Quiero dejar constancia de mi más grande repudio a
esta injusticia, a la vez hago público el desagravio hacia la figura del doctor
Pedro Rodríguez Munro, aquí presente.
Los que tenemos la dicha (y el honor) de conocerlo
en persona y apreciar sus dotes de hombre instruido, respetuoso y formal, estamos
a su lado y en contra de esos canallas, que lo menosprecian y le hacen daño.
Puedo confiarles a todos, que he tenido la suerte de
haber estado por horas enteras con mis oídos llenos de verdades, mientras escuchaba citas y razonamientos que emanaban de la boca de este excelso profesional.
Sabedores de su inalterable seriedad, que no cae en vergonzosas
risotadas, propias de los menos cultivados, sabemos apreciar su alegría por el tenue brillo presente
en sus ojos ante una situación de fino humor, jamás agresiva; pues las
vulgaridades le hacen enmarcar una ceja, en su rostro adusto.
Estamos seguros de que a ellos les molesta
sobremanera que él ponga en evidencia sus faltas de sentido de la responsabilidad y del cumplimiento de
la palabra empeñada: el doctor Pedro Rodríguez Munro jamás llegó tarde a una reunión; tampoco interrumpió a orador alguno, para hacer ver su opinión, siempre acertada y
atendible.
Su capacidad de oratoria es conocida por todos. Es proverbial la profundidad de su pensamiento. Por ello es que denuncio a esos
bárbaros, que se burlan sin consideración, del problema de frenillo lingual que padece el insigne doctor Pedro
Rodríguez Munro.
Sus trabajos para los congresos, desde siempre han
sido entregados sin tacha ni error y en fecha temprana, para facilitar su
impresión. Estoy seguro de que fueron efectuados en largas noches de vigilia.
Tampoco aprobamos esas risas (casi imperceptibles)
de sus educandos universitarios, cuando las gafas de aumento se le empañan y no
puede leer con propiedad un texto.
A esas señoras vulgares, que cuchichean obscenidades
sobre la ingrata, les digo que el doctor ha ganado en respeto y en libertad.
Para qué tanta belleza corporal, si dentro de aquel corazón se anidaba la
traición y el desagradecimiento. Aunque el jardín de su casa se vea ahora descuidado,
al no tener un jardinero, sé muy bien que su corazón no sufre de angustias.
Quiero referirme ahora a esos jóvenes descarriados y
maleducados que le hacen objeto de pullas, imprecaciones y denuestos, asociados a esa situación
particular; les digo que: dan lástima, ya que nunca alcanzarán las cimas
del conocimiento de nuestro admirado doctor Pedro Rodríguez Munro.
Someto al escarnio a los proveedores donde debe
hacer sus compras el doctor; ya no le respetan como corresponde; se aprovechan
de su situación solitaria y le venden productos en mal estado, o le cobran
sumas exorbitantes por sus servicios o mercaderías.
Denuncio, también, a esos pretendidos discípulos y
colegas, ladrones de guante blanco, que han robado sistemáticamente sus ideas
magistrales, para publicarlas como propias; a sabiendas de que el doctor jamás
se prestaría al escándalo de una denuncia. No es propio de él caer en esas
bajezas.
A quienes lo tildan de retrógrado, por emplear el
antiguo instrumental del Instituto, en lugar de las nuevas y costosas tecnologías,
tan en boga hoy, les respondo con una verdad irrefutable: el enorme ahorro presupuestario
que tal conducta conlleva.
Pero, lo más indignante e importante de todo, eso
que hace que nos juntemos aquí todos nosotros -sus colegas-, es denunciar la
infame manera en que han despedido del Instituto al doctor Pedro Rodríguez
Munro.
Todos lo conocemos desde que ingresamos a este altar de la sabiduría y sabemos de sus aportes al desarrollo de los mayores logros
alcanzados en los últimos años. Por todo ello, le decimos que no al plan de
racionalización, que dio por tierra con una carrera de décadas, de un
profesional idóneo e impoluto. Y que pretende generalizarse.
Al ver las lágrimas correr en su rostro, estoy
seguro de saber interpretar su agradecimiento.
Hola Arturo, pregunto ¿Quien es este doctor que defiendes con tanto eufemismo?
ResponderEliminar¿A que instituto te refieres?
Luis:
EliminarEs un personaje completamente imaginario, que recibe un reconocimiento que no es tal, ya que lo dejan como un zonzo.
El Instituto en cuestión no creo que exista y de existir, todo parece indicar que pronto lo habrán de cerrar.
De ahí la preocupación principal del edulcorado orador.
Un gran abrazo.
¿Que te parece Arturo?, He quedado como un tonto, por tu manera de ser creí que era un personaje real, e imaginé que debía ser importante, es más, me dio vergüenza mi ignorancia.
EliminarAsí que amigo te felicito, me hiciste entrar como un caballo.
Un abrazo.
Luis:
EliminarNo te menosprecies. Has demostrado un poco de inocencia, una virtud tan escasa por estos días, por desgracia.
Quedate tranquilo, que no repetiré con vos la perorata del orador del cuento.
Un gran abrazo.
jajajajaaj es genial. Pero ahora necesita una respuesta del homenajeado, :D
ResponderEliminarCreo que el discurso lo escribieron entre todos los compañeros jajajaj
Besazo
Dolega:
EliminarSeguramente, el doctor Pedro Rodríguez Munro, no tendrá muchas ganas de decir palabra alguna. Imaginemos que sus penurias fueron puestas en evidencia y de hablar llamaría a risa. Supongamos que, por su problema en la lengua, su nombre sonaría algo así como "doctog Pedgo Godíguez Mungo", todo lo que dijera, en esas circunstancias sería contraproducente.
En verdad el acto de desagravio a su figura, es un reclamo solapado al despido que se les viene encima a los restantes colegas...
Besos.
Pero mira cuánta imaginación te has inventado! No deja de ser una sutil ironía elegante. Pero hay personajes de estos con diez virtudes y un vicio que echa a perder toda la buena fama.
ResponderEliminarAbrazos de martes Arturo
Genessis:
EliminarDices bien, pues lo he inventado y escrito apenas unas horas antes de publicarlo. Esto explica que no posea demasiados matices en su construccción.
No obstante, creo que logra ser ua obra -por lo menos- aceptable para una rápida lectura.
Al pobre doctor lo describen como un obsesionado por su trabajo, incapaz de mantener a su lado a su mujer, o de realizar las compras, o de ganarse el respeto de colegas, discípulos y alumnos en general.
Su problema en la pronunciación carece de importancia, en tanto los que lo rodeen lo disimulen con respeto; pero en este caso, el orador lo pone en evidencia.
En mi vida he pasado más de una vez vergüenza ajena ante situaciones de este tipo, donde los oradores meten la pata hasta el cuadril.
Un gran abrazo.
Estos talentos que describes como un invento de tú propiedad, en verdad si existen para desgracia de la persona,y descontrolado regocijo,de los que en realidad sienten una gran envidia de no ser tan iluminados como el doctor el ingeniero o físico.
ResponderEliminarMe recuerda un un genio una eminencia probando centrales, el pobre hombre era una calamidad viviente,algunos lo criticaban y yo siempre les decía igual,lo que tenéis es cochina envidia ,ya que jamás sabréis como él probar una central.
Saludos
José:
EliminarTe concedo toda la razón.
Para más datos, hace ya muchísimos años, me tocó ir a dar una mano a un especialista en alineado entre turbinas de gas y sus compresores de gas. Era una tarea de ajuste fino.
Pronto tomé conciencia de que el alineado se pretendía hacer por el método del acierto y el error, sin metodología. Dejé planteado un simple método a seguir, que era más lógico. Lo discutimos y terminó por hacerlo a mi modo.
Que conste que mi idea era sencillísima, que cualquier simple mecánico la conoce (o debería). Pero, el especialista no tenía ni idea sobre ella.
Él era uno de los que aquí denominamos peyorativamente "vacas sagradas" (cualquier occidental sabe de la exageración que tal denominación asigna a un simple animal, la vaca, digo).
De la gente de trabajo, que está bien en el llano, he aprendido muchísimo; de aquellos sabihondos, casi nada.
Un gran saludo.
Las vacas sagradas existen en muchos países.y este mio no podía ser una excepción,pero en verdad llegan a ese estatus muchos o muchas de ellas por comportarse como unas simples alfombras con su jefes o jefas.
EliminarSaludos
José:
EliminarCon respecto a los obsecuentes, he escrito un texto que describe mi opinión sobre esos personajes tan nocivos.
Saludos cordiales.
Arturo, has sido muy imaginativo e irónico con tu escrito, jajajaaj me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso.
María:
EliminarMe da un gran gusto leer tus palabras.
Supongo que habrás presenciado alguno de estos homenajes que terminan por ser vergonzantes para el destinatario.
Un beso.
Olá adorei seu blog,parabéns beijos.
ResponderEliminarAfrodite:
EliminarMuito obrigado pela sua visita e seu comentário. Saibam que vocês são bem-vindos aqui.
Um beijo.
Ola meu amigo,não sei o que pode ter acontecido para não ouvires a musica.Falei para meu programador [Dé Kaufmann] e ele deixou um recadinho para ti,mas no meu blog.Pergunta se já usastes o Google Chrome?.Vou continuar pesquisando para tentar saber o que aconteceu.Meu grande abraço.
ResponderEliminarSuzane:
EliminarEu atualizei a versão mais recente do Flash Player e eu não posso ouvir a música do último post.
O estranho é que os mais velhos as suas músicas que eu possa ouvir sem problema.
Você pode ter carregado o arquivo em uma versão diferente do programa.
Minha máquina não tem Chrome, tem Mozzila e Explorer.
Um grande abraço.
Olá obrigada pelo carinho.
ResponderEliminarVolte sempre beijos.
Afrodita:
EliminarVocê não se preocupe, eu estarei lá para ler seus poemas.
Beijos.
Boa tarde, tudo bem?
ResponderEliminarEntrei para conhecer seu cantinho. Gostei muito de tudo que vi. Parabéns o blog está lindo. Já estou seguindo. Depois passa lá no meu cantinho também, será um prazer, ótima semana pra vc, bjs
Cigana Raicha
http://ciganaluminosa.blogspot.com.br/
Cigana Reicha:
EliminarBem-vinda a este blog, eu estou feliz que tenha gostado aqui. Eu tenho visitado seu espaço e devo dizer que é muito interessante, eu deejado um comentário lá.
Manter em contato.
Beijos.
jajajajajajajajaja me hubiera pasado lo mismo que a El mol, si no te fuera conociendo ya un poquito.
ResponderEliminarMagistral como siempre....aunque esta vez un poco más liado...
Bsos
Marina:
EliminarYa sabes bien que las cosas casi nunca son como parecen. Este relato tiene la particularidad de la ironía. La sutileza de poner en evidencia a los brutos que en su pretensión de hablar bien de alguien, desmerecen a los demás.
El pobre doctor pasó las de Caín con este supuesto "homenaje".
Me lo imagino serio, con la mirada brillosa, a punto de derramar lágrimas; pero no por emoción reconfortante, sino por una pena abismal por sí mismo. Y a alguna compañerita chismosa, escondida en la multitud, cuchicheando un: ¡te lo dije!, el viejo papanatas era un cornudo.
Besos.