Nuestra existencia se mueve en terrenos
con varios niveles.
Mientras somos pequeños e
inocentes, el amor se nos manifiesta a través de las caricias y muestras de
cariño maternas, o de los restantes miembros de nuestra familia y entorno. Retribuimos tales señales de afecto de
igual manera. Eso nos hace movernos en una superficie plana, que está ligeramente
ondulada, por causa de las reprimendas y castigos recibidos por las travesuras
y desobediencias cometidas.
Al descubrir, a cierta edad, la existencia
de la sexualidad, es que comenzamos a subir una elevación. Una cuesta que -a veces- se transforma en
una montaña escarpada y misteriosa.
Entonces, con optimismo vital intentamos superar
el fatigoso esfuerzo y tratamos de llegar a la cima: la recompensa parece
justificar las penas y lastimaduras recibidas.
Hay quienes se maravillan ante los primeros
resultados. El hecho de alcanzar una llamativa perspectiva, nunca antes
explorada o imaginada, les hace creer que la cima está cerca.
Tal aventura suele ser peligrosa: existen
trampas varias que nos harían caer en barrancos fatales, o podríamos rodar
cuesta abajo, para terminar en el refugio del llano, donde están quienes nos quieren
bien. En este caso, algunos se rinden y quedan allí; otros lo intentan de
nuevo.
Durante ese penoso ascenso pasamos fríos,
sufrimos calores abrasadores, o padecemos lluvias recurrentes; pero, en la
medida en que logramos ascender, aprendemos a superar estas inclemencias.
Nunca debe faltar la astucia y la inteligencia, sea
para vadear los cursos de agua, torrentosos o calmados, o salvar aquellos
abismos, en apariencia imposibles.
Se sabe de gente perdida para siempre en
esos confines traicioneros.
Al llegar a la cima, podremos darnos cuenta
de que se trata de otra superficie casi plana, donde se encuentran similitudes
con el llano inicial.
Es entonces cuando, satisfechos, iniciamos
el descenso, lento y seguro; buscamos la senda fácil: tampoco es cosa de
rodar y perder la vida.
Al llegar al nivel bajo del terreno, otras
manos serán las que nos brindarán similares caricias y muestras de amor, en
lugar de aquellas, las primigenias.
Por último, hay quienes rodearán la montaña
por los bajos, para pasar desde la primera superficie plana hacia la otra, la
final, sin sobresaltos. Se perderán la aventura maravillosa.
Cuando leo los mensajes que envía cualquiera
de los viajeros, puedo llegar a inferir en qué parte de esa travesía se
encuentran.
arturo como siempre escribiendo algo que ayuda y en verdad que me hace pensar.
ResponderEliminarFrank:
EliminarEs una idea loca, que se me puso en la cabeza hará tres o cuatro días. La escribí en lo que canta un gallo y que aun no la analicé con la profundidad que suelo hacer en mis escritos.
Como creo que es una analogía válida para la conducta humana ante el amor, no quise posponer su edición.
Con la ayuda de todos, quizás me convenza a pleno de su certeza.
Un saludo cordial.
Muy bueno el simil de la montaña, Arturo. Y que bueno es rodar montaña abajo, de vez en cuando.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Fernando:
EliminarMuchas gracias por tus conceptos.
Respecto a esa cuestión de rodar montaña abajo, digo: no es bueno, es inevitable.
Un abrazo, y saludos a Roque.
Me ha encantado.
ResponderEliminarCreo que el ideal es la montaña que tiene repechos escabrosos y pequeños llanos para poder tomar resuello. Y así sin apenas darte cuenta llegas a la cima y cuando haces cuentas resulta que te ha compensado.
Un saludo
Dolega:
EliminarTu razonamiento es muy apropiado.
Todos sabemos que, en las cuestiones del amor, nada es lineal y sencillo, que deberemos modificar nuestro andar, con tropiezos y repechadas, que nos dejan experiencia; por supuesto, allí también encontramos esos llanos, oasis de bienestar, que duran lo suficiente como para seguir el aprendizaje, que nos permitirá subir de nivel en ese cerro tan interesante.
Todos alcanzamos una cima, modesta a veces, pero de acuerdo a nuestras posibilidades y deseos. Es seguro que ese punto marcará nuestros mejores momentos en el área del amor.
Será la vejez la que se encargue de hacernos bajar, con rumbo al desapasionado aunque gratificante pie de la montaña, el destino final.
Muchas gracias por tu visita.
Hasta la próxima, anónima Dolega.
Cuando tengo una duda o necesito saber algo ya no consulto a la
ResponderEliminar"Wikipedia"...ahora hago un "CLIC" A LOS "PENSAMIENTOS Y OPINIONES DE ARTURO"
ARTURO gracias por compartir tantos conocimientos
Mery Ross:
EliminarTe debo agradecer tus exagerados comentarios, ya que no considero que sea para tanto.
Podríamos decir que se tratan de experiencias del camino; si entendemos por tales al resultado de la observación, la pregunta y su satisfactoria respuesta (que pudiera no ser cierta).
Muchas veces pienso en lo sencillo que es dar a conocer sus puntos de vista, por supuesto que con algún fundamento, mientras observo a gente muda, que no vierte opinión, ni comenta sus experiencias; mucho menos da consejo alguno. Y me cuesta entenderlos, aunque trato con insistencia en ello.
Pero, cada uno es como le toca ser.
Te hago llegar un cariño especial.
Muy buena tu comparativa. Es verdad que así es la vida con más o menos terreno escarpado, y además pienso que el esfuerzo se puede acrecentar o menguar, dependiendo del calzado que llevemos. La pena es que no siempre nos esperan esas manos al final del descenso.
ResponderEliminarRecibe un beso y pas feliz tarde.
Teresa:
EliminarMuchas gracias por tu opinión aprobatoria.
A lo mejor, al calzado empleado para hacer la travesía se lo podría asemejar a nuestras virtudes o vicios. La persona con dones positivos es posible que fuera mejor apreciada, lo que haría que su ascenso se torne confortable; en cambio, el dueño de un carácter irascible, o de una zoncera manifiesta, pasará las de Caín.
Por último, no todos tienen la suerte de llegar al destino deseado: algunos desbarrancan y mueren, otros se pierden en los laberintos de la montaña, para siempre.
Es interesante, casi como un juego de niños, identificar cuál es el sendero que uno ha transitado. Y hasta diría -maliciosamente-, que sería revelador el ponerse a analizar la suerte de los vecinos.
Te dejo un beso y mis mejores deseos.
Es muy interesante disfrutar una vez y otra vez, y por suerte penar para que podamos hacer la debida comparación con un gran fundamento de causa,y no por lo que nos cuenten.
ResponderEliminarGran reflexion para que puedan hacer un análisis con fundamento de causa.
Saludos
José:
EliminarEn esta vida debemos reflexionar, en vez de sufrir por lo incomprendido, o por lo inevitable.
Al ganar en experiencia, podremos dosificar las angustias en su justa medida: no es lo mismo un cardiólogo que dice: "debo hacerle un by-pass, porque tienes muy mal las coronarias", que otra persona que espeta: "ya cerré, venga mañana..."
Al conocer la pena, sabremos disfrutar con mayor sabiduría cada momento de alegría. Que los hay, seguro. Y muchos.
Saludos.
Hermosa imagen, la vida en un camino y desde el principio al fin, unas manos que te acarician.
ResponderEliminarUn beso
Pilar:
EliminarEs así como lo veo yo, ésa es la búsqueda; no otra fugaz y apasionada, que llega a desgastar o hastiar.
Por allí tenía guardada esta reflexión, que como viene al caso y me has motivado, la publico en este comentario:
"Cuando pienso en una situación reconfortante, la mejor entre todas, entonces pienso en una caricia.
Desde la cuna a la tumba nos acompañarán. Espero que podamos dar tantas como las que recibimos".
Está todo dicho.
Un beso.
Estimado Arturo; considero que mi camino no fue una montaña, fue un sendero al que transite a veces sin contratiempos, otras fue duro, pero porque yo me equivoqué, eso nos ocurre siempre.
ResponderEliminarComo ser humano que soy tropecé muchas veces hasta que ya viejo aprendí. No fue tan escarpado como creí, lástima que no lo viera así.
Igual sigo aprendiendo y equivocándome.
Te dejo un abrazo.
Luis:
EliminarParecería que has tenido la suerte de transitar por una montaña óptima. Lo digo, pues pareciera que recorriste una tan agradable cuesta, que no te has fatigado al subirla y ni has notado los descensos, sino que los asociaste a yerros de senda.
Si tuvieras la buena fortuna de alcanzar la ancianidad (esa segunda niñez), es de esperar que ni te enterases de la transición, ni de haber llegado a la segunda planicie.
Un abrazo.
Ola Arturo,é um prazer para mim estar aqui e compartilhar deste teu excelente texto.Adorei a visitinha que me fizestes.Desejo-te uma ótima semana e deixo aqui meu grande abraço.
ResponderEliminarSuzane:
EliminarBem-vindo a sua chegada. E muito obrigado por suas palavras.
Eu também faço os meus melhores votos. Estou sempre ansioso para suas interpretações de canções bonitas também.
E eu envio um grande abraço pra você.
Vale la analogía! Hay que vivir la vida no tan pendientes del final del camino, no proyectar tanto a futuro y disfrutar el hoy. Aquí la saluda una experta en turismo aventura, trekking y otras yerbas que plantea la vida, siempre quedándome del lado del vaso lleno! Me gusta este texto se see Saludos van!
ResponderEliminarSandra:
EliminarMe encanta que te pongas entre aquellos que vemos siempre el lado bueno de las cosas. Tal posición, que no es negar lo malo, pone la mirada más allá del trago amargo.
Todos sabemos que, por más que nos cuidemos, siempre habrá un riesgo en todo lo emprendido. Pero no dejamos que el temor nos robe las cosas bellas que podemos alcanzar. Que un par de rodillas raspadas, o unos rasguños, no frenen nuestra marcha en busca de la felicidad.
Un adiosito al trote (como si pudiera).
Arturo ahora tengo una nueva dirección de blog, es elibrodepoesia.blogspot.com, la cambié por inconvenientes con el link, espero que puedas ingresar.
ResponderEliminarTe mando un beso inmenso.
Paula:
EliminarYa está funcional. Todos podemos leer tus bellas poesías, con solo dar un click en el vínculo Libro de Poesías.
Un beso.
Me gusta este símil, es un camino que vamos construyendo, solo debemos recorrerlo sin miedos, sabiendo que quien no se arriesga no es libre, abierto a encontrar esas caricias, a recibir y a dar , solo así tendría mas sentido cada paso que demos a través del camino, porque no sabemos cuando será el final.
ResponderEliminarMe encantó leerte.
Un beso
Endless Love:
EliminarComo tu propio Nick indica, la vida es un amor sin final, vivimos para ello.
El riesgo de recorrer estas sendas figuradas, no siempre llanas y seguras, bien se justifica por el amor con el que acompañamos la travesía.
Muchas gracias por tus expresiones; ya sabes que eres bienvenida siempre.
Un beso.