Se maravillaba por los
avances obtenidos, analizaba su experiencia en la plenitud de un goce íntimo y
materialista.
La otra persona alcanzaba -apenas-
la calidad de un objeto integrante de un tesoro. Recordó el placer que le
produjo estar en aquella compañía; rememoraba su cercana presencia, el haber
sentido su respiración tenue (solo gracias a la cercanía entre los cuerpos). Se
extasiaba con el recuerdo de la tersura y lozanía de aquella piel, con la
apariencia sedosa de aquellos cabellos que, arreglados para la ocasión, no
habían escapado a su percepción. Y esa mirada...
Se puede decir que a duras
penas había conseguido oír su voz, desfigurada por los gritos y casi inaudible,
por causa de la estruendosa música que envolvía el local bailable.
Le extrañó que, pese a la
charla agradable que mantuvieron, nada relevante sabía. Carecía por completo de algún
indicio que le dijese lo que pasaba por la mente de aquel otro ser.
Además, una sensación de alivio y de curiosidad, le recordó también que la penumbra reinante se había encargado
de desvanecer las facciones de los rostros, tanto las del propio como las de su
acompañante.
Le consolaba la idea de
que aquel atractivo rostro sonriente sería visto nuevamente, a la luz del día y
en un lugar más propicio.
Mañana a la tarde es la cita.
Mañana a la tarde es la cita.
Esta noche no pueden
dormir por la excitación de tan prometedor feliz descubrimiento.
Que emocionante es la primera espera.
ResponderEliminarUn cordial saludo
Vivimos una sucesión de incertidumbres; de ellas, la relatada debe ser una de las más dulces que recordamos.
ResponderEliminarLa ambigüedad -manifiesta y premeditada- en el relato respecto al género del protagonista solo pretende hacer notar que es un sentimiento universal.
Gracias por comentar, Pilar.
Me ha encantado. Me encandiló, sobre todo porque refleja perfectamente esa sensación de ingravidez, de irrealidad, que suele rodear a esos "momentos perfectos". Como no, empiezo a seguir el blog. Mis gracias más sinceras por haber leído el mío y por todos los comentarios. Ver que alguien pueda llegar a interesarse o a "meterse" tanto en mis historias o en mis textos me emocionó mucho y me animó realmente a seguir. En cuanto a lo de la fotografía de la miniatura... no me había parado a pensarlo hasta que leí el comentario. La verdad, no lo hice con intención de esconderme ni nada parecido. Creo que, en el momento de decidir la foto de perfil, quise que en ese blog nadie se parara por un físico, que no me conocieran por mi exterior, sino por mi interior. "Desnudarme" pero por dentro, que es mucho más difícil.
ResponderEliminarMuchas gracias de verdad!
Me alegra mucho que te haya gustado. La intención de este texto es rememorar aquellos tiempos de inocencia y ansiedad.
ResponderEliminarEn estos dos últimos meses navegué por estos espacios y tomé nota de las diferentes motivaciones de los habitantes. Los hay que abren su corazón sin restricciones, nos muestran sus alegrías, sus penas, sus sueños e ilusiones, sin anestesia ni filtro. También están quienes presentan elaborados textos donde -con suerte dispar- intentan explicarnos diversas cuestiones del momento.
Son los primeros los que me interesan sobremanera, pues me hacen sentir parte de su alma, lo que me obliga a dar lo mejor de mí para tratar de dar una alegría a sus corazones (y al mío también, por cierto). Si lees la frase adjunta a mi perfil sabrás cómo soy...
Respecto a la miniatura. La mejor imagen es la que te muestre tal como eres. En mi caso es una imagen de vacaciones, donde me muestro distendido, feliz y... sin rasurarme el rostro.
Muchas gracias por leer mis reflexiones, disfrazadas de historias.