Mi tío Cacho sí que fue un
personaje: siempre nos sorprendía con alguna nueva ocurrencia.
Era técnico dental, muy bien reputado por sus trabajos; tenía la experiencia necesaria -y las ganas- como para construir, para él- una dentadura postiza muy especial, puesto que no la necesitaba. Se la colocaba sobre sus propias piezas dentales.
Era técnico dental, muy bien reputado por sus trabajos; tenía la experiencia necesaria -y las ganas- como para construir, para él- una dentadura postiza muy especial, puesto que no la necesitaba. Se la colocaba sobre sus propias piezas dentales.
Este adminículo era un
muestrario de lo que no le gustaría a nadie tener en su boca. En ella, los
dientes estaban completamente desalineados, de un tamaño y color horrendo,
inclusive simulaba la presencia de granos con pus en las encías, lo que la
tornaban más repulsiva aún.
Con esos dientes postizos
se iba a bailar y dicen que se la pasaba a las risotadas. Era de imaginar la
cara de la gente cuando veía a semejante personaje con esa sonrisa
horripilante.
Una vez contó que, como la
dentadura inferior no le había salido del todo bien, le causaba molestias sobre
sus encías; así que solucionó el caso arrojando el adminículo por medio de un
boleo de derecha, con tal puntería que lo embocó justo por una de las
ventanillas de un trolebús, que ocasionalmente pasaba por la avenida Juan B.
Justo. Ni qué decir cuál sería la sorpresa de los pasajeros de aquel vehículo al
percatarse del tipo de proyectil que había ingresado con estrépito.
Una vez, lo recuerdo bien,
apareció con una torta de crema, que por su apariencia apetitosa, todos los
pibes deseábamos comer. Fue una vana espera, pues la partición de la citada
torta se demoraba eternamente. Lógico, pues se trataba de un sólido ladrillo,
convenientemente recubierto y decorado con yeso (del que utilizaba en los
modelos de las dentaduras), hasta tenía una vela.
Tras la gran desilusión
que sentimos todos nosotros, siguieron las risas y la curiosidad acuciante por
desentrañar el misterio de su construcción.
Se dedicaba a la
fabricación y venta de artículos de punto, tejidos con lana Merino; solía ir a
vender su producción a localidades alejadas, en el interior de la Provincia de
Buenos Aires. Tal periplo lo realizaba en una motoneta de su propiedad. Con ese
vehículo recorría las rutas de la época –década del sesenta-, ya fuese verano o
invierno…
Ya más grande, lo recuerdo
bailar en unos carnavales en el club Indios de Moreno, tenía un pie enyesado, debido
a la quebradura de un dedo. Bailaba con increíble agilidad (otra de sus características)
a la vez que pulsaba un lanza-perfume con éter; sistemáticamente, le rociaba el
escote a una señora madura y seria, que bailaba con su marido, igualmente de
gesto severo.
Cacho realizaba la
picardía con tanta habilidad que logró que la pareja, harta ya, culpara a otro
pobre bailarín, con pinta de papanatas, que también estaba en la pista y
portaba un lanza-perfume: casi se agarran a las trompadas. Mientras, mi tío
seguía con su baile, como si nada pasara, y sonreía con su mejor cara de
inocente.
Yo casi me orino encima
por la risa.
Pues tu tío si que era un gran personaje por lo que veo. Pero como advierto mucho cariño en tu forma de contarlo seguro que además de bromista era una gran persona. Puedo imaginarme el vuelo insólito de esos dientes colisionando contra ese autobús, y la extrañeza de sus pasajeros Y me he reído mucho con la elaboración de esa tarta jaja
ResponderEliminarMe encanta esa expresión de: casi se agarran a las trompadas. Por aquí sería algo así como liarse a hostias. Un placer leerte, amigo mio, me encantan estos retratos de familia. Un beso metralleta.
Ángela:
EliminarCuando mi tío (y padrino de bautismo) tenía esa dentadura yo andaría por los cuatro o cinco años. La recuerdo vagamente; pero, la historia entera la contó él mismo, entre las risas de todos.
De la torta falsa me acuerdo clarito: estaba puesta sobre la mesa del comedor de diario de la casa de mi abuela, en Merlo.
Llegamos los cuatro primos mayores y no entendíamos el por qué había una torta, pues nadie cumplía años, a lo que nos mintieron algo. Luego, fue la desilusión, en especial para mis primos que eran muy golosos. Mi hermano y yo éramos mañeros para la comida, así que tantas ganas no teníamos.
Lo del lanzaperfume, lo ví con mis propios ojos: nos habían llevado a mi prima Claudia y a mí de paseo (éramos sus ahijados) en Carnaval. mientras estábamos sentados a la mesa, su esposa, mi tía Norma, nos dice: "¡miren lo que está haciendo Cacho!"
Y entonces lo vimos, nos matábamos de risa, mientras esperábams el desenlace.
Va otro beso metralleta.
Cuando dices mañeros ¿a qué te refieres?
EliminarÁngela:
EliminarSolemos decir que un niño es mañero con la comida, cuando tiene mañas; es decir, es quisquilloso sin razón:
-No quiero comer eso.
-Pero es muy rico, probalo.
-No, no me gusta.
-¿Cómo decís eso?, si ni lo probaste.
-Porque es feo.
Otros casos:
La manzana la quiero comer pelada, la uva también, la leche la quiero sin nata; está frío, está caliente, etc.
Pobre mi madre, que tuvo que liar con dos varones mañeros; por suerte, vino luego la hija, que comía de todo sin chistar...
De chico, yo nunca comía la cobertura; y si tenía granas, menos que menos. Mi hermanop cortaba la carne en cuadraditos de un centímetro de lado -o quizá menos- y hasta hoy mismo, se sirve primero el agua carbonatada (soda) y luego agrega el jugo, o el vino, o el aperitivo, o lo que fuera. Me cansé de decirle que así no se mezcla la bebida: es hablarle a una pared...
Y vos, ¿eras mañerita?
Besos.
Es divertido y elegante...tus historias, realmente curiosas, me dejan una sonrisa en los labios y eso es mucho.
ResponderEliminarBesos
Marina:
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras. Que me dan la satisfacción de haberte entretenido sanamente.
Besos.
Vaya personaje! es lindo recordar gente asi, y mas si esta dentro del nucleo familiar.
ResponderEliminarun abraxo!
Marilyn:
EliminarPara recordar a quienes ya no están, lo mejor es hacerlo en situaciones felices y jocosas.
Un gran abrazo.
Tu tío cacho sí que era un figura. Leyendo la aventura es como si a tu tío lo conociera de toda la vida, embromador, bailarín... Yo lo conocí con el nombre de tío Carlos. Es curioso cómo a pesar de la distancia estimado Arturo, estas personas que retratas parece que fueran sacadas, como si también pertenecieran, a mi barrio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jaal:
EliminarEn verdad, se llamaba Carlos Alberto Bravo, era el segundo hermano de entre cuatro, mi madre -única mujer entre ellos- es la tercera.
Los apodos eran muy utilizados en ese entonces. Por ejemplo los cuatro hermanos eran: El Bebe (Santos Eduardo), Cacho, Coca (Gloria Angélica Amanda) y Pichín (Julián Enrique); de hecho, a mi padre le decían Coco, o Gallego (es bien sabido que aquí, a todos los españoles o hijos de ellos se los llama gallegos) aunque su nombre era Braulio Arturo. Ya puedes ver de dónde proviene mi nombre: Arturo Enrique.
En aquellos tiempos, los españoles e italianos inmigrantes, influyeron mucho en nuestra cultura. En los bailes familiares, además del tango, se bailaban pasodobles y tarantelas.
Un gran abrazo.
Tu tio era un Molina cualquiera, y esa foto me recuerda a aquella época en que conducía una igual. Como ha pasado el tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo querido amigo, gracias por el recuerdo.
Luis
Luis:
EliminarPodría escribir un libro con la vida de mi tío. No todas las páginas serían tan felices, pues padecía de bipolaridad, algo que lo transformaba en alguien intratable: hosco, solitario y agresivo. En ese entonces no se conocía que tuviese ese mal, lo que le trajo a todos (y a él más que a nadie) zozobras y sufrimiento que podrían habese evitado. Era un hombre extremadamente inteligente y habilidoso; muy trabajador, también.
Un gran abrazo.
Bueno Arturo,el relato que haces de tu tío es fenomenal porque a si lo te dio el guión tu tío.
ResponderEliminarEl entendió que la vida se debe tomar lo positivo, con lo que puedas disfrutar porque es lo que al otro mundo te puedes llevar haber sabido entender la vida.
Saber
José:
EliminarEra un hombre muy activo, practicaba deportes (fútbol, tenis, natación) y poseía un espíritu creador.
En un momento, llegó a ser el Presidente del Club Ferro Carril Oeste de Merlo; gracias a su gestión, se contrataron a los payasos de la TV, Firulete y Santiaguito, para gran regocijo de nosotros, los niños de entonces.
Saludos cordiales.
Muy divertidas las ocurrencias de tu tío Cacho. Ver las caras de los demás cuando no se esperan esos torcidos y mugrientos dientes, sería un poema. La tarta del ladrillo buenísima, me gustan ese tipo de bromas que no hacen daño a nadie. Conocí alguien que recortaba las anchoas de la caja de cartón y las mezclaba con las buenas, servidas en un plato. La gente se apuraba al cogerlas y nosotros nos partíamos de risa.
ResponderEliminarPues gracias Arturo por este simpático relato tan bien escrito como siempre. Un abrazo.
Antonia:
EliminarPues que serían muy desabridas aquellas anchoas. Me imagino los gestos de la cara de las víctimas, ja, ja, ja.
Sin dudas, mi tío Cacho era un bromista cabal.
De joven, se solía juntar con un primo hermano de su edad (hermano de leche, también), con quien hacía todo tipo de desaguisados. Cierta vez, mi tío Cacho agarró un caballo que pastaba en un potrero, lo montó en pelo y se metió dentro del bar del barrio. Desde entonces le prohibieron la entrada.
Un gran abrazo.
Esta entrada, Arturo, nos ha sacado varias sonrisas y el imaginarnos las situaciones de las bromas de tu tío ha sido delirante.
ResponderEliminar¡Vaya personaje el Cacho, tú! Se reía hasta de él mismo. Y eso, querido Arturo, es muy sano.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Mos:
EliminarMi tío Cacho era fuente de innovaciones. Por ejemplo, en 1961 se había comprado un grabador, marca Geloso, a carretes de cinta. Con este aparato de por medio, nos juntábamos todos a escuchar las grabaciones de nuestras voces. En aquellos tiempos nadie había tenido jamás la posibilidad de oír la voz propia, de modo que esas reuniones resultaban muy divertidas. Tuvieron que pasar muchos años hasta que, en 1979, se abrió la importación a productos electrónicos y mi padre pudiese adquirir un radio-grabador a casete.
Un gran abrazo.
Siempre es un placer recordar a familiares entrañables en situaciones divertidas, Arturo, recordar las cosas simpáticas y graciosas, recordarlos con sonrisas es como sentirlos más cerca y nos hacen los momentos agradables entre recuerdos.
ResponderEliminarGracias por compartir cosas de tu tío.
Un beso.
María:
EliminarEl agradecido soy yo, por tus palabras, siempre tan bellas.
Supongo que el rememorar situaciones placenteras, más que a las personas que recordamos, nos estamos focalizando en ese que éramos. Es el goce nuestro de entonces el que comanda nuestros sentimientos, la pérdida actual se enfoca como propia, más que ajena. Añoramos etapas previas; de tal suerte que, el adolescente añora al niño que fue; el joven recuerda con cariño al niño y al adolescente que alguna vez fue y así, sucesivamente...
Un beso.
Hola Arturo,leyéndote, porque tu blog es de dos direcciones,
ResponderEliminartenemos curiosidad de leer tus siempre amables contestaciones .
Me has hecho recordar tiempos lejanos de juventud, nos mandó la empresa
para realizar un trabajo de telefonía a Marbella ,sitio de una gran marcha para la juventud, una noche nos empeñamos seis compañeros en meter un burro en un club de alterne para comprobar si le gustaba el champagne lo metimos, pero a nosotros también nos metieron en la trena, al día siguiente llamaron al ingeniero que se pasase a recogernos.
Saludos
José:
EliminarUna muy jugosa anécdota, ya que resulta en extremo graciosa. Me imagino el tole-tole que se armó allí, con el borrico dentro del local, ja, ja, ja.
Y ya que mencionaste burro, cuando nos casamos, nos fuimos a vivir a Deán Funes, Provincia de Córdoba; allí había un viejo que estaba orate, tenía un burro al que mimaba mucho; tanto era su cariño, que lo sacaba de paseo en su auto. Y me consta porque lo vimos, junto a mi esposa cómo iba el burro en la parte trasera del auto viejo y destartalado. Para ello, el anciano le había quitado los asientos respectivos.
Ya me habían contado que tenía esa costumbre, pero yo no les había creído...
Saludos cordiales.
Jajajaja lo de ver a los del trolebús mirando alucinados la dentadura dentro, tuvo que ser un poema. Lo del baile lo hacía igual un compañero mío de colegio, pero tocándole el culo a las chicas mientras bailaba. Tenía una incleible habilidad para irse en el momento justo. Más de una pareja le entr´ço a trompadas a algún desgraciado que no sabía que había ocurrido.
ResponderEliminarBesazo amigo, un placer volver a estar por tu casa.
Dolega:
EliminarDe mi tío Cacho tengo algunas anécdotas más ásperas.
Por ejemplo, cuando viajaba en su motoneta para vender y también hacer cobranzas, iba armado con una pistola calibre 22. Cierta vez, un camión que venia en dirección contraria, le tiró el vehículo encima; de casualidad no se cayó la motoneta. Dio la vuelta, para perseguir al camión, lo alcanzó y le disparó a las cubiertas traseras, con lo que lo dejó varado y con el enorme costo de reposición de las gomas. Hecho esto, dio la vuelta otra vez, para seguir su camino.
Un beso.
Muchas gracias por estos personajes que uno aprende a querer sin conocerlos. Sin embargo, mejor no tenerlo a Cacho en la vereda contraria, porque ahí sí que no causaría gracia.
ResponderEliminarPor cierto, tengo una sorpresa para vos, es cuestión de un par de días, nada más.
Un abrazo.
HD
Humberto:
Eliminar"Para muestra, basta un botón". Y estas pocas ocurrencias alcanzan para mostrarlo tal como era.
Respecto a la sorpresa, espero que sea algo bueno, que será apreciado.
Un gran abrazo.
Genial tu relato chispeante y lúdico! El humor, amigo, lo sabrás,es más que necesario en esta vida, y si vemos que alguien pudo vivir así, con esa tranquilidad por lo que era...me deja sin palabras! ...;)
ResponderEliminarACEPTACIÓN TOTAL DE SI MISMO! Y eso, es lo más positivo que hay...
ABRAZOS, ARTURO!
BUEN MIÉRCOLES PARA TI!
Maritza:
EliminarDigamos que hay gente que posee el instinto de hacer lo que le viene en gana, sin preocuparse demasiado por el "qué dirán". Son nuestros héroes, pues se animan a realizar nuestros deseos imposibles. Donde el miedo nos frena, ellos nos sacan ventaja.
Un gran abrazo y que tengas un lindo fin de semana.
Qué bueno!!! Jajaja, me hizo muchísima gracia todo el relato.
ResponderEliminarPodés creer que tengo un tío que se llama Cacho? Pero nada que ver con el tuyo, ojalá!!
Cuánto hacía que no escuchaba las palabras "lanza perfume".
Un beso Arturo, me divirtió mucho el post, y eso se agradece siempre
Eva:
EliminarHay un tema musical que se llama "Lanzaperfume, lo interpreta Rita Lee.
Fíjate que hoy los apodos son diferentes: a un carlos u Oscar, no se le dice Cacho, se los llama por sus apócopes Car u Os; lo mismo Su, por Susana, o Flor por Florencia.
Un beso, y que tengas un hermoso fin de semana.
Gracias por las sonrisas y por los ratos amenos que nos regalas. Un personaje que se hace querer a pesar de todas las travesuras. Que rico repartir risas.
ResponderEliminarUn abrazo
Susana:
EliminarHe observado que todos hallamos en quienes admiramos aquello que quisiéramos hacer, pero no nos animamos a realizarlo.
Es así que creamos los ídolos. Los tenemos para el deporte, para la actuación, para la televisión, o para la literatura. Eso no quita que admiremos ciertas cualidades entre aquellos que nos rodean. Quizá esas ocurrencias de mi tío -que festejo- sean las mismas que me faltan...
Un gran abrazo.
Me encanta el blog y esta historia en particular me gustó mucho. Tiene un humor muy familiero, de esos que te hacen acordar a tus propios personajes de la familia. Espero con ansias la próxima entrada. ¡Te mando muchos saludos!
ResponderEliminarPD: Gracias por los tips ;)
Esteban:
EliminarEl agradecido soy yo, por tu visita y por tus conceptos.
Un gran abrazo.
ES UN PLACER LEERTE ARTURO. SIEMPRE NOS SACAS ESA SONRISA QUE TANTO HACE FALTA.
ResponderEliminarUN GRAN ABRAZO
CARLOS
Carlos:
EliminarEs que vivir amargado es un doble castigo: pues se padecen las cosas y se amarga uno por ellas.
En cambio, si nos reímos de la realidad y desdramatizamos las penurias, logramos no solo superar la adversidad, sino que podemos llegar a divertirnos un poquito a costa de ella.
Va un gran abrazo, también.
Así es Arturo.
Eliminarseguimos leyendote
Carlos
Toda una personalidad tu tio, yo tambien tuve un tio parecido al tuyo, se llamaba Gullermo y era marido de una hermana de mi madre, es decir mi tia, nosotros somos del sur, de Andalucia, y mi tio era del centro, Madrid, pero todos los sobrinos estàbamos locos con sus chistes y sobre todo con su forma de ser, nos dejaba disfrazarlo, pintarlo y hacía el payaso para todos nosotros, pero cuando estábamos enfermo siempre venia y nos traìa algún juguete ò chucherías, al no tener hijos todos èramos parte de èl, un dia llegó de trabajar y un fallo cardíaco se lo llevò. Han pasado muchos años pero cuando la familia nos reunimos siempre hay un recuerdo para nuestro tío Guille.
ResponderEliminarun saludo
fus
Fus:
EliminarPor cierto que, de niños, todos hemos tenido algún tío preferido. Si no era hermano de los padres, podría ser un primo, o un tío político (marido de alguna de las tías), o hasta un amigo de la familia.
Este tío resultaba ser una caja de sorpresas, siempre tenía alguna novedad para nosotros: alguna golosina o un juguete sencillo...
Era fácil quererlo.
Un gran abrazo.
ARTURO que bueno seria tener un personaje tan divertido como Cacho en la familia.
ResponderEliminarMe divertí mucho leyéndote
cariños para vos, amigo !
Meryross:
EliminarCada vez que iba a pasar unos días a lo de mi abuela, mi primo me ponía al tanto de las últimas novedades que había tenido nuestro tío. Siempre me decía: "¿A que no sabés la última que hizo Cacho?"
Y ahí nos matábamos de risa, o de asombro.
¡Qué edad maravillosa!
Besos.
Querido Arturo,
ResponderEliminarme has hecho reir y divertir con este relato tan simpàtico.
Es inmejorable. Hay personas que saben reirse de si mismo y causan simpatia en su alrededor.
Excelente relato.
Te mando un abrazo.
Genessis:
EliminarTe garantizo que mi tío se ha mandado unos cuantos desmanes, con los que nos reímos a morir. Una vez le giró los "sapitos" del auto (surtidores de agua para lava parabrisas), de modo que el chorro de agua diera sobre la acera. Al pasar frente a los parroquianos que estaban sentados a una mesa de bar sobre la acera, los mojaba y esta gente no sabía de dónde le venía el agua...}
Gracias por tus palabras.
Un gran abrazo.