sábado, 18 de agosto de 2012

De visita

De pequeño, mis mayores me llevaban consigo a sus salidas de visita.
Aquellas casas -sin excepción- se encontraban brillantes y pulcras, resultado del aviso de nuestra presencia...
Al entrar en ellas, como a cualquier niño, aquel ambiente llamaba mi curiosidad. Lo primero en que fijaba mi atención era la presencia de aquellos rostros extraños, presentes en los retratos familiares. ¿Quiénes serían esos individuos?
Otra particularidad notoria en aquellas viviendas, eran los aromas que se escondían dentro de ellas; podía olerse a flores, o a tabaco, o a tuco, o también a los típicos productos de limpieza: la acaroina, el Espadol, o la lavandina.
Cada casa exponía sus combinaciones propias de adornos.
Podían observarse los más diversos tipos de enseres, desde jarrones baratos hasta cuadros de pésimo gusto. Entre estos últimos, se destacaban las reproducciones de payasos tristes y del niño llorón.
Algunos platos de porcelana colgaban en las paredes, mientras que artesanías -hechas como tarea escolar por los niños de la casa- pululaban por los recovecos.
Abundaban las fotografías, diminutas o de gran tamaño, en porta retratos de diverso calibre. En ellas aparecían niños ataviados con disfraces, o familiares, fallecidos hace ya -quien sabe cuántos- años, impávidos, en una toma de estudio.
Estatuillas de cristal o fruteras de loza o de vidrio prensado engalanaban algunos aparadores bajos. Nunca faltaba la presencia de algún reloj de pared, que podía tratarse tanto de un cu-cú, como algún otro modelo a péndulo, a cuerda, o eléctrico.
En algún rincón descansaba algún enorme muñeco de paño lenci. Mientras que las repisas adosadas sobre las paredes albergaban muñecas pequeñas, algún juguete viejo de los hijos de cuando fueron niños, o esculturas de porcelana. En algunos casos, poseían una mesa ratona, con una tapa de vidrio con un paisaje pintado, que escondía bajo de sí una caja musical.
El mobiliario daba idea de la evolución económica de los habitantes. Se podía ver por la calidad de los mismos y -por su antigüedad- cómo había sido el devenir de la fortuna en esa gente.
Las más de las veces se podía observar algún mueble antiguo y de gran valor que convivía en una habitación con otro mobiliario mucho más económico; aunque este último resultara mucho más moderno. Tal situación era signo inequívoco de pasados tiempos mejores.
Por el contrario, otros hogares mostraban el caso inverso: un mobiliario y adornos nuevos de alto costo, aunque muchas veces fueran de un pésimo gusto, junto a muebles viejos y baratos.
Aquellas casas laberínticas, construidas en etapas salteadas, exhibían una completa colección de estilos mobiliarios y decorativos.
No podría ser de otra manera, la Argentina nunca fue un país que permitió a los trabajadores efectuar una re-decoración integral de sus viviendas.

40 comentarios:

  1. Hola Arturo, cuanta razón que tienes en lo que dices,me has echo recordar a cuando de pequeña mis padres también nos llevaban a esas visitas "no deseadas" por nosotros, y aparte que en cada casa la verdad que cada uno tenia lo que podía mas bonito o mas feo, lo que mas me molestaba era ese afán de la gente de que comieses algo de lo que te ofrecían ya tuvieses ganas o no, que si que muchas gracias pero que no quiero, pero anda cometelo que esta muy bueno y para que tus padres no te diesen una colleja ale a comértelo y luego que supiese a rayos jeje, en fin que tanto en Argentina como aquí en España me parece que no nos diferenciamos tanto amigo, las casas se iban remodelando cuando algún mueble se rompía o algún conocido te lo daba y estaba mejor que el que tenias, y por eso una habitación podía tener mil estilos a la vez jeje, lo que hace el no tener dinero:)

    Besos.

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    1. Piruja:
      Es un recuerdo que tengo de cuando era muy chico.
      Por lo general las visitas con mi madre era a casas de familiares directos de ella, o de mi tía paterna, de ello resulta que esas casas eran familiares para mí y me dedicaba a estar con mis primos.
      En cambio, cuando salía con mi abuela María, iba a casa de sus amigas (todas -sin excepción- españolas). La casa de don Florencio y doña Fanny (la vasca) era a la que íbamos más seguido. Me encantaba mirar la pecera que había allí; también íbamos a lo de doña Segunda, así como las viviendas otras amigas, cuyo nombre no recuerdo.
      De qué hablaban no tengo idea, pero de que yo "oteaba el horizonte" y miraba todo, este escrito da fe.
      Besos.

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  2. ¡¡¡Que bien has descrito el tema!!!
    Yo tengo una imagen grabada de cuando era niña, pero muy pequeña. De una visita que hice con mi madre a una casa que no recuerdo de quién fue. Solo recuerdo que en el salón, en primera fila y lugar preponderante tenían una muñeca enorme, yo recuerdo que era como de mi tamaño, vestida de sevillana con una bata de cola y yo me pasé toda la visita como hipnotizada mirando la muñeca e intentando parar las ganas que tenía de ponerme a jugar con ella. Claro que sabía que si la tocaba me iban a gritar de todo porque la tenían como el adorno más importante de la casa.
    Recuerdo que era algo como esto:
    http://www.todocoleccion.net/sevillana-anos-50-flamenca-andaluza-traje-espanol-andaluz~x27525335

    Besazo

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    1. Dolega:
      No habrás de negarme que esos días eran la felicidad hecha realidad;
      solo de a una preocupación por vez: la muñeca, por caso y el mundo no existía.
      Yo aun recuerdo el tomarnos de la mano, con mi madre, o con mi abuela, mientras nos encaminábamos hasta esos lugares. Eso, lo sabemos es irrepetible.
      Un beso.

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  3. Qúe buena entrara Arturo. Me siento identificada con muchas cosas, la curiosidad de aquellas casas, lo pulcra que estaban (yo también pongo especial empeño si voy a recibir una visita). En mi recuerdo los cuadros son lánguidos y tristes paisajes labriegos con colores verdes y ocres. También caballos en la vieja Inglaterra. Y la luz, yo recuerdo la luz, cristales plomados, vidrieras, si era demasiado interior el piso o por el contrario se llenaba de luz y motas de polvo. Cómo es la memoria. Un beso

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    1. Ana:
      Has mencionado aquella cosa curiosa, que hacía volar mi curiosidad cuando era un niño: las motas de polvo en el aire.
      Me encantaba mirarlas evolucionar en el aire, dentro de una habitación oscura, a la que entraba un haz de luz solar, que las ponía en clara evidencia.
      Como decía Piruja, también recuerdo los convites y sobre todo la golosina que me llevaba "para comer después". Un lujo, ya que nunca me daban golosinas para evitar las caries (infructuosa prevención).
      Lo que dices es cierto: en algunas casas había óleos, que el tiempo se había encargado de oscurecer.
      Del sabor agridulce de la nostalgia, es preferible gustar el caramelo que hay en ella.
      Besos.

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  4. Claro, supongo que la decoración de una casa habla mucho del morador de la vivienda. De sus gustos. La mia podría gritaros que soy una loca de atar. Tengo muchos libros, muchos. Incluso muy viejos, nunca jamás tiro un libro a la basura. me gustan los aviones, los barcos y tengo algunas miniaturas de ellos; el resto son artículos comprados en algunos viajes, cosas extrañas siempre jaja. fotos tengo algunas: de mis hijas, alguna con mi marido, y algunas de los seres queridos que se me fueron.

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    1. Ángela:
      Todos trascendemos a través de los objetos que nos rodean, ya que los elegimos. Aquel regalo odioso que nunca nos gustó, lo escondemos, o tiramos a la primera de cambio.
      En mi caso, vivo de prestado, pues la dueña de casa se toma la atribución de la decoración. De modo que, salvo mi biblioteca de pared a pared, donde pude guardar todos los libros (excepto -claro está- los de estudiante), todo es de ella; incluso la pared del recibidor, con sus abanicos.
      Por allí anda la pequeña colección de mates y el mortero de palo santo (que pesa como una "tonelada") y el adorno más inútil: la mesita bar, ya que nadie en casa toma bebidas alcohólicas.
      Curiosamente, pese a mi gusto por los automóviles, no hay ningún modelo a escala...
      Un gran abrazo.

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  5. Perdón, que me iba sin despedirme. Muy buena entrada, Arturo. Un abrazo. Tengo algunos de tus escritos atrasados, pero es que estoy trabajando muchos días seguidos y ando agotada. Pero los leeré todos. Un abrazo.

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    1. Ángela:
      Muchísimas gracias por tu deferencia de leer todo; solo espero que te entretengan y te hagan reflexionar un poquitín, que ese es su modesto objetivo.o acalambrarse
      Seguramente, estarás agotada por causa del calor agobiante, que comentan, estos días reina en España.
      Imagina que te encuentras en una piscina, con un chorro de agua reconfortante dándote en el cuello y los hombros, que sobre a superficie del agua flotan flores y se escucha el canto de los pájaros. Cierra lo ojos e imagina eso.
      Imagina que algo parecido hacía un paciente de diálisis que, por cuatro horas y media, debía quedar casi inmóvil y relajado para no acalambrarse. Y que le daba buen resultado.
      Te envío un gran abrazo.

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  6. Hola Arturo
    Me recordaste todas esas casas a las que iba de visita con mis padres: la de mi bisabuela, la de mis abuelos,la de parientes mas lejanos (a los que siempre llamábamos tíos o tías.
    Un cordial saludo
    pd: Gracias por tus comentarios en mi blog

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    1. Di:
      Es así, el escrito remite de inmediato a aquellas casas de familiares, a las que nos llevaban; pero, hubo un momento, que podría llamar de abrir la alas sin volar aun, en el que comenzamos a visitar las casas de nuestros amigos.
      En esos casos el contraste era mayor, pues en el caso mío, donde mi familia era estrictamente española o porteña, hube de ingresar a casas de gente de otras culturas, italianos en su mayor medida.
      Por caso, todo lo italiano me suena familiar, pese a que no tengo ninguna ascendencia de esa nacionalidad.
      En las casas de mi niñez hay radios que emiten pasodobles, jotas y zarzuelas, también canzonettas y tarantelas...
      Te envío mi saludo cordial.

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  7. ¡Que observador eras de niño! a mi lo único que me llamaba la atención era las galletas y si había niños con los que salir a jugar jaja

    Un beso

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    1. 40añera:
      Para desgracia de mi madre, ya de pequeño era muy curioso e investigador. Lo obvio es aburrido, ¿no crees?
      Por esas cosas de la naturaleza somos todos diferentes, lo que hace la vida más bella e interesante; el solo imaginar multitudes que -cual maquinarias automatizadas- actúen y piensen en una perfecta sintonía, me hace sentir escalofríos. Un horror.
      No creas que yo no esperaba recibir una golosina, en tales visitas.
      Un beso.

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  8. Qué detalles acumulados en tu mente Arturo!
    Siempre me llamaron la atención las decoraciones tan particulares que tiene cada casa, claro responde un poco a la evolución económica de cada familia y al gusto particular de sus habitantes.
    Ahora que estoy aquí más al norte, tuve ocasiones de ver algunas casas de las que nunca vi allá en el sur y siento la curiosidad de quedarme tan sólo dos días para descrubrir esas raras combinaciones de las que están repletas.....

    Te mando un beso Arturo
    y que tengas una linda semana.

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    1. Genessis:
      Por lo general las casas de mis amigos italianos eran más pintorescas, más exuberantes. En aquellas viviendas italianas siempre se olía la salsa del tuco, era un aroma imposible de disimular, ni con perfumes, ni con sahumerios.
      Las viviendas españolas, en cambio, se caracterizaban por poseer más plantas, por lejos. Los canteros con plantas o los maceteros con diversas plantas florales abundaban. Era un jardín acomodado en recipientes, con begonias, cretonas, alas de ángel, malvones (geranios), alegrías de la casa, amarilis, hasta espinas de Cristo. En tierra se hallaban las madreselvas, las pasionarias, los jazmines, los helechos de todo tipo, las enredaderas y muchas más.
      Además, en el fondo de cualquiera de ellas, siempre había una quinta y un gallinero.
      En esa quinta era imprescindible un limonero, que se complementaba con una higuera, o un duraznero, o un ciruelo u otra cítrica (mandarina, pomelo, naranja, bergamota, níspero), hasta paltas, guayabas, perales o manzanos podían hallarse allí. Era un rincón perdido del paraíso.
      Eran casas de inmigrantes, muchos de ellos campesinos, que traían su costumbre de amor por la tierra. Que heredamos.
      También te mando un beso y mis deseos para una semana aliviada y feliz.

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  9. Hola Arturo, tienes la manía de regresarme al pasado, no visitaba tanta gente entonces, pero recuerdo detalles de los que tu hablas y el disparador de tu relato fueron las copias del payaso triste y el niño llorón, que aún hoy he visto en algún hogar.
    Eso me da la pauta de que estamos viejos...
    Un abrazo de recuerdos amigo.

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    1. Luis:
      Hubo un tiempo en que los pintores de bazar se ponían en las veredas de la Plaza Colón, en Mar del Plata. Allí pintaban unos bosquejos de paisajes, la mayoría de ellos consistían en callejones brumosos. Por su lado, los dibujantes a pastel o carbonilla se acomodaban en las calles peatonales, para hacer retratos, o caricaturas de los veraneantes. Hablo de inicios de la década del ochenta. Cuando las peatonales eran otra cosa...
      No estamos viejos, es que tenemos más experiencia y sabiduría.
      Un abrazo, mi amigo.

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  10. Los niños en su inocencia son unos grandes observadores,cuando iban a alguna casa con sus padres ellos solo tienen ojos para las personas que visita, y demostrar esa alegría del encuentro,mientras el niño está haciendo un vídeo en su mente recorriendo hasta el ultimo rincón del salón dormitorios o cocina.

    A veces la decoración de la casa nos puede engañar y no ser todo oro lo que reluce,enterándonos tiempo más tarde de los problemas de esos amigos.

    Un magnifico relato .

    Saludos

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    1. José:
      Muchas gracias por tus palabras.
      Lo has descripto a la perfección, tal era la situación en esas visitas; lo que me hace pensar que cuando llevábamos a Melisa a la casa de nuestros amigos de tiempos pasados, la niña habría de escudriñar todo el ambiente, mientras nosotros nos entusiasmábamos con ver de nuevo a los amigos.
      Lo que dices es notorio cuando pasa el tiempo y llegamos a una casa que muestra las glorias de un pasado mejor; algo no tan visible cuando esa decadencia inicia, ya que el entorno aun no es antiguo.
      Saludos cordiales.

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  11. Creo que esta vez tu cuento va un poquito más lejos que la simple historia...eres muy listo.

    Por cierto hay muchas palabras, de esas de la limpieza, que no conozco.

    Besazo

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    1. Marina:
      Trataré de aclarar los temas que planteaste y lo haré con enorme gusto. No es que sean cuestiones determinantes para la comprensión del relato, pero ayudan a su comprensión en la totalidad.
      Al ver la cantidad de visitantes de habla hispana que leen (o se dan con la sorpresa desagradable de abrir este blog), me encuentro ante la disyuntiva de emplear un lenguaje castellano estricto y neutro; algo que atentaría contra la veracidad de las historias que relato, o de mi sinceridad en la expresión. Es por ello que trato de escribir en un castellano de uso corriente en la Argentina, aunque libre de influencias del lunfardo porteño. Verán que en las respuestas a mis compatriotas me tomo alguna licencia expresiva.
      Aclarado el punto, paso a describir tus dudas:
      Los "típicos productos de limpieza" son diferentes compuestos químicos, empleados para limpiar y desinfectar; la "lavandina" o agua lavandina también es conocida como lejía (hipoclorito de sodio, rebajado en agua), el "Espadol" es el nombre comercial de un compuesto fenólico, disuelto en jabón (cloroxilenol o para-cloro-meta-xilenol) que se utiliza en conjunto con agua, o como jabones; es de color blanco lechoso; la "acaroina" (también llamada creolina), en cambio, es otro producto fenólico que se diluye en agua y toma un color lechoso, se la aplica diluida en agua y rociada en el piso y lugares a "desinfectar", la marca más conocida es el Fluido Manchester, aunque se la vendía a granel y sin marca comercial, se empleaba para matar ácaros, chinches, cucarachas y garrapatas. Su olor es penetrante.
      Supongo que conocerás al "paño lenci", que es un fieltro delgado, utilizado para manualidades, o al "vidrio prensado", que es el vidrio fundido en un molde, que lo aprisiona y le da forma; es decir, una burda imitación del cristal pulido y tallado.
      Respecto a lo que refieres de listo, nos cabe a todos; todo depende con quien nos comparamos, ¿no crees?
      Lo triste es ver a aquellos infelices que creen que es un adjetivo absoluto.
      Si tuvieses cualquier duda, por favor, házmela saber, que con gusto te aclararé el término o expresión.
      Un beso.

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  12. Hola, Arturo.
    Ya hacía tiempo que no pasaba por aquí y veo que sigues a muy buen nivel.
    Es curioso, hoy hablaba con alguien de los olores peculiares de las casas, y de como ese olor era lo primero que advertían mis sentidos de niño.
    Te felicito.
    Un abrazo, amigo.

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    1. ¡Hola Fernando!
      Ya estuve en tu blog, donde comentás que estás ocupadísimo con tus nuevos escritos.
      Esa noticia me causa gran placer, pues veo que dedicas tu tiempo y tus esfuerzos en hacer lo que más te gusta.
      Sobre lo que comentás de la coincidencia de temas, a título de confidencia, te digo: ya no copio los escritos, ni robo las ideas a otros autores por medio de un plagio burdo; directamente les leo la mente a la distancia y me adelanto a ellos. Así escribo mis novedosos textos, es como si me los dictaran y logro que ellos aparezcan como quienes plagian. ¡Shh!, que nadie se entere.
      ¡Ja, ja, ja!
      Te mando un fuerte abrazo, Fernando.

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  13. Arturo, me has traído recuerdos de aquellos decorados. Ahora hay muchos estudiantes de diseño y arquitectos que se dedican a decorar las viviendas de algunos.

    ¡Te olvidaste de los elefantes de la buena suerte con la trompa hacia la puerta de calle y los tapizados de cuerina de plástico!

    ¡Qué veremos en el futuro cercano! La Argentina es un país que tiene una alergia al progreso y se autodestruye siempre.

    Gracias, amigo, por tu visita y comentario en mi blog.

    Un abrazo.

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    1. Marta:
      ¡Me olvidé de miles de cosas!, a saber: los enanitos de jardín y los cisnes de cemento pintado, las cortinas hechas de cintas de plástico, que -se suponía- evitaban el ingreso de las moscas, las cabezas de Cristo, en yeso pintado, los cuadros de Cristo con la mirada que te persigue, las ermitas en la pared con una imagen diminuta de la Virgen, al costado del ingreso a la casa, alguna copa de trofeo, descolorida y opaca, ganada hace quién sabe cuántos años por el viejo de la casa, las hamacas plegables de jardín, hechas de madera, el Ekeko de la suerte y la abundancia; "la casita del tiempo" con su pareja de muñequitos, los delfines que avisaban si iba a llover "Recuerdo de Mar del Plata", las radios a válvulas en lugar preponderante, la licorera en forma de tonel de madera y miles y miles de adornos baratos y ordinarios...
      Y sin embargo, con ese entorno, qué felices que fuimos y somos ahora, al recordarlo.
      Te envío un gran abrazo.

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  14. Hermosa y amena entrada. Leyendote me has hecho recordar de vivencias pasadas cuando salia de visita con mi abuela a casa de sus amigas. Habia una en especial (Tijides) que siempre brindaba unos postres exquisitos. Ya de mayor me contaron la triste pero a la vez jocosa historia de Tijides. Ella era sobrina del Dictador y estaba enamorado de un joven, quien no la correspondia. Pero, por presion del dictador termino casada con el. El dictador en persona le dijo o Tijides o te jo---.
    Un abraXo

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    1. Marilyn:
      Solo espero que Tijides fuera bonita (o al menos pasable), ya que de lo contrario, ese pobre hombre, encima de casarse con quien no quería, tendría que comer un bagre sapo todas las noches.
      El pobre infeliz se asustaría muchísimo, más que si leyera tus cuentos de terror frente al cementerio y a la medianoche, en punto.
      Ya te dí un tema para desarrollar: la bruja de la medianoche o el zombi hambriento, ¡a elegir se ha dicho! Pobre tipo...
      Mejor tomarlo con humor.
      Te envío un abrazo.

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  15. Muy bueno Arturo. Me siento identificado. Cada visita era una exploración, una aventura que en mi caso siempre empezaba con un larguísimo viaje en colectivo con mi madre. Y cada casa tenía su aroma particular, así de cierto. Que cosa el olfato ! como un aroma puede transportarnos instantaneamente a otras épocas y lugares. Un gran abrazo.

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    1. Fernando:
      Antes que nada te agradezco tu comentario y tu llegada a estas páginas de amistad y reflexión. Eres bienvenido cada vez que desees llegarte.
      Los otros días comentaba precisamente esa cuestión de los olores. Y me refería en particular al olor del offset de las revistas mexicanas de la Editorial Novaro, que leía de niño. tuve oportunidad de abrir un ejemplar viejo y olí en su interior y mágicamente volví a mi niñez (en mi memoria, por supuesto).
      Te envío un abrazo sincero.

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  16. Qué buena entrada, Arturo! Me vienen muchísimos recuerdos de esas visitas. En el aburrimiento de estar sentada con vestido impecable , zapatos de charol y moños no me quedaba otra que colgarme a observar y es tal cual como lo describís: el reloj de péndulo, alguna caja musical, los cuadros con caballos, los retratos de antaño que a mí se me figuraban los del pan dulce musel con esos bigotes! la mirada penetrante de mi mamá o mi papá si por un casual se nos ocurría con mi hermana hacer algún comentario inapropiado y eso signidficaba "callate ya", era un código secreto que obedecíamos sin dudar jaaa Los estilos de muebles diferentes, el piso de parquet lustrado como un espejo y caminar sobre ellos con patines y los aromas. Había casas con olor a frutales del jardín...
    Hoy las visitas son otra cosa. Tengo una vieja radio tocadiscos de pasta reciclada en mi comedor y una "visita" jugó con una de las perillas y la rompió. Su mamá dijo "Ay no se queda quieto un minuto" ... Estaré pooniéndome grande porque tenía ganas de asesinarlo????
    El otro día me dijeron "Qué rico olor a sopa casera hay en tu casa. En la mía nunca hay ese olor" Casi me pongo a llorar, Arturo.
    Me encantó este texto. Abrazo grande, maestro

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    1. Sandra:
      Todo tu comentario, de principio a fin, complementa a la perfección la idea de mi texto.
      Y no hablemos de la visitas "al doctor"; donde debíamos esperar en estricto orden y silencio el riguroso turno de atención.
      Allí se hablaba en voz muy baja, casi susurrábamos las palabras. En esas diminutas salas de espera había tiempo suficiente como para contar el número de piezas que formaban el parquet, o la cantidad de caireles de la araña que colgaba del centro de la sala.
      Se olía a agua de colonia Atkinson's, de o la Franco Inglesa.
      No debíamos levantarnos de las sillas y el revistero jamás -y digo jamás, de los jamases- tenía una revista de historietas.
      Para peor, siempre había una vacuna pendiente...
      Un gran abrazo, Seño.

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  17. ah y me olvidé de algo muy importante: en casa había una bellísima caramelera de cristal con caramelos "para las visitas" I N T O C A B L E me explico? jajajaa

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    1. Sandra:
      Y vos, que también sos nacida y criada en esta megalópolis de Buenos Aires, sabés a la perfección que la humedad reinante se encarga de hacer pegote con dichos caramelos luego de un tiempo prudencial; algo insólito en climas secos.
      Otro gran abrazo.

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  18. Mi ilustrado Arturo. Me encanta ver cómo defines cada uno de los productos de limpieza ¿También los utilizas o solo tiras de definición? jajajajajajaja, e broma.

    No conozco ninguno excepto la lejía, supongo que aquí tendrán otros nombres o, simplemente, que soy un tanto guarra, o cochina, que es un poco menos marrana.

    De lo de listo, discrepo, por supuesto. Uno es listo y punto, sin tener que compararse con nadie. Con lo cual, es usted sumamente listo, Dº Arturo, y no me apeo del término ni un ápice. Acepta que eres listo y vive con ello (Ahora tendrás que hacerlo todo bien...como eres listooooo je je je)

    Bromas aparte, me gustó tu relato mucho.

    Un besazo.

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    1. Marina:
      Son productos de limpieza antiguos que no han perdido vigencia, aunque sí su calidad.
      Hoy los reemplazan otras sustancias más específicas.
      De entre ellos, es la lavandina el que más perdura, pues es un desinfectante de muy buena calidad y además blanquea la ropa gracias al cloro que posee. El Espadol de hoy es un remedo del de antes, ya que la concentración es menor, o menos efectiva, que entonces; la acaroina ya casi no se utiliza, aunque en mi niñez era muy popular. Solían diluirla en agua, dentro de una regadera de acero galvanizado y luego -con ella- regaban los pisos en andenes de trenes, salas de espera y otros espacios públicos.
      Sobre lo que dices, acerca de ser listo, vale que mencione esta anécdota:
      Hará casi cuarenta años atrás, mientras volvía a casa en colectivo (bus) desde mi trabajo, un par de señoras iban acompañadas por un adolescente, con Síndrome de Dawn, debían bajar del vehículo en una esquina determinada; fue el chico quien apretó el timbre de aviso para el conductor. Entonces, una de ellas le dijo a la otra: ¿Viste qué listo es Fulanito?
      Yo, que presenciaba toda la escena, me dije a mí mismo: esta mujer ama mucho a ese chico, pues exagera con esa calificación.
      Hoy, mientras rememoro aquella frase, le doy toda la razón, pues el chico había actuado con una inteligencia mayor a la que se esperaba de él.
      Lo que lleva a pensar que tal frase aplica siempre a cualquiera de nosotros, ¿no crees?
      Yo también te envío mi besazo.

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  19. Este relato es como meterse en la Máquina del Tiempo. De momento me veo envuelta en todos aquellos aromas, elementos y situaciones que conformaron mi infancia. De la gente querida que me rodeaba.
    Gracias Arturo por estos momentos tan gratos de "rebobinado".
    Yo ahora estoy en casa de mi abuela...¡Hasta pronto!

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    1. Antonia:
      Si estás en casa de tu abuela; podría significar que, por fortuna, el relato ha sido un disparador de lindos recuerdos. Con eso solo ya me doy por bien satisfecho.
      Mucho más íntimo es mi relato del mes de abril, "Siguen allí", donde hago un explícito ejercicio de memoria.
      Encontré tu otro blog: "Hantoniaconhache" (que no está asociado a los otros dos); te dejaré un mensaje en un post un poco viejo.
      Un gran abrazo.

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  20. Bonito relato que nos evoca a un pasado algo alejado en el tiempo, pero no por ello menos entrañable. A veces nuestra generación carecía de cosas materiales, pero teníamos otro tipo de riquezas que nos hacían sentirnos plenos, felices, y es que el hogar lo hacen las personas que habitan en él.
    Saludos.

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    1. Ardilla:
      Muchas gracias por tu visita y por tu amable comentario.
      Coincido contigo, mi infancia guarda muchos días felices de mi vida, eran tiempos de bolsillos flacos...
      Saludos cordiales.

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