"Suerte" en la taba |
Hace muchos años, en un remoto
pueblo catamarqueño, asistí a una reunión donde se jugaba a la taba.
Dicho juego me resultó atractivo;
pues se trata de una combinación entre la habilidad del lanzador y su buena
fortuna, así como de la intuición de los demás apostadores, para adivinar el
resultado del revoleo con el famoso hueso.
Pude tener en mis manos
ese adminículo, me explicaron cuál era la cara buena -o “suerte”- y cuál era el
lado malo, también conocido como “culo”; observé que poseía unas incrustaciones
en acero, cuya función era facilitar el logro de la posición deseada. La idea
es tirar la taba de modo que la cara de la fortuna quede parada, con esa
superficie hacia arriba y -de preferencia- clavada en el piso la parte llamada
"hacha" o "filo".
Lo que no desea ningún jugador |
Las canchas se armaron
en función a los montos de las apuestas que se hacían en cada una de ellas:
mientras que a una asistían los jugadores fuertes, aquellos que poseían un
mayor respaldo económico, en la otra hacían sus apuestas los más pobres del poblado:
los jornaleros, los changarines, los infaltables vagos y los desconocidos de
siempre. Los curiosos -entre los que me incluyo- nos encargábamos de darle un
marco multitudinario al espectáculo.
Algunos de los jugadores
-los más pertinaces- permanecían sentados durante todo el tiempo; para ello
disponían de sillas improvisadas, ubicadas en ambos bordes de la zona de juego;
a la sazón, un espacio de alrededor de dos pasos de ancho por siete de largo,
delimitado en ambos extremos con una línea.
Previo al lance, los
apostadores gritaban sus apuestas, que de ser aceptadas originaban que ambos
rivales pusiesen su dinero sobre el piso de la cancha, bien a la vista. Aquel
que ganara la apuesta retiraría esos billetes. Se apostaba por todas las
posibilidades del lance.
Cuando el lanzador
arrojaba la taba, entre medio del griterío se solían poner de pie esos
jugadores, para apreciar mejor como caía el hueso.
La vigencia de cada una
de estas canchas lo determinaba el interés -y los fondos- de los asistentes. Es
así que, mientras la primera cancha persistió durante toda la jornada y hasta
que quedaron unos muy pocos jugadores, la existencia de la otra fue más fugaz.
El que manejaba la reunión
recibía la denominación de canchero y se encargaba de juzgar el resultado de
cada tiro, que era inapelable. También les cobraba a los jugadores el derecho a
permanecer y jugar. Tal estipendio debía hacerse efectivo cada media hora, que
era la duración de un juego. Solo entonces podían cambiar los lanzadores, que
eran dos y se ubicaban a cada uno de los extremos de la cancha.
El dinero recaudado por
tal concepto iba a parar a los bolsillos del organizador y el citado canchero.
En realidad, los
parroquianos jugaban hasta que uno de ellos barriera con el dinero del resto, o
algo por el estilo, ya que pude apreciar que mientras les quedaba dinero
seguían en el juego, ya sea para desquitarse de lo perdido o bien solo por el
vicio de jugar.
Empanadas fritas rellenas con carne |
Era tal esa pasión por
el juego, que los jugadores más empecinados solo se levantaban para ir a las
corridas hacia un improvisado baño y volver inmediatamente a ocupar su lugar.
Esto significaba que
para comprar cigarrillos, o alguna bebida, o vitualla, les encargaban tales
menesteres a los petisos de los mandados; unos pequeños que así se ganaban sus
buenas propinas por el servicio.
Las mujeres de la casa,
por su parte, se encargaban de preparar la comida, consistente en empanadas
criollas caseras y proveían las bebidas gaseosas frías que transportaban estos niños (más alguna botella de vino, de contrabando, pues no se permitía el alcohol).
Al anochecer, terminó la
tabeada. Entre los comentarios obligados por las circunstancias vividas se
mezclaban, entonces, unos rostros felices con otros, no tan alegres...
Aquella noche, mis ojos
se fueron a dormir llenos de un espectáculo campero, antiguo y maravilloso.
ARTURO,sentì la sensaciòn de estàr en EL TUNEL DEL TIEMPO,aunque a veces cuando voy a la playa suelo jugar a la taba.
ResponderEliminarMuy buen relato felicitaciones
Meryross:
EliminarMil gracias por tus palabras, siempre tan generosa.
No vayas a creer, esto no es tan del túnel del tiempo; de hecho, es una costumbre muy arraigada en el campo.
Yo nunca observé que se juegue la taba en la playa, pues el suelo no es el más apropado. Quizá lo que jugabas allí era a los tejos, que es un divertimento familiar, bien diferente del juego por dinero de la taba.
besos.
Arturo
ResponderEliminarNo conocía este juego, pero después de leerte ya puedo decir, si conozco....
Como siempre muy ameno el relato!
Los pueblos del interior tienen esa forma de generar su espectáculo de forma muy amena y de un día entero donde todos concurren a mirar, a divertirse, a ganar algunos y a perder otros; luego resulta ser el comentario de toda la semana, donde los que no han podido participar se enteran de todo lo acontecido...
Un abrazo
Genessis:
EliminarComo para todo juego de azar, estas reuniones están prohibidas. Excepto, claro, en épocas previas a las elecciones, cuando hay que tener al pueblo contento con el gobernante en el poder, que es quien autoriza "por única vez" este tipo de entretenimientos.
Fuera de esos momentos, los jugadores deben efectuar estas reuniones clandestinamiente; ya sea en algunos campos ignotos, o bien en el medio del monte, en algún espacio convenido de antemano...
Un gran abrazo.
En España también se jugaba mucho a la taba, pero tu forma de contar cualquier situación sencilla la convierte en algo apasionante, y me quedo con lo que rodea a la taba argentina, donde va a parar.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Fernando:
EliminarDurante mis años de vida en el interior del país, pude apreciar la importancia social de las reuniones comunitarias.
Entre ellas cito: las fiestas patrias y las fiestas patronales, los carnavales, las carreras cuadreras, las tabeadas y las riñas de gallos. Estas dos últimas se efectúan casi en la ilegalidad.
La presencia de un artista de nivel nacional causa revuelo, incluso algún famoso de alcance provincial alcanza un lleno total de gente en sus recitales.
Te mando un gran brazo.
Un espectáculo lindo de ver! Acá fue introducido por los conquistadores pero ya los romanos jugaban con el astrágalo.
ResponderEliminarA mí me gusta mucho la frase "Ya se dará vuelta la taba". Lindo relato, Arturo, con tu estilo tan personal y ameno. Saludos van!
Sandra:
EliminarTenés toda la razón, eso mismo leí acerca de la historia del juego. Aunque, no me puedo imaginar a los romanos con chiripás, boleadoras y tomando mate...
Esa frase me trae a la memoria aquella otra, que aprendí y siempre digo: "estoy tan acostumbrado a perder, que cuando empato... me asusto".
Gracias por tus palabras.
Un gran abrazo.
No lo conocía, pero es interesante y veo que como en todas partes la gente utiliza cualquier disculpa para jugarse el dinera:)
ResponderEliminar¡Me encantan las empanadas de carne! Cerca tengo un sitio regentado por una parejita joven de argentinos que ella hace una empanadas exquisitas. ¡Siempre que paso compro!:)
Besazo
Dolega:
EliminarMás de un malintemcionado debe haber dicho que me casé con una catamarqueña por las empanadas que hacía. No fue esa la razón, pero que ayudó a la convivencia, no tengo duda.
Ella las hace con carne magra cortada a cuchillo, papa (patata) hervida, cebolla, cebolla de verdeo, aceituna (oliva) verde y -a veces- pasas de uva negras (sin semillas), también les agrega pimentón dulce al relleno. Nunca sobran... (ya me dio hambre).
DicBesho sea de paso, ahora encontró u negocio que vende morcillas asturianas. En poco tiempo llegan las fabes al menú.
Besos.
Arturo..." La taba "
ResponderEliminarLo que aquì comentas se debe de jugar en los alejados y no tantos campos, en la ciudad nos atrapa la computadora.
Las empanadas en las fiestas patrias me encanta hacerlas, masa y relleno..me salen riquìsimas....me faltarìa la taba para jugar y de premio a los ganadores darles empanadas jajaja
¡¡¡ muy interesante relato !!!
un beso
Doris Dolly:
Eliminar¡Qué bueno! ¿Y qué empanada hacés? Ya que está la porteña (básicamente carne y aceitunas, más las diferentes variantes de cada provincia. No dudo que me daría una flor de empanzada con tus ricas empanadas.
Para las fiestas patrias, se impone un locro o una humita al plato; también es muy común que a la humita de maíz se la consiga envuelta en chala (así se venden, por ejemplo, en la Feria de Mataderos, los días domingos).
Supongo que a la masa le pondrás grasa (conocido como primer jugo bovino), tal como dice la receta tradicional.
Como bien decís, no son entretenimientos de gente de ciudad. Los que vi jugar eran personas bien de campo adentro.
Besos.