Tan antiguas como la humanidad son las
creencias místicas y los cuentos fantásticos; en todas las culturas existieron
y hoy perviven a través de los mitos.
Se sabe que, en sus albores, los humanos se
reunían por la noche alrededor del fuego protector y que en esas reuniones
comentaban sus experiencias del día. De ahí a inventar historias no había más
que un paso. Y el miedo al peligro que significaba la cercanía de las fieras
hizo el resto: comenzaron a inventarse cuentos y leyendas.
En aquellos lugares asociados al ámbito
rural, resultan muy frecuentes las leyendas asociadas a los aparecidos, entre
ellas las hay del más diverso tipo.
Quizás la más conocida y extendida creencia
sea la presencia de la “luz mala”. Se trata de una fuente luminosa, que deambula errática por los campos, casi siempre durante la noche; puede estar inmóvil, a lo lejos, o perseguir al observador; se cree que es un alma en pena. Los escépticos la suelen
asociar a la existencia de fósforo —presente en los restos de osamentas de
animales— en el polvo del suelo, que se levanta por acción del viento. Sin
embargo, a veces, los paisanos refieren que la noche estaba en perfecta calma y
las susodichas luces deambulaban erráticamente, a una gran velocidad. Digamos
que ninguno de estos testigos obtuvo un doctorado en Física.
En el norte argentino están muy extendidas
diversas creencias. Entre ellas la que
más veces escuché es aquella que habla de la aparición del “Enano”; un
personaje siniestro que representa a un ser demoníaco, que en la noche se le
aparece a las personas que se encuentran solas, generalmente en lugares
aislados. Este personaje, de talla reducida y proporciones normales, mediante
ademanes, incita a sus víctimas a una pelea. Quien tuviera la osadía de aceptar
ese reto -seguramente- perdería la contienda ante este demonio y no sólo sería
la pelea lo que ganaría el enano, sino también la vida del infeliz paisano.
Por medio de un compañero de trabajo tuve
conocimiento de las acechanzas de “La Viuda”. Se trataría de un terrible y enigmático
personaje femenino, que aparece siempre vestido totalmente de negro; también
tiene por costumbre maligna eso de aparecerse de noche, siempre a gente
solitaria que, por no extrañas circunstancias, se encuentra alejada del poblado
y que por lo general viaja en un vehículo (antes se presentaba a los gauchos de
a caballo). En estos casos, se les
aparece en el camino solicitando ser transportada y aunque el conductor no
detenga su marcha, para que ella suba al vehículo, la pérfida viuda se las
ingenia para aparecer sentada en el asiento del acompañante. Así —me comentó
este amigo— le sucedió a un compañero suyo del colegio secundario quien, luego
de ese encuentro paranormal, se enfermó de algo grave y raro, una dolencia que
posteriormente lo mató.
La “Salamanca” es muy mencionada también.
En este caso se trata de un mito que refiere a supuestas reuniones nocturnas
que realizan las brujas (en un aquelarre), para realizar un culto a Satanás y
cometer actos de brujería y magia negra. Algunos me dijeron que por las noches
se reunían en cuevas al pie de las sierras del Ancasti —en el valle de
Catamarca— y que se llegaban a escuchar las risas y los gritos de las
hechiceras.
Alguna vez me anoticiaron de los gnomos que
robaban niños pequeños, que quedaban solos y desprotegidos. Los pequeños nunca
más aparecían, pues eran llevados hacia los misteriosos mundos donde moraban
esas criaturas. Hoy esa tarea la realizan los depravados sexuales (quizás como lo
hicieron siempre).
En los latifundios existentes en las
provincias del norte, es muy popular la creencia del “Familiar”. Un personaje
siniestro que suele aparecer por la noche y llevarse algún peón rural.
La descripción del personaje daba la pista
de que se trataría de un matón a sueldo, pagado por el terrateniente de la zona,
más que a un ser extraordinario. Me baso en que así me lo refirieron: vestía de
negro, con sombrero al tono y de ala ancha, venía montado en un caballo
azabache, era rubio, de ojos celestes. Obviamente, los peones victimados eran
gente de tez oscura y cabellos negros, que por lo general eran medio díscolos,
o habían hecho algo mal en los ingenios donde trabajaban.
En estos casos, la gente comenta que el
patrón ha hecho pacto con el diablo y que debe entregar como ofrenda, a algún
peón cada tanto. Otros mencionan que el citado demonio vive escondido en la
estancia, transformado en una víbora descomunal, que devora a los peones
raptados.
Me consta que, de tener que pasar al lado
de los cementerios y de noche, nadie quiere hablar.
Todo aquel que haya tenido oportunidad de
encontrarse solo por las noches, por razones de trabajo o viaje y por lugares
aislados, sabrá entender lo que se siente en esos momentos. Generalmente, uno
va distraído, o bien concentrado en su trabajo, o en pensamientos sobre lo que
está haciendo; hasta que, de pronto y sin previo aviso, toma conciencia de su
soledad. En ese momento le atacará una sensación de desamparo, quizás miedo a
que le pase algo y, en ese momento, es que empieza a ver sombras que se mueven
y bultos que se menean.
A todos nos habrá pasado alguna vez.
¡Felices sueños!
jajajajaj eso no se hace, amigo. Menos mal que yo, con el cambio de hora,me acabao de levantar :D
ResponderEliminarEs curioso como en todos los paises, las leyendas e historias de ese tipo son muy parecidas.
Aquí en españa, la viuda, sería la chica de la curva por ejemplo.
El miedo ha sido algo que siempre ha gustado al ser humano.Eso y dar explicaciones fantasiosas a cualquier hecho que no podamos ó sepamos explicar.
Besazo
Dolega:
EliminarTienes toda la razón, pues la gente canaliza su miedo a través de mitos y leyendas. Aunque vale hacer notar que ciertas cuestiones mágicas o demoníacas pueden tener su explicación racional, lo que no impide que prosiga el mito, o la creencia del hecho sobrenarutural.
Hace muchos años atrás, según me comentó un compañerp de Gas del Estado, los paisanos de una localidad comenzaron a hablar del "fuego infernal".
Resulta que habían limpiado un campo y prendido fuego a los residuos, al consumirse los mismos, la llama aun ardía, directamente sobre el terreno pelado.
Cuando las habladurías llegaron a la gente de Gas de Estado, se envió una cuadrilla al lugar, hicieron un pozo y arreglaron la pinchadura en la cañería del gasoducto...
Los paisanos tenían los ojos como el dos de oros.
Besos.
Esas creencias son muy propias de la gente de pueblos, en las grandes ciudades se van diluyendo o desaparecen. Y no son cosas de antes, en la actualidad se siguen creyendo en esos seres misteriosos y la gente sigue contando porque "siempre hay testigos oculares de los casos". Algunos son más creíbles que otros y escuchando de noche genera piel de gallina.....
ResponderEliminarUn abrazo Arturo
y gracias por regalarnos siempre tus excelentes relatos.
Genessis:
EliminarTienes razón en que son supersticiones propias de la gente de aampo, que explican de un modo sencillo aquellos hechos que presencia, o intuye. La transmisión de estas costumbres es por vía oral y ya de pequeño se comienza el aprendizaje.
No obstante, en la ciudad hay otra serie de mitos, más asociados a las explicaciones de la sociedad que vive en ese entorno.
Leyendas o creencias que estaban incluidos en este escrito, pero los dejé separados para otra entrada. Todo ello, para no hacer demasiado extenso el post.
Un gran abrazo.
Me toca de cerca este tema porque hace muchos años cuando cursaba un seminario anual de literatura infanto juvenil en la facu laburé sobre mitos y leyendas argentinas. Hay dos muy interesantes y que circulan en varios países de América: el sombrerudo o sombrerón (un enano con guitarra y sombrero de ala ancha para tapar su rostro y el Yací Yateré en la Mesopotamia. Ambos se usan para que incitar a los niños a dormir la siesta so pena de ser llevados por estos personajes y nunca más volver. El familiar, como bien decís, o fantasma del cañaveral, muchos campesinos lo imaginan como un gigante perro negro y de ahí que en la fiesta de la zafra se lo ahuyente...
ResponderEliminarMuy interesantes todas estas historias y leyendas que forman parte de nuestro patrimonio cultural.
Hay un libro editado por la Unesco en colaboración con Aique que recopila unos cuantos con su origen y versiones por países.
Beso grande, Arturo. Me encantó esta entrada.
Sandra:
EliminarComo habrás leído, las creencias varían de una zona geográfica a otra; para el caso del Familiar, siempre se cae en diversas variantes del pacto demoníaco, al punto que difieren bastante entre sí.
Tengo un par de libros sobre el tema: Relatos populares argentinos (cuentos, leyendas y supersticiones), de Pablo Ansolabehere y "Leyendas, creencias y supersticiones", de Marcelo Maidana. También tengo "Leyendas indígenas de La Argentina", de Lautaro Parodi.
En ellos se hace mención a variadas supesticiones, así como a sus variaciones, según la zona geográfica.
Durante el siglo pasado hubo un proyecto ambicioso de recolectar tal acervo cultural, lo que quedó plasmado en un libro, que no recuerdo el nombre.
En esta entrada hago mención solo a algunas, que me fueron referidas oralmente. Como podrás ver, es un tema que me interesa.
Besos.
Gracias por compartir la bibliografía Arturo. Sigo agendando para la próxima visita a la biblioteca. Sí, hay unas cuantas recopilaciones. Abrazos van!
EliminarBueno, me encantan las leyendas. Creo que recordarás que hace poco escribí una : la leyenda del silbón.
ResponderEliminarPor aquí tenemos muchas entre algunas esa que han mencionado de la chica de la curva ¿quien no ha visto a esa chica sangrando en esa curva cerrada? También dicen que si te pones frente a un espejo a oscuras, con una vela encendida, ves tu propio entierro. Bueno, al fin y al cabo son paparruchas, pero yo por si acaso nunca entro a oscuras al cuarto de baño, y menos con una vela.
me encanta este tema y me gusta como lo has tratado. Un beso acalorado, recuerda que por aquí hace una calor de mil demonios, o de mil chupacabras jeje
Ángela:
EliminarTu leyenda del silbón refería a un gnomo que se llevaba los niños cuando silbaba el viento, por las noches.
Aquí, hace años, en una instalación industrial perdida en medio del monte de la localidad de Recreo, en Santiago del Estero, solían escuchar los silbidos durante las noches. Eso les causaba miedo a los pobres operarios. Conste que hay ciertas ranas arborícolas que emiten un sonido similar a un silbido, muy agudo. Eso lo descubrí, sorprendido, cuando comencé a toquetear una de ellas, de color verde intenso, que trepaba a la higuera en la casa donde vivía, en Catamarca. Había noches en que se escuchaba ese sonido: ya sabía su origen.
Imagina qué siente aquel que no conoce esa rana y oye el ruido penetrante, a la medianoche, en soledad...
Te aclaro que en Catamarca hacía un calor terrible y ni te cuento de San Pedro de Jujuy, el primero era seco y el segundo horrorosamente húmedo. Ahora hacen 14,4 °C en mi Buenos Aires.
Hoy, un beso metralleta.
Bueno esas historias no las llegue a conocer,ahora con tus gran comentario quedo enterado de esas creencias que siguen estando vivas a través de los tiempos.
ResponderEliminarYo al que conozco bien es al Gaucho Martín Fierro, amen de la riqueza que encierra el libro,la encuadernación en piel de vaca es sensacional.
Saludos
José:
EliminarEs que las historias de aparecidos no tienen principio, ni fin.
Se suelen contar frente a un fogón en el suelo, mientras el mate pasa de mano en mano. Y es casi una competencia por ver quién tiene la historia más espeluznante.
El Martín Fierro es un libro de ficción argentino, escrito en dos partes: "Martín Fierro" y "La vuelta de Martín Fierro". Allí se hace una apología del gaucho, un personaje ya entonces destinado a desaparecer.
Lo mató el progreso.
Es difícil de ser leído, pues emplea modismos camperos del Siglo XIX, hoy en desuso. Además resulta contradictorio, pues el autor da consejos de nobleza, en boca de Martín Fierro a sus hijos y de picardía en boca del Viejo Vizcacha.
Es racista, pues desmerece a los italianos y a los negros.
"A los blancos hizo Dios,
a los mulatos San Pedro,
a los negros hizo el diablo,
para tizón del infierno".
Versos de la payada de Martín Fierro con el negro.
Tengo dos ejemplares de ese libro, uno es una edición barata, de eudeba, que es idéntico al que compró mi padre cuando yo era un niño y lo leí por vez primera. El otro es un ejemplar de tapas duras. Sin embargo, prefiero el "Facundo", de Domingo Faustino Sarmiento, un canto a la libertad y el progeso.
Saludos muy cordiales.
AYYYY .... ARTURO ,no voy a poder dormir en toda la noche !!! , soy extremadamente miedosa y mienttas escribo este comentario miro a mis costados de reojo por las dudas....
ResponderEliminarlograste que me creyera tu relato,besitos
Meryross:
EliminarDurante mi vida he visto y oído las más extrañas historias.
Algunas de entre ellas no las entendí en ese momento, ni nunca; pero, la gran mayoría tenía una explicación, que si es la verdadera, o no, a mí me tiene sin cuidado, pues me ha dejado satisfecho.
El miedo es un sentimiento humano, de modo quesi aclaramos una duda que nos hace temer, pronto generaremos otra en su lugar, para que suplante a la primera.
Cuando era pequeño, tenía miedo de entrar a la pieza de mis padres, pues estaba oscura. Hasta que comencé a animarme, convenciéndome de que no había nada que temer. El miedo fue vencido por la curiosidad.
Quedate tranquila, que yo estoy temblando; decía siempre un amigo mío.
Besos y un abrazo protector contra todo mal.
Que buen post, Arturo, hay también leyendas urbanas diseminadas por ahí, mi madre que se crió en el campo solía contar muchas cosas sobre aparecidos, brujas y de la salamanca, unos de esos raltos me sirvió para escribir un cuento.
ResponderEliminarMe agradó leerte amigo.
Un abrazo.
Luis:
EliminarTengo reservado el tema de las leyendas urbanas para otro post, más detallado y con explicaciones más inquietantes.
Lo que dices acerca de la Salamanca, lo aprendí recién a los veintiséis años, cuando un compañero en la hilandería de Catamarca me refirió el suceso. Según él repetía, le habían dicho que en el Cerro Ancasti había unas cuevas, lugares donde se reunían las brujas para hacer la Salamanca. Hasta mencionó que se escuchaban las guitarreadas y los gritos de los asistentes.
Yo ni sabía qué era todo eso. En otra oportunidad, toda la ciudad comentaba, con gran ingenuidad y Fe, que la Virgen se había aparecido en el Cerro. Incluso me decían que habían ido a verla. Digamos que su castellano es reducido en vocablos, lo que hacía que se expresaran con poca claridad. Al final ví que había pasado: un derrumbe en el Ancasti había dejado una imagen triangular de la falda del mismo devastada, algo que, a lo lejos, daba la impresión del manto de la Virgen del Valle. Por su lado, el vértice del desmoronamiento había generado un área semicircular de derrumbe de la arboleda y quedaba la roca viva; esa zona parecía ser la aureola de la imagen.
Intentar razonar con esas personas fue imposible, ellos lo asociaban siempre a un hecho sobrenatural.
Tal situación me llevó a pensar seriemente acerca de aquellos portentos de la antigüedad, relatados por infinidad de gentes ignorantes de la época, que persisten al día de hoy, como verdades científicas...
Me gustaría saber de tu cuento, ¿cuál es?
Un enorme abrazo, amigo rosarino.
Bueno Arturo, me encantó esta entrada. Siempre he sido muy miedosa, pero me fascinan las historias de miedo, ya sean leyendas o cuentos. Mi pesadilla de pequeña era el "coco" y cuando estaba en el pueblo, los fantasmas que pudieran salir del cementerio y colarse en la vieja casona. De hecho hace poco supe que los grandes clavos que adornan y sujetan las tablas de las puertas en las casas rurales, era un medio de protección contra las brujas. Esto da mucho que pensar jajaja.
ResponderEliminarBesotes.
Teresa:
EliminarVeo que has vuelto de tu merecido descanso, espero que con toda tu inventiva a pleno.
Es así, cuando se es un niño los miedos son sencillos; luego, al pasar el tiempo los temores se incrementan: todos hemos visto a nuestras abuelas afligirse por naderías: mientras nosotros disfrutábamos de la vida, en paseos y salidas de aventura, ellas se preocupaban muchísimo por nuestra integridad.
Ya que mencionaste los clavos, sería prudente colocar alguno, a modo de adorno, en la puerta, para librarte de aquellas "amigas" insufribles. Aunque dicen que es muy efectivo colocar la escoba detrás de la puerta (la de barrer, digo, no confundirse con la otra).(Ja, ja, ja).
Besos.
Me encanto esta entrada. Sabes bien que me encantan los cuentos de miedo. Nuestraz America esta llena de leyendas de aparecidos. No sabía la del enano.
ResponderEliminarUn abraXo!
Marilyn:
EliminarEl tema del enano está difundido por el Norte del país.
Al respecto, había una anécdota muy difunduida en Gas del Estado, y refería a un maquinista de la Planta Motocompresora Lavalle, ubcada a catorce kilometros al Norte de la localidad del mismo nombre, sobre el Gasoducto Norte.
En esa época solo una persona quedaba como maquinista de los compresores durante las horas de la noche, debía recolectar datos de funcionamiento en diversos puntos de las instalaciones cada dos horas y transmitir esos parámetros al Despacho de Gas, vía radio. Todos lod otros operadores lo oían.
Resultó que a la medianoche, cuando debía comunicar las novedades, avisó que no lo iba a realizar, porque no había recorrido las instalaciones, debido a que estaba "el enano" allí mismo, invitándolo a pelear.
Y esa noche la misma historia se repitió a las dos y las cuatro de la madrugada.
Recién a las seis, cuando llegó el relevo, se tuvieron datos de esa estación.
Todos se rieron del pobre operador durante años; pero yo no quisiera haber estado en su lugar, aquella noche: el miedo hace ver visiones.
Un gran abrazo.