solamente salían frases de agradecimiento o de festejo ante la menor
ocurrencia de quien compartiera un fugaz momento con él.
Eterno satélite de cuanta
persona anduviese sola por allí, jamás se atrevió a molestarlos con interrupciones
ante las diversas chácharas inconsistentes, o simplemente aburridas, con las que
lo atiborraban. Es más, prestaba suma atención a todo lo que escuchaba, cual si
fuesen verdades reveladas.
Como seguidor fiel, se
convertía en la sombra de sus amigos. Les servía de festejante incondicional cuando
contaban cualquier chiste, por burdo o sin gracia que fuera. Si a ese
interlocutor, en cambio, lo aquejaba alguna pena, el Sapito lloraba a la par de
él.
Los fanfarrones se
ufanaban ante él, y el Sapito les creía todo. Y se alegraba de esos supuestos
logros o triunfos de los fabuladores, a tal punto que los felicitaba
efusivamente. Nadie empequeñecía su ego al lado del Sapito.
Como no podía ser de otra
manera, consiguió trabajo en Las Grandes Tiendas, la empresa comercial más
importante del poblado. Su labor: cadete todo servicio. Obvio.
En el cumplimiento de esa
función se encargaba de llevar y traer de todo. Los vendedores de vestimenta
femenina lo utilizaban para que fuese al depósito a buscar prendas de los
talles más inverosímiles, lo mismo hacían los vendedores de calzado, por lo que
el Sapito iba y venía cargado de cajas de zapatos o vestidos de todo tipo y
color.
Al verlo tan diligente,
puso sus ojos en él Sarita, la muchacha de la Sección Embalajes.
Diminuta y feuchita, sus
ojos lo veían como un apuesto y servicial hombre. Quizás esto tuviera su
explicación en la enorme graduación de los cristales de sus gafas.
Lo cierto es que el
Sapito, que sería muy servicial pero nada tonto, enseguida se dio cuenta de que
esa petisita lo miraba constantemente con sus enormes ojos (vistos así por el colosal
aumento de los cristales, claro). Como sucede con todo enamorado, dentro de su
corazón surgió el deseo irrefrenable de estar junto a ella.
De ahí en más, el Sapito
no paraba de llevarle a Sarita, para embalar, aquellos objetos que habían
comprado los clientes, todo con un solo fin: estar cerca de ella.
Pronto Sarita se percató de
que como resultado de esta nueva situación trabajaba como loca y que el Sapito
no le dirigía la palabra. A lo sumo él le dedicaba unas pocas y escuetas órdenes
cada vez que le dejaba una parva de mercadería, para que hiciese su labor.
Ella también era callada.
Y tímida.
Como es bien sabido,
estas actitudes de atracción mutua no pasan desapercibidas para los restantes
empleados de estos lugares.
Ellas comenzaron a
incentivar a Sarita: que se vistiera con un mayor atractivo, que dejase de usar esa
melenita antigua e insulsa, que se pintara los labios y se maquillase los ojos.
Ella les hizo caso en todo, aunque su apariencia no mejorara gran cosa.
Por su parte, los
muchachos de la tienda le decían al Sapito que era un boludo, que la petisa
estaba loca por él y que si no se apuraba, la minita se iba a cansar de esperar
y se la iba a terminar robando “Jopito” Jiménez, el picaflor (un personaje
típico, que nunca falta en esos lugares donde trabajan muchas chicas).
Es así que el Sapito se
animó.
Lo único que se le ocurrió
fue ofrecerse para ayudarla con los embalajes. Le dijo que él podría
facilitarle la labor: “Y que lo haría con mucho gusto”.
Hoy no solo la ayuda con
las labores que ella debería hacer, sino que también lava toda la ropa de la casa, luego
la tiende, más tarde la plancha, a su debida hora cocina, hace las compras, saca
la basura a la calle, lleva los chicos a la escuela y además, como siempre,
sigue como cadete todo servicio en Las Grandes Tiendas.
Hola Arturo, muchas gracias por tus visitas y comentarios en mi blog, sabes que allí tienes tu casa siempre que quieras:)
ResponderEliminarSobre tu articulo siempre pasa lo mismo, que esta digamos el "tontito" de turno y el para que lo acepten hace todo lo que los demás quieren aprovechándose al máximo del pobre Sapito, y luego ya con la mujer, seria tímida, feita y todo lo que sea, pero si que se espabilo para aprovecharse de el, el pobre ya no tuvo el a los hijos por que es imposible si no también los hubiese tenido, es lamentable que se aprovechen de la gente de esta manera pero ha pasado siempre y seguirá pasando.
Un saludo.
Piruja:
EliminarBien puedes ver que enlacé tu blog al mío, de modo de poder ver las novedades en cuanto las publicas. Es un gusto para mí y espero que para todo aquel curioso que pinche en el enlace.
La pregunta que se impone es: ¿cuántas personas como el Sapito conocemos?
Pronto nos daremos cuenta que son más de los que pensábamos, aunque no en el mismo grado que este personaje.
Espero no encontrarme con él al cruzar -desprevenido- algún espejo.
Muchas gracias por tu comentario y solo espero que te agraden las historias y las reflexiones que subo a este blog.
Un texto poblado de diminutivos para una vida en diminutivo. Un buen día, Sapito da un batacAZO y...!!
ResponderEliminarSaludos van, Arturo!
Que cambie es lo que esperaríamos todos, pero el pobre se resiste. Hay veces en que las personas adoptan un rol determinado y a él se aferran con todas sus fuerzas. De tanto en tanto, se plantean con firmeza que van a cambiar. Pero, a los pocos segundos, se ablandan y se olvidan de tales proyectos imposibles.
EliminarUn personaje similar es "El Frutilla", otro casi perdedor, quien puebla mi universo de personajes raros. Está pronto a aparecer...
Como siempre, vaya mi agradecimiento por tu visita y tus comentarios.
Mira que habrán Sapitos por el mundo. Seres serviciales, que nunca han dicho no, ni han puesto mala cara, al contrario han enjugado una lágrima y escuchado al entristecido.
ResponderEliminarImagino que cuando vaya al cielo será el encargado de traer los cafés de nuestro señor.
Un abrazo, Arturo, y quiero que sepas que mi admiración hacia tu escritura crece por momentos. Es un placer leerte. Estás entre mis favoritos, enlazado a mi.
Eso es seguro, el Paraíso debería ser su destino y su tarea el servir al más alto nivel. Ya que para tan bondadosa persona no puede existir otra alternativa.
EliminarDebo agradecer de todo corazón tan dulces palabras hacia mí, un ignoto observador de la vida y la gente.
Tu blog se me presenta casi como una metáfora: despojado de todo adorno exterior, sin colores que distraigan la atención, muestra -en negro sobre blanco- la pureza del mensaje que surge de un alma sensible y bondadosa. Da por seguro que seguiré por allí.
Mis mejores deseos para ti.
Mi respuesta salió como Anónimo. Nada más cierto y a la vez, más falso...
EliminarSaludos Arturo:
ResponderEliminarHa sido muy grato recibir tu visita en mi blog porque me has dado la ocasión de conocer el tuyo que me parece sumamente interesante.
Eres un hombre prolífico y aunque tu blog es joven se ve que tienes mucho que contar, pero lo mejor de todo es la forma en que lo haces, leerte es un placer, es suave, es entretenido, es agradable; y no solo he pasado aquí un rato de lectura delicioso, sino que me has hecho reflexionar sobre las personas que nos rodean, en sus razones para actuar de una u otra manera, en las cosas sencillas de la vida, en los sentimientos. Gracias Arturo, estaré por aquí con frecuencia.
¡Hola Arturo!
ResponderEliminarGracias por tu visita a mi blog y dejarme comentarios. Ahora soy yo la que visita y me encuentro con un sorprendente relato.
En mi opinión hay más sapitas que sapitos. De cualquier manera creo que cada uno, con sus habitos y costumbres, desempeña un rol en la vida,lo importante para mi es que sea elegido, no impuesto.
Un cordial saludo.
Muchas gracias por tu visita y comentario. Tu blog es muy interesante, pues demuestra tu interés por tu mundo, por tu Galicia. Al respecto te comento que mi bisabuelo materno provenía de esas tierras, su nombre era Abelardo Martínez. A él debo también mi existencia, la de mi madre y la de mi abuela, queridas ambas desde siempre.
EliminarMe asomaré a menudo en tu espacio, para estar al tanto de tus inquietudes.
Un saludo.
El agradecido soy yo, pues cada persona que visita mi modesto lugar de expresión me justifica en la temeridad de hacer conocer mi obra. Por eso, cuando recibo injustificados halagos, me siento obligado a dar más de mí, ya que soy muy consciente acerca de la inexperiencia que padezco.
ResponderEliminarNo dudes que estaré de visita en tu blog cada vez que publiques.
Te envío un muy cordial saludo.
Aguante el Sapito!! Me encantó tu dibujito y más el texto (pero yo le leí antes). Te amo papito y que sigas teniendo muchísimo éxito con tu blog.
ResponderEliminarpd: No te escribí con la direccion de mi blog porque me olvidé la contraseña :(
Melisa
¡Muchas gracias Mamina!
EliminarAunque tu comentario sea el más parcial entre todos.
Yo también te quiero mucho.
Un beso, mi amor.
Que bueno Arturo, es la primera ves que te leo, hablas de la inexperiencia, algo que todos compartimos, pero dibujaste un personaje creíble y hasta diría real.Me encantó.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
ResponderEliminarSi bien el personaje es esquemático, bien podemos hallar en él semejanzas con varias personas conocidas.
Sos bienvenido a este rincón de pensamientos, opiniones e historias.
Un saludo cordial.
Me encantó tu relato, pero me entristeció un poco. Dónde nací habia un personaje similar al que le decian "el maco (sapo)Pen Pen" , este tenia las mismas caracteristicas fisicas de "Sapito".
ResponderEliminarLa gente se reia de él y los chicos le rehuian. Por lo menos 'Sapito" pudo encontrar trabajo y tener una familia. Es increible como un apodo puede marcar a una persona para bien o para mal.
Bueno, Marilyn, a muchos nos ha pasado tener que soportar las cargadas y burlas de "los perfectos".
EliminarSolo que cada uno tiene siempre la posibilidad de hacerse valer ante los demás en la escala que a uno le satisfaga.
El Sapito del cuento se conformaba con muy poco, está visto.
Conozco varias historias de personas diferentes, a las que el bajo nivel del entorno los fastidiaba bastante. Lo que no conoceré jamás es la angustia que esta situación les provocaba.
En los últimos veinte años he conocido mucha gente con serios problemas físicos, he compartido su mundo, puedo escribir un libro con esas experiencias. Lo que me lo impide es el dolor de recordarlos, ahora que no están.
Gracias Arturo por tu visita y comentarios, es un placer corresponder visitado tan acogedor espacio. Curiosa y entretenida narración de ”sapito” pero real como la vida misma. Este personaje que tan magistralmente describes existe en el ámbito del trabajo, y en otros ordenes de la vida, persona que a fuer de bueno, se le llamará “tonto”.
ResponderEliminarUn abrazo
Soy yo quien da muchas gracias por la visita y los comentarios.
ResponderEliminarTodos conocemos a estos personajes, está en nosotros el respetarlos o aprovecharnos de su conducta tan servicial.
Respecto a tu blog, ya se sabe, pertenece a esos ámbitos donde se necesita de calma y de tiempo suficiente como para disfrutarlo a pleno, es por ello que lo puse en mi Favoritos para darle visitas apropiadas. Hay otros blogs que, en cambio, son para devorarlos en un trago, pues así han sido concebidos y es lo que el autor espera que hagas.
Desde aquí vaya otro abrazo, de un bisnieto de madrileño (¡Vaya mezcla de sangres la mía: mitad asturiana, y una octava de madrileña, otra de vasca y otra más de gallega!)