Los automóviles fueron su
pasión.
Ya
cansaba. Siempre hablaba de lo mismo, era su idea fija: "cuando sea grande
seré corredor de carreras de coches".
Tras esa meta, de
chico, fue a barrer el taller mecánico del tanito Spiciafocco, un local rasposo
ubicado en la otra cuadra respecto de su casa; allí había guardado un karting,
al que le faltaban los neumáticos.
Toñito
se la pasaba, limpia que te limpia, sobre ese pequeño bólido, un esperpento que
jamás había ganado carrera alguna, pero que al pequeño lo deslumbraba; cuando
el tano no lo veía, se encaramaba a ese armatoste e imaginaba las más
apasionantes carreras posibles. Con tan poco, era el niño más feliz del mundo.
Con
el tiempo, comenzó su aprendizaje lento: que limpiar esas piezas, que inflar
las gomas, que mirar el nivel del agua al radiador; así, poco a poco, se
adentraba en los conocimientos técnicos sobre los vehículos que allí se dejaban
en arreglo.
Sin
prisas ni pausas, el italiano le dejaba aprender y a hacer: primero le hizo mover
los coches a pulso (empujaba como un burro); tiempo después, ya los arrancaba y
los manejaba por unos pocos metros, siempre dentro del taller.
Algunas
veces fueron juntos hasta el comercio de repuestos y en una oportunidad, Carmelo
-así se llamaba el italiano- le dejó manejar el vehículo en la vuelta hacia el
taller. Esa noche, por la emoción vivida, Toñito no pudo conciliar el sueño.
¡Qué
chico más apasionado!, vivía obsesionado con los automóviles.
Al
tiempo, ya cambiaba algunas mangueras, o correas, también ajustaba tornillos y
reparaba algún freno; pero, en realidad, su sueño era que lo dejasen ir a
probar el automóvil y correr con él a más no poder.
Una
tarde, el tano estaba muy ocupado, de
modo que decidió que ya era hora de que Toñito fuese en automóvil hasta la casa
de repuestos, para comprar unas correas. Pero tenía miedo de que el muchacho se
entusiasmara y manejase el vehículo con suma temeridad. De modo que le
recomendó que fuese despacio. Y para asegurarse, le dijo que la llevase consigo
a la Gina, su hija quinceañera. De ese modo, al llevar a una alcahueta con él, no
se atrevería a mandarse ninguna macana con el automóvil.
Y
se la llevó a la Gina.
El
coche tomó a toda velocidad para el lado de esos caminos de tierra del pago, en
lugar de cruzar el poblado, con dirección al lugar encomendado.
Toñito
tomaba las curvas con gran osadía, levantaba polvaredas con los derrapes del
vehículo (que iba con solo tres de sus ruedas apoyadas sobre el piso). Las
gallinas de la cuneta salían despavoridas y hasta perdían plumas, un caballo se
espantó, por el ruido del motor.
Toda
esa carrera alocada terminó de golpe, con el automóvil cruzado a un costado del
camino y la parejita tirada en el suelo, entre un pastizal lindante al mismo.
Desde
esa tarde, Toñito tiene una nueva pasión...
Como nos cambia la vida,la pasión por la pasión, y como siempre dicen; "Tira más que una yunta de bueyes".
ResponderEliminarMuy bueno amigo, un abrazo.
Luis:
EliminarAl final, el apasionado Toñito descubrió algo más gratificante que correr con los autos. Mérito absoluto de la ragazza.
Es una expresión muy común entre todos los mecánicos de automotores aquella que dictamina: "motores y mujeres, dolores y placeres".
Un enorme abrazo, mi amigo.
Es que la pasión por los coches (o motos) solo es superada por otra, aunque no menos peligrosa jajaja. Sí que era apasionado el Toñito, sí.
ResponderEliminarComo siempre, he quedado encantada.
Un beso Arturo.
Teresa:
EliminarA diferencia de Toñito, nunca me apasioné por los autos. Por caso, a los trece años ingresé al colegio técnico, en la carrera de Técnico en Automotores, luego proseguí en la Universidad en Ingeniería Mecánica y te garantizo que nunca (pero nunca, nunca), los autos estuvieron en primer lugar.
Besos.
Hola Arturo, menos mal que cambio una pasion por otra "pasion" jeje, que si no ya lo veia tirado en alguna carretera por correr tanto, cuando somos pequeños solemos encapricharnos por muchas cosas, normalmente los chicos por los coches y las motos, y nosotras por tener uno de esos coches tan bonitos, pero debemos diferenciar todo eso.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato y mucho mas que Toñito ahora disfrute con su nueva pasión:)
Besos.
Piruja:
EliminarTenés toda la razón del mundo. Yo puedo atestiguar que -al menos- dos jovencitos compañeros míos de estudios, perdieron la vida en sendos accidentes.
Para mí los autos y las máquinas fueron solo un medio para ganarme la vida.
Y si hablo de momentos felices no tendría muchos que pudiera asignarle a un automóvil o a una máquina.
Sin embargo, he visto a gente que se apasiona cuando habla de las cuestiones técnicas, un entusiasmo incomprensible para mí.
Besos.
Normal que Toñito se apasionase de esa otra cosa que seguro le dió mucho más placer.
ResponderEliminarAquí en España se dice tiran más dos tetas que dos carretas.
Saludos
José:
EliminarUn adolescente, en esas condiciones, pierde el rumbo con suma facilidad.
No imagino cuánto tiempo le llevará al dueño del taller el notar el gran cambio de hábitos del jovenzuelo.
Ese dicho no lo conocía, aquí hay otro que es más grosero todavía y que me excuso de reproducir.
Honestamente, entre pasarse todo el día renegando con un automóvil, para prepararlo para una carrera y ocupar ese mismo tiempo al lado de una chica, solo para hablar de pavadas, no hay que ser muy sabio para darse cuenta cuál es la actividad más linda entre las dos.
Cordiales saludos.
Seguro que Toñito cambió hasta de sueños nocturnos. No más coches (al menos de momento).
ResponderEliminarGenial, Arturo, como siempre.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Mos:
EliminarEso que supones, ha de ser lo más probable.
Tanto como que la noche del "accidente", no habrá podido dormir, preso de la emoción del descubrimiento. Poco le importó que el tano Spiciafocco no le hubiera aceptado las excusas de ambos acerca de la descompostura del vehículo, que hizo que se retrasasen en efectuar el mandado.
La sonrisa de ella iluminó esa noche, más que los fotos de la coupe Ford...
Se lo ve a la mañana siguiente: ojeroso por la falta de sueño, con paso de autómata y con sus ojos que atisban sin cesar hacia el interior de la casa del patrón, en obvia busca de la imagen de la muchachita.
Un gran abrazo.
ARTURO estoy sin compu aún está en lo del técnico por eso es que hace rato no ando por aquí,pero aprobechando una visita a lo de mi amiga le pedí su computadora para entrar a tu blog.
ResponderEliminar...envidio a Toñito, el pastizal siempre fué mi fantasía.
UN ABRAZO !
Meryross:
EliminarAunque parezca increíble, la pobre Gina, el personaje más importante en esta historia, pues hace cambiar la rutina de los hechos, apenas si recibe crédito alguno. Más bien es tomada como objeto de placer, comparable con una ruidosa y peligrosa máquina...
Es muy probable que haya sido ella quien tomó la iniciativa, ante ese chiquilín que solo jugaba a las carreras con el vehículo ajeno, como un típico niño ya bastante crecidito.
No me preguntes qué hizo Gina, pues eso debe ser un secreto bien guardado por ambos. Que fue efectivo, no me caben dudas.
Es así que, mientras Toñito soñaba solo en subirse a su juguete parecido, ella hacía otros planes más arriesgados.
¿Habrá dormido bien ella durante la noche posterior al "accidente"?
Espero que te arreglen pronto la PC, pues hoy se ha hecho un vicio impostergable su compañía.
Besos.
Uffffffff, ¡Qué susto! pensé que me los matarías en un derrape...:)
ResponderEliminarBesitos a toda velocidad.
Marina:
EliminarProbablemente hayan dado un frenazo y salieron despedidos del interior del coche (en sentido figurado).
Pero, donde fueron a parar les habrá parecido el Paraíso. Aunque estaban bien vivos, los dos.
No hay nada más lindo que la gente que se quiere...
Besos.
Hola Arturo,
ResponderEliminarbruscamente me cambiaste el final. Creí que el Toñito iba a terminar haciendo competencias con Fangio o Reutemann, y pues la Gina le truncó la vocación tan tempranamente. Dicen también por ahí que las polleras cortan cabezas...pero en fin habrán comido perdices...
Muy ameno y excelente tu relato mi querido narrador.
Un abrazo y que tengas un lindo fin de semana en familia.
Genessis:
EliminarY, el final cambió bruscamente en cuanto Gina subió al auto.
No tengo idea de cómo seguirá el amor fulminante de estos jóvenes; lo más probable sería que tal encuentro solo fuera el inicio de sus vidas adultas.
Y muchas gracias por tus palabras de aliento, que siempre son bien recibidas.
También vaya mi deseo de un feliz fin de semana, para nosotros el primero de la primavera.
Un gran abrazo.
Impecable relato con un gran final. Brillante! Aplausos para ti y para Toñito también jaja. Un abrazo
ResponderEliminarAlma:
EliminarConsidero que cualquier pasión que tenga uno empalidece ante el amor, sobre todo ese amor puro de adolescente de los jovencitos de la historia.
Muchas gracias por tu comentario, tan agradable a mi vista.
Un gran abrazo.
La vida es eso, un ir cambiando de pasiones.
ResponderEliminarNo está mal, lo que sí puede ser peligroso, depende qué pasiones le sigan a las viejas.
Un abrazo, Arturo.
Gracias por tus palabras.
Alicia:
EliminarAunque con otro sentido, la canción "Cambia, todo cambia" marca esa particularidad de la vida, al igual que el río que fluye y nunca es el mismo (Herodoto dixit).
Ante esta condena, o sino inevitable, es imprescindible no errar el camino y que, en lugar de ser afectados por pasiones, nos dominen las adicciones...
Cuando leí la historia de tu familia, que has escrito con tanto amor (y que recomiendo leer), has hecho la diferencia en mi estima; a partir de entonces debo confesar que me predispongo bien al leer tu obra. Además, por derecho propio, lo que escribes es muy bueno, pues está lleno de creatividad y de sentimiento.
Un gran abrazo.
Oh oh, vaya final tuvo Toñito querido Arturo, qué bueno es volver a leer tus historias que lindan entre moralejas, anécdotas y el relato propiamente dicho.
ResponderEliminarMe gustó... y quién sabe cuánto me habré perdido en estos dos meses que estuve ausente!!!!!!!!!!!
Ya me pondré al día.
Te dejo un beso inmenso al alma.
Paula:
EliminarEn este caso Toñito descubrió que el calor de un motor no es nada en comparación con la calidez femenina.
La pregunta es: ¿cuántos hay que no se dan cuenta de lo valioso que es la presencia cercana de la amada?
Como a todos los que tenemos un blog, las visitas al mismo son motivo de gran satisfacción y en el caso de personas tan generosas en los conceptos como es tu caso, un motivo de honda responsabilidad, por no defraudar las expectativas.
No pasó inadvertida tu nueva y linda foto del perfil.
Besos.
Esperemos que la pasión que siga a esta no le de tantos quebraderos de cabeza ni tantos sustos. Jijijiji. Muchos besinos de esta amiga que te desea con inmenso cariño feliz fin de semana.
ResponderEliminarOzna:
EliminarSi Toñito resultase tan apasionado e imaginativo en las cuestiones del amor como lo era con los automóviles, está segurada la felicidad para quien se halle a su lado.
Por ahora, se tendría que cuidar de que el tano no le pegue un escopetazo...
Mis mejores deseos para mañana, que finalices un fin de semana de ensueño.
Mil besitos.
La nueva pasión de Toñito creo que es menos peligrosa para él y, sobre todo, para su integridad física y la de las personas que monte en el coche. Aunque, claro, apasionado como es, a saber qué derrapes y cabriolas mortales es capaz de hacer en los ardores del amor...
ResponderEliminarMuy bueno; Arturo, ese quiebro final, totalmente inesperado.
Un abrazote.
Isabel:
EliminarEl cuento también esconde, sutilmente, la unión de orígenes propia de los argentinos. La chica es -obviamente- al menos la hija de un italiano, sino directamente ella es nacida en esa península. Toñito, a diferencia de un Tony o un Tonito, indica un origen español, en lugar del italiano de los otros apodos para Antonio.
A diferencia del personaje central del popular cuento "Tolondrón", no hay nada que haga presumir en Toñito algo más que pasión, sin torpezas, como el otro. Su entrega está asegurada, para dicha femenina; además, su pasión no está exenta de la delicadeza.
Faltó agregar la escena final, donde el tano regresa al taller tras revisar, satisfecho, que el automóvil no sufrió ningún rasguño.
Un gran abrazo.
Buena historia. Buen giro final. La vocación se trunca porque el tano no le presta más el auto... Saludos.
ResponderEliminarHugo:
EliminarEn realidad le fija una zona de exclusión, de doscientos metros alrededor de Gina. De seguir en el taller, o manejar el coche, ni hablar.
Todos sabemos que cuando nos pica el bichito del amor, no hay muro ni frontera que nos frene, ni oportunidad que se desprecie.
Esos límites -sin dudas- serán poca cosa ante la pasión de un Toñito perseverante, que comenzará a ver que el mundo no termina en la otra esquina de su casa.
Un abrazo.
Esa nueva pasión de Toñito ... creo que es muy peligrosa dado su caracter obsesivo por las cuestiones que le apasionan. O la quinceañera se anda con ojo o en menos que canta un gallo el Toñito se rendirá a sus pies y no habrá quien lo despegue. ;)
ResponderEliminarMe gusta el giro final, con ese golpe de efecto y esos puntos finales.
Un abrazo grande Arturo,
gran facilidad la tuya para inventar historias.
Laura:
EliminarMuchas gracias por tus palabras tan generosas.
Como bien decís, un apasionado es un obsesivo; en este caso cambió su embelesamiento por las líneas delicadas, por los interiores siempres suaves y placenteros, por la suavidad al tacto de las superficies, la firmeza de un asiento anatómico, la belleza de unos impactantes paragolpes, el empuje arrollador... por lo mismo, pero diferente.
No hace falta que aclare que lo apruebo en su decisión de cambiar.
Un gran abrazo.
Ay me hizo acordar dos cosas. La primera, una frase de mi papá: "El auto está al servicio mío y no yo, al servicio del auto." Esto lo decía cuando veía a algún vecino matarse todos los días con la cera sobre los paragolpes, meta manguera y trapo. Él , no. Lo llevaba al lavadero y se iba con un libro a tomar un café a esperarlo. jeee
ResponderEliminarLa segunda cosa que me hizo acordar es a la canción "Difícil" de Los Pijos que dice "Una pasión, se necesita siempre una pasión." Y Toñito hizo bien en cambiar una por otra. Lo importante es no quedarse sin eso, sin pasión, sin ilusión.Hermoso texto, Arturo Saludos van!
Sandra:
EliminarEl pensamiento de tu padre me guía a mí, también. Es un razonamiento sabio.
De hecho, odio ensuciarme las manos con un vehículo.
Respecto a las pasiones, yo creo más en los objetivos, en los deseos de alcanzar una meta prefijada, cualquiera que ella sea, incluso la más modesta.
Un gran abrazo.
GuaU!! Me encantó, sorprendente final!
ResponderEliminarun abraXo!
Marilyn:
Eliminar¿Has visto?, lo que presagiaba una tragedia, para Toñito y Gina, terminó en un apasionado momento de amor.
Quien se habrá puesto feliz en princiio al ver que el automóvil no tenía ni un raspón, no tardó en descubrir los amoríos de los chiquilines. Maldecía esa idea de preservar un vehículo, una y mil veces, mientras paseaba -con rostro serio- el cochecito del nietito: Toñito Jr.
Un gran abrazo.
¡Tuvieron suerte estos dos! Todo acabó como en las películas: con un beso...o varios. Pero no deja de horrorizarme la irresponsabilidad del padre de Gina. ¿Enviar a su hija de quince años a montarse en el coche de alguien que conduce con tal temeridad? Todavía no me repongo del susto.
ResponderEliminarMuy bueno Arturo. Un saludo cariñoso.
Antonia:
EliminarEn realidad, no se menciona que manejara con audacia cuando iba con el tano de acompañante; razón por la cual, este hombre imaginó que con la alcahueta a su lado, Toñito no se animaría a correr con el auto.
Se equivocó en todo.
Quizás, Gina se haya asustado y abrazado al conductor, o quién sabe qué sucedió para que Toñito cambiara de opinión y terminaran en el pastizal, boca arriba y sonrientes.
Un gran abrazo.
Ola Arturo,uma interessante história ,e um final belo e romantico.Muito bom ,mesmo.Adoro contos com final feliz,trazem mais alegria e não ficam consumindo nossa mente.Meu grande abraço.SU.
ResponderEliminarSuzane:
EliminarEu acho que você gostou do fim para você é uma mulher romântica. A partir de apenas ouvir como cantarolando as músicas quando você canta um pode perceber que você gosta de trabalhos em que o amor é mais importante.
E você está certo sobre isso, porque só com a presença do amor é que a vida se torna belo.
Um beijo.
Hay pasiones desenfrenadas, pasiones locas, pasiones que queman, pero desde luego la última pasión de Toñito me parece la más genial jajaja. Muy bueno, excelente relato.
ResponderEliminarUn beso, Arturo.
María:
EliminarPasión; lo que se dice, pasión, es lo que descubre Toñito cuando sus dedos abandonan el volante inanimado.
Coincidirás conmigo en que todos los demás son meros entretenimientos vacíos, para ocupar la mente y el tiempo; pues la pasión verdadera requiere pausas para poder darse ella en plenitud.
Como todo en este mundo es complementario, yo solo puedo opinar por la parte que me toca en este asunto, el resto son suposiciones teóricas y simétricas mías. Dirás si me equivoco.
Un beso.
leyendo a humberto dib vine a parar hasta aquí.me gustó mucho el cuento
ResponderEliminarMipanh:
EliminarAntes que nada, quiero agradecer tu visita y tu comentario, a todos nos da gusto que los visitantes dejen su opinión. Y si es positiva (para qué mentir) sentimos una gran satisfacción, al haber llegado con el mensaje.
Me dí una vueltita por tu blog y observé tus ilustraciones. También puedo decir que me gustaron.
Un gran abrazo.
jajajaj Genial. Ahora es una pasión igual de apasionante e incluso más peligrosa. :D
ResponderEliminarBesazo
Dolega:
EliminarMe tendrás que conceder que es mucho más divertida, pues -que yo sepa- nunca jamás un automóvil te dará un abrazo, o te dedicará una tierna caricia...
Además, los automóviles no poseen ojos que te devuelvan la mirada.
Y eso es fundamental.
Besos.