Al
día de Reyes del año 1967 lo recuerdo vívidamente, fue cuando recibí el primer
regalo de mi adolescencia: una radio portátil a transistores.
Me
pareció el objeto más bello que nunca antes hubiera tenido, si hasta recuerdo
la marca ignota que identificaba ese aparato: Malibú 67.
Estábamos
en plena época de la famosa radio “Spica”, que marcó un hito en la materia; sin
embargo, mi receptor era —por cierto— mucho más bonito y moderno.
La
posesión de ese objeto me introdujo de lleno en un nuevo mundo de sensaciones,
dio paso a otros gustos y a otras costumbres. La niñez pasaba al olvido.
Por
medio de aquel radio receptor comencé a escuchar música moderna a mi elección,
en especial cuando me acostaba por las noches para dormir. Entonces sintonizaba
un programa en particular, conducido por Rodolfo “Fito” Salinas, llamado
“Música con Thomp, son y Williams”, que tomaba su denominación del nombre de una
sastrería que lo auspiciaba. La competencia era "Modart en la noche",
otro ciclo, patrocinado por un negocio de la competencia.
Si
bien la mayoría de los temas que se emitían correspondían a artistas internacionales
(solistas como Charles Aznavour, Petula Clark, Tom Jones, Engelbert Humperdnick,
o conjuntos de moda, tanto estadounidenses como ingleses), también en ese
programa se incluían algunas interpretaciones de artistas locales, que surgían
por aquel entonces; entre ellos puedo citar a Moris, los conjuntos Almendra, Los
Gatos, Manal, Pintura Fresca, Los Náufragos, Los Iracundos o La Joven Guardia.
Fue así que, a través de dicho programa, descubrí las primeras canciones que dieron origen el fenómeno que hoy se conoce como “Rock Nacional”.
Fue así que, a través de dicho programa, descubrí las primeras canciones que dieron origen el fenómeno que hoy se conoce como “Rock Nacional”.
Con
ese receptor a un volumen muy bajo, para no molestar a los demás habitantes de
la casa -que debían dormir-, escuchaba con suma atención todo cuanto se decía
en esos programas. Mi hermano menor, que compartía la pieza conmigo, también
escucharía algo; aunque rápidamente se dormía.
Varias
veces aquel receptor debió quedar silente por causa del agotamiento de sus
pilas de carbón y la falta de dinero para reponerlas...
El
paso del tiempo, los golpes, el uso intensivo y (sobre todo) mis intervenciones
reiteradas en sus circuitos electrónicos para tratar de reparar los daños
infringidos en intervenciones previas, terminaron por tornar aquella radio en
algo completamente inservible.
Pero,
me ayudó mucho a dar el paso que hay desde la niñez hasta la adolescencia.
Hoy
los niños ya nacen con un iPod pegado al oído...
Arturo, me has hecho recordar mi infancia, pues sobre los diez años me regalaron un pequeño transistor que me cambió los ratos de ocio. Lo escuchaba embobada, poniéndome al día de toda la música y, por las noches, escuchaba obras de teatro o programas como "Ustedes son formidables". Ah, qué tiempos... Hasta una alcahueta llamada señora Francis salía por el aparetejo dando todo tipo de consejos.
ResponderEliminarY llevas razón: hoy los peques nacen con las pilas puestas y aprenden a manejar las maquinitas antes que a hablar.
Un abrazo transoceánico.
Isabel:
EliminarPor supuesto que por aquellos años no había otra cosa para hacer más que escuchar programas de radio, en amplitud modulada (AM), o ver los pocos canales de TV que existían.
La ventaja del receptor de radio era su portabilidad, que permitía llevarlo a donde estuviera con mis amigos.
En mi caso, los domingos gastaba pilas a lo loco, primero para oir la carrera de turismo carretera y luego, a la tarde, los relatos de algún encuentro de fútbol.
Ya que no había satélite, ni nada por el estilo, cada localidad poseía su propia programación, por lo que tú escuchabas una programación diferente a la que yo tenía acceso.
Un gran abrazo.
A mi me regalaron un caballo enorme de grande de cartón me hizo mucha ilusión la cual me duró poco,pues cuando me fui acostar pensé que el caballo tendría sed y le eche dos litros de agua por las orejas,quedándome tan satisfecho de haber dado de beber a mi caballo.
ResponderEliminarAl día siguiente mi sorpresa fue mayúscula ya no era un caballo parecían de lo que se había inchado con el agua.
Saludos
José:
EliminarLas travesurass del niño casi siempre son a causa de su inocencia; sin embargo, los mayores creen que lo hacen por maldad.
Pobrecito, tu caballito.
Saludos cordiales.
Yo todavía tengo un transistor del año 1958, creo que ya no funciona pero yo le tengo cariño y es una de las cosas que me resistoa tirar.
ResponderEliminar¡Que difernecia a los de ahora, ¿verdad?
Me ha gustado tu artículo Arturo.
Un abrazo desde Madrid
María de los Ángeles:
EliminarMi radio, por el contrario, ha ido a parar con la basura. Y no era para menos, pues ya no funcionaba pues además de lo que la había manoseado, tenía destruida la antena de hiero dulce, partida -al menos- en tres partes.
Tengo en casa la radio eléctrica que había en casa, se la pedí a mi madre y la hice reparar, aun le falta reacondicionar el lustre de su mueble de madera.
Ahora todo es descartable, por desgracia.
Un gran abrazo.
La infancia de los años sesenta nada tenía que ver con la infancia de ahora, en aquella época cualquier cosa que nos trajeran los reyes era bienvenido porque todo se agradecía.
ResponderEliminarYo no recuerdo muy bien cual fue mi primer regalo de reyes de adolescente, pero recuerdo muy bien mi primer casette en el que yo era feliz escuchando desde las cintas que metía de caseete a mis ídolos en la adolescencia: Miguel Bosé, Los Pecos, Mecano... también los auriculares tan grandes que se usaban (mira ahora vuelven a llevarse así de grandes jajajaja), tengo muy buenos y entrañables recuerdos de aquella época, donde todo se agradecía.
Yo recuerdo la radio que escuchaba mi madre cuando yo era niña de esas grandes, recuerdo varios programas y novelas, ¡qué tiempos me has traído a la memoria! ¡cuánto te lo agradezco!
Muy entrañable tu entrada.
Un beso, amigo Arturo.
María:
EliminarAun recuerdo -vagamente- las reuniones nocturnas de mi familia alrededor de la radio eléctrica, era para escuchar a "Los Perez García", una familia que tenía infinidad de problemas, al punto tal que se generalizó el dicho: "tengo más problemas que los Perez García" cuando uno estaba acosado por las contrariedades.
En mi casa, el primer radiograbador a casete lo compró mi padre en 1977, mientras que yo me compré uno stereo AKAI japonés, a finales de 1979. Todavía andan por allí infinidad de casetes grabados y comprados de aquellas épocas. En 1990 pasé al CD.
Para mi, la radio siempre fue una gran compañía; en especial mientras manejaba mi automóvil.
Un beso.
ARTURO. que tiempos aquellos !! yo también escuchaba ese programa por las noches,“Música con Thomp, son y Williams”, con Fito Salinas. que buena música ! ...obviamente en mi radio Noblex Carina, o en la radio eléctrica que la sintonizabamos a los golpes.
ResponderEliminarArturo gracias por los recuerdos
besitos
Meryross:
EliminarAquel programa tenía la característica de pasar la música que estaba de moda en ese momento. Modart en la noche, en cambio, estaba dirigido a un público menos sofisticado.
Recuerdo bien haber scuchado a The Beatles cantando Sgt. Pepper's, en especial los tres primeros temas: "Sgt. Pepper's...", "With a little help of mi friends" y "Lucy in the sky with diamonds". Me volvía loco de alegría y gozo, no podía creer lo que escuchaba.
Además, Fito Salinas tenía un modo de locución muy moderno y descontracturado, diferente de las estridencias de Cacho Fontana y compañía. Recuerdo que lo sentía como un amigo mío.
Besos mil.
Arturo, Malibú 67, pero si ese aparato aunque no funcione tiene que valer una fortuna en las tiendas de viejo y por lo que te den te comprs siete u ocho ipads, que por cierto tienen la misma utilidad que tu aparato; la de descubrir el mundo. Nosostros tampoco lo sabíamos cuando nos regalaron la primera radio. Ahora ya lo sabemos.
ResponderEliminarSaludos desde Malibú 67
Jaal:
EliminarYa han pasado décadas del día que lo desechamos junto con la basura.
La pobre radio no daba más; estaba destruída por completo. Tengamos en cuenta de que era un producto de la industria argentina, por lo que la matricería y los materiales no eran de los mejores del mundo...
Sin embargo, cumplió su función.
Un gran abrazo.
Yo recuerdo que teníamos un televisor con dos canales (era lo que había)y que de tan viejo que estaba de vez en cuando se volvía loco y la imagen subía y bajaba sin parar, hecho éste que nos obligaba a estar con la cabeza al ritmo de su locura. Se curaba, eso sí, dándole un golpecito suave en el lateral. Jaja, lo recuerdo con mucho cariño; ahora tengo mil canales que me ofrecen muchas cosas, pero ninguna tan interesante como: historias para no dormir. Un a entrada preciosa, Arturo.
ResponderEliminarÁngela:
EliminarYa que hablas de la TV, tengo escrito un cuento acerca de un fanático de los programas televisivos, que edité aquí en abril próximo pasado. El enlace es el siguiente:
http://pensamientosyopinionesdearturo.blogspot.com.ar/2012/04/ernestito-bacigaluppo.html
Si no me equivoco, "Historias para no dormir" era un ciclo de Chicho Ibáñez Serrador, donde trabajaba su padre, Narciso Ibáñez Menta. allí se solían adaptar cuentos de Edgar Allan Poe.
Aquí sus ciclos fueron, entre otros: "El muñeco maldito", "El hombre que volvió de la muerte", "¿Es usted el asesino?", "El pulpo negro", "Obras maestras del terror", etcétera.
Yo era muy chico (siete u ocho años) cuando comenzaron con estos programas, que me daban miedo; a tal punto, que miraba las escenas con mi rostro tapado por las manos y atisbaba a través de las rendijas de los dedos.
Unos vecinos nuestros que tenían un TV a válvulas ya viejo, lo tenían apoyado de lado (es decir sobre uno de sus laterales), pues era el único modo de que funcionase. Era muy cómico verlos mirar TV con la cabeza acostada sobre un hombro. Es verídico.
Besos metralleta.
Yo recuerdo unos enormes y aparatosos aparatos de Radio que precisaban un mueble para ellos solos. La familia se reunía junto a ellos. Más tarde la TV los arrumbó (a aquellos aparatos y a las familias). Yo, en cambio recuerdo el regalo del "Pikú" un minitocadiscos portátil del que se pueden contar muchas historias. La que tu cuentas está llena de ternura y nostalgia. Me ha gustado.
ResponderEliminarY de los músicos que citas, solo reduerdo a Moris. Cuando llegó a España yo vivía en Madrid y fue toda una revolución su presencia.
Enhorabuena por tu blog. Saludos
José:
EliminarAnte todo, muchas gracias por tu presencia y por tu comentario en este espacio, donde eres bienvenido.
Mencionas a las primeras radios, unos armatostes impresionantes que ocupaban un lugar de lujo en las viviendas de las familias pudientes de entonces; algo así como sería hoy un LCD de doscientas pulgadas (valga la exageración), para ver películas.
Soy nacido en diciembre de 1952, por lo cual, las radios de mi niñez eran ya más compactas, aunque aun eléctricas.
Ví la llegada de las primeras radios portátiles a transistores y también de las emisiones en FM (frecuencia modulada).
Respecto al Pikú, nunca lo he visto (salvo en unas fotos que fui a buscar a Google, recién); imagino que habría de ser muy práctico en pic-nics y fiestas juveniles de entonces.
Con relación a los artistas argentinos que integraban aquellos conjuntos, la voz principal de la joven Guardia estaba a cargo de Roque Narvaja, quien luego vivió por mucho tiempo en España. En Almendra, esa función la cumplía Luis Alberto Spinetta, que es considerado el mayor poeta dentro de la música pop argentina.
Saludos cordiales.
Te leo Arturo, cuantos recuerdos, para colmo los míos son de una década anterior, eso me llama a una reflexión, ¡Que viejos que estamos!
ResponderEliminarGracias por el recuerdo amigo, te dejo un gran abrazo "Actual"
Luis:
EliminarTenés razón, hablo de medio siglo como si nada.
Sin dudas que escucharías tangos, folklore y swing todo el tiempo, ya que tus vivencias deben ser anteriores al Club del Clan y la Nueva Ola.
No sé si llegabas a escuchar a Felipe, con Sandrini, o a Calle Corrientes, la Revista Dislocada, etc.
Un gran abrazo, mi amigo.
Me diste con un caño Arturo, seguro que escuche a Felipe, Calle Corrientes , la revista dislocada, y te olvidaste de los tres grandes; Balá, Matchesini y Locatti, Ademas de Los cinco grandes de buen humor, Catita.
Eliminar¡Huyyyyyyyyy! que olor a formol...
Luis:
EliminarYo guardo en mi memoria -vagamente- aquellas noches en el comedor de diario con la radio encendida. Se escuchaba a "Los Pérez García".
Los sábados en la radio daban teatro, desde el teatro; las veladas de box, con Fiorentino su: "...que acusó en la balanza setenta kilos trescientos, ¡se-ten-ta, treees-cien-tos!"
Y los sábados a eso de las once de la mañana, los programas de la colectividad española, que escuchaban mis abuelos: zarzuelas, jotas, sevillanas, pasodobles. Se la oía cantar a Lolita Torres (la preferida de ellos, la adoraban).
También recuerdo a Troilo, di Sarli, Canaro, Fresedo, hasta Gardel; pasaban uno tras el otro, sin terminar nunca...
Si, a ese trío famoso le decían "Los tres"; me gustaba Fidel Pintos que hacía de jugador empedernido en "Calle Corrientes" y a Sandrini llamando a los gritos a su amigo: "¡Pa- pastichotti!", o a Julio de Grazia con su: "y entonces llegaba... ¡el muchachito!, ¡Alan Ladd!"
Tiempos donde había que tener imaginación y concentración en los diálogos y en las descripciones...
Todos ellos no son más viejos que el diario de ayer y sin embargo, aun persisten en nuestras mentes.
Un gran abrazo, mi amigo.
Sí, los niños nacen así. No sé si es bueno o malo, eso lo dirá el tiempo.Son hijos de sus circunstancias. Ellos descubren el mundo de otra forma, la tecnología, la informática etc. les da una perspectiva distinta del mismo, todo es aquí y ahora.
ResponderEliminarCuando yo era pequeña, en mi casa, que era la única que tenía aparato de radio, se reunían algunos vecinos, a veces para escuchar novelas, pero sobre todo para escuchar alguna emisora que se cogía de refilón y enterarse de lo que ocurría en nuestro país, como Radio Pirenaica, porque sólo desde fuera nos decían alguna verdad. Bueno... como ahora, jejeje.
Yo no era consciente de nada de eso, sólo me gustaba ver la cocina con vecinos que hablaban de lo divino y lo humano; bueno, más bien de lo humano.
Ahora decimos que todo está más deshumanizado, es posible, de todos modos, las personas tenemos una gran capacidad de adaptación y también saldremos de ésta, seguro.
Un abrazo, Arturo, y no metas las uñas en los entresijos de un aparato electrónico o cómo sea, si no sabes, porque luego... no funciona.
Aurora:
EliminarCreo que los niños poseen millones de posibilidades; pero, que se concentran en unas poquísimas, que -además- no son las mejores.
Lo que dices acerca de la época del tirano era similar a lo que sucedía aquí en la primera época de Perón: la gente sintonizaba Radio Colonia, del Uruguay.
Cuando era pequeño, en verano solía salir a la calle, luego de cenar; iba a juntarme con los vecinos que sacaban sus sillas -de asiento de paja- a tomar el fresco y a charlar de bueyes perdidos. A veces veíamos algún satélite cruzar el cielo estrellado...
En mi modesta opinión, la destrucción de puestos de trabajo trae consigo un deterioro cultural enorme entre las personas. Se deprimen y dejan de interesarse en diversidad de temas, que antes acaparaban su atención.
Es la decadencia, Aurora...
Con el tiempo, me capacité; a punto tal que he intervenido en equipos de valores varias veces millonarios, tareas por las que hasta me pagaron. Ja- ja- ja.
Un gran abrazo.
Hola, Arturo! Lindo recuerdo este de las radios portátiles. Mi padrino tenía una Spika forrada en cuero y en casa había una Noblex Carina. Como soy una generación más acá, mi primer grabador me lo regalo mi padrino a los 15 y traía una calcomanía con la novedad "SONIDO STEREO" sí, de los primeros con sonido stereo y una cassetera sola!!! Recuerdo haber hecho grabaciones desquiciadas poniendo el grabador a unos centímetros de otro de una amiga para hacer copias de cassettes tdk. La brecha digital es enorme con respecto a mis hijos que la tienen mucho más fácil para escuchar la música o los programas que les gustan. El otro día encontré una bolsa enorme de cables, cargadores, manos libres y ahí saqué una cuenta de cuantos dispositivos han pasado por casa en menos de diez años. Tremendo.
ResponderEliminarHermoso post el de hoy, maestro.
Abrazo va!
Sandra:
EliminarDesde la radio, que alegraba los hogares en la década del treinta, hasta el TV que comenzó a generalizarse en fines de los cincuenta, pasaron cerca de treinta años, otros cinco más hasta la generalización de las radios portátiles. Y a menos de cincuenta años del furor por la Spica tenemos conectividad total (GPS, iPod, tabletas, etcétera).
¿Acaso el cerebro humano avanzó tanto?, ¿o estamos en un proceso de selección natural, que está dejando afuera de la sociedad a todos aquellos que no alcanzan a dominar las nuevas tecnologías?
Mucho me temo que estaríamos ante un camino sin salida: con el tiempo la población desplazada se hará más numerosa, con respecto a la incluida en los modelos económicos. Y con la gente no se puede hacer como con los aparatos electrónicos, es decir desecharla.
Acertar cómo será el futuro es mucho más difícil que imaginar la novela perfecta...
Un gran abrazo.
Sabes? me has recordado cuando me regalaron mi primer tocadiscos.
ResponderEliminarEra portátil y los discos se colocaban en una pletina, se pulsaba un botón y él solito se introducía dentro del aparato sonaba. Por eso a ese artilugio le llamaban "comediscos".
Sólo funcionaba con singles y sonaba de maravilla.
Aún conservo discos de vinilo y un equipo de hace mil años para reproducirlos y me da la sensación de que la música suena mejor en él que en cualquier equipo actual.
Qué mayor me siento evocando aquellos años...
Un abrazo.
Belén.
EliminarLo que comentas lo he visto, aunque creo que un solo dispositivo en mi vida, era propiedad de algún conocido de la época. No tuvieron demasiado éxito, supongo que por su fragilidad.
Yo también poseo algunos vinilos y coincido contigo en eso de que sonaban mejor.
La explicación técnica a tal virtud refiere a que por ser un sonido analógico (no digital) posee un mayor ancho de banda; o sea, las vibraciones que reproduce y que configuran el sonido son todas las posibles dentro del rango de audición humano; las reproducciones digitales, en cambio, solo seleccionan longitudes de onda determinadas y filtran (eliminan otras); en tal proceso "limpian" ruidos molestos, pero empobrecen el espectro auditivo, o sea, hay sonidos que se pierden. Es un proceso similar -no igual- al del funcionamiento de nuestra vista y la proyección de una película en el cine: se engaña a la visión con una serie de fotos sucesivas. Espero haber sido claro.
Los melómanos más exquisitos prefieren los discos vinílicos...
Un gran abrazo.
Antes habia infancia, ilusion, ahora no queda nada de eso, no se si era mejor o peor, pero si mas sano. un abrazo
ResponderEliminarMaría Jesús:
EliminarDices bien, cuando yo era un niño no existía ese deseo desenfrenado por dejar de disfrutar la niñez.
En eso puedo decir que fui afortunado, pues como me crié con la compañía de niños menores que yo, pude prolongar esa etapa.
La adolescencia, con sus cambios físicos y mentales, plantea una crisis en la vida de las personas, algo que un niño no padece.
Supongo que la inocencia infantil está asegurada, aunque hoy en día les induzcan a pensar cuestiones que se encuentran fuera de su ámbito.
Para prepararlos para el mundo que han de enfrentar, a los niños se les arman agendas cargadísimas, que les impiden tener la libertad para jugar, que dominó nuestra xistencia.
Lamentablemente, están obligados a ello.
Un gran abrazo.
Infinitas gracias querido y admirado amigo por hacernos confidentes de tus bellas y entrañables vivencias. Muchos besinos y feliz fin de semana te deseo con inmenso cariño.
ResponderEliminarOzna:
EliminarMuchas gracias a ti, que te arrimas para que comparta estos recuerdos contigo.
Que pases un lindo fin de semana y has de cuidarte del frío, mi dulce amiga.
Mil besos.
Pueden pasar los años y con ellos los medios de comunicación, pero NADA tiene la magia que tenían estas radios que sólo captaban la AM.
ResponderEliminarAún hoy, cuando quiero sentirme acompañado sin querer estar acompañado, pongo alguna emisora no muy conocida que simplemente me hable mientras hago otras cosas.
No sé si en Brasil serían diferentes, pero yo tuve una Spica con una funda de cuero color marrón, recuerdo que tenía agujeritos donde coincidía con el parlante.
Un fuerte abrazo.
HD
Humberto:
EliminarLo que dices es cierto. La radio es -ante todo- compañera invalorable.
Es algo típico que los talleres mecánicos posean la radio encendida todo el día, para escuchar música, o los comentarios que allí se propalan.
Cuando manejaba mi auto, o los vehículos de la empresa donde trabajo, siempre llevaba la radio encendida. No importaba si se trataba de una radio capitalina o una de San Pedro de Jujuy o de Comodoro Rivadavia, ella siempre estaba conmigo.
La Spica era tal cual la describes, además poseía un diminuto estuche de cuero adosado a la correa, que era el lugar donde se guardaba el audífono con su cable.
Mi hermano tuvo una Spica trucha (era industria argentina y el estuche era de plástico, en vez de ser de cuero); sin darse cuenta, una noche la puso cerca de la estufa eléctrica; el calor la derritió y quedó hecha una banana...
Un gran abrazo.
Yo me acuerdo perfectamente cuando en Montevideo ( Uruguay) en la pensión que tenía mi madre y venían muchos de ellos de la ciudad de Cordoba (Argentina),y para entretenerme yo y los pensionistas me ponía esa radio color azúl que me parecía lo mejor del mundo, con solo 15 años, ya tengo más de 60 y recuerdo con cariño esos días con mis padres y el parque Rodo en la playa Ramirez a mi espalda. Ahora estoy en España en Toledo, y me acuedo con nostalgia de esa etapa.Un abrazo
ResponderEliminarDoris:
EliminarQuiero agradecer tu presencia en este lugar y el que hayas dejado un comentario. Eres bienvenida cada vez que desees arrimarte por aquì.
Supongo que hablas de la dècada de los sesenta, cuando los locutores uruguayos emitìan sus programas con un ruido de eco en sus voces, algo no practicado del otro lado del Rìo de la PLata.
Esas emisiones radiofònicas solìan oìrse en la costa atlàntica de la Provincia de Buenos Aires.
En aquellas èpocas la radio todavìa era el centro de las reuniones.
Un gran abrazo.
Wooooo, como bien dice el amigo El Moli, hay olor a formol....
ResponderEliminarPero a mi me fascina recordar esas cosas, será que ya me estoy aproximando a una tercera etapa??
La primera radio, el primer pasacassette, el primer reloj, el primer anillo, los primeros zapatos con taco alto........
demasiadas cosas para una sola cabeza....jajajja
Buen escrito y bellísimo recuerdo Arturo.
Genessis:
EliminarMás que formol, esto suena a intimidad, a la nostalgia que cada vez tiene más armas poderosas para decir: ¡presente! y así entibiarnos el corazón.
En verdad, esta radio simboliza el pasaje desde la niñez hacia la adolescencia.
El formol se utiliza para preservar cosas muertas, los recuerdos, en cambio, viven en nosotros...
Un gran abrazo.
A mí también me has recordado noches de adolescente pegado a una pequeña radio a transistores. Era un mundo íntimo y personal entre la música, las entrevistas y los programas de misterio que luego hacían que me cagara de miedo. Eran los trece años y el cambio que se avecinaba en el paso de la niñez a la adolescencia. luego vinieron los primeros discos, los radio-cassettes. Todo recuerdos, amigo Arturo.
ResponderEliminarUn abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Mos:
EliminarEs tal cual como dices.
Aunque en mi caso tenìa poco tiempo para escuchar la radio, pues al otro dìa iba bien temprano al colegio industrial.
Miraba la TV hasta las once de la noche, que era el horario en que terminaban las series de acción; luego me iba a la cama, donde me esperaba la radio y su mundo maravilloso.
Un gran abrazo.
Me encantó compartir tu recuerdo, ahora bien es cierto que todo lo tienen antes siquiera de desearlo, y no es lo mismo.
ResponderEliminarUn abrazo enorme
Pilar:
EliminarTù bien sabes que el mundo ha cambiado y hoy los deseos se cumplen con facilidad.
Esto hace que los objetos no sean tan queridos como antes, cuando era necesario armarse de paciencia para obtener algo deseado y eso, cuando tenías la fortuna de conseguirlo.
Hoy, todo se reduce a trabajar -si tienes suerte- para gastar ese dinero en adquirir esos objetos que deberían hacerte feliz.
Lo que no sé es cuál sería el precio de compartir un momento de felicidad, entre amigos. Y creo que nadie lo puede valorar.
Un gran abrazo.
¡Qué tiempos aquellos!, yo los defino como "cuando todo era fácil".
ResponderEliminarHace tiempo tuve una idea parecida a la tuya y escribí de "aquel radiocasette" (luego, por mi mala cabeza, terminé respondiendo a un reto y cantando en el blog, jaja).
Besos
Marìa:
EliminarTienes razón. En nuestra mente adolescente imaginábamos un mundo simple y sencillo, como nuestras vidas de ese entonces.
Las preocupaciones eran cosa de los mayores, quienes no nos participaban de ellas, además. Y aquellas que llegábamos a percibir, creíamos que serìan resueltas por ellos.
Voy a buscar el enlace a ese post que mencionas.
Besos.
Por cierto, Arturo, que sepas que tu blog me echa de seguidora (me declaro inocente de lo que sea) y cada vez tengo que volver a seguir y me borra.
ResponderEliminarMás besos
Marìa:
EliminarEs un gran honor que te acerques a leer estas reflexiones, juegos de la inventiva y recuerdos que pasan por mi mente.
Te diré mi teoría acerca de los blogs que sigo: En su gran mayoría son un bálsamo para el alma de sus dueños. Es como si traspusieran ua puerta virtual, tras la que quedan sus afectos, su familia, amigos, ambiente laboral. Entonces abren -o entornan- una ventanita en sus almas, a travès de donde se nos muestran del modo màs sincero. Allí puedo ver la autoestima, la capacidad de dar y sentir amor, las preocupaciones que atormentan su vida; también, sus dichas, sus pesares y hasta sus deseos más íntimos. Yo no soy muy diferente a cualquiera de ellos, de ustedes, digo.
Otros besos más.
Hola, Arturo,
ResponderEliminarMe gusta como has ido narrando el significado de lo que supuso en tu vida este punto de conexión con otras realidades, otros modos de vida y ¡como no!, tal y cómo dices, con la música.
Seguramente los niños del Ipod algún día escribirán algo parecidos, con más o menos nostalgia de esa apéndice que llevan en el oído.
Un placer leerte y me quedo cerquita para no perderte de vista
Saludos
Pilar:
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Me da mucha gusto de que haya sido de tu agrado.
Yo tambièn creo que, como resultado del ciclo de la vida, los niños de hoy habrán de sentir nostalgia dentro de unos años, cuando recuerden sus vivencias actuales. Tal y como hoy nos sucede a nosotros.
Un gran abrazo.
Me alegro haberte encontrado de nuevo, hacía más de 8 meses que tenía cerrado mi blog y hasta el nombre le he cambiado para ver si me motiva y soy más constante esta vez. Te leía y me seguías, así que me alegro por el re encuentro. Te vi en el blog de Isabel y me vine a saludarte enseguida.
ResponderEliminarEs cierto lo que dices , antes cargábamos con esos radios y en la mitad de la noche nos quedábamos sin baterías , pero era nuestra distracción, luego la grabadora el cd player ( no sé como le llaman allá) en cambio hoy todo viene junto y en aparatos mas chiquititos.
Te dejo un abrazo desde Colombia.
Susana:
EliminarLa alegrìa es mutua, pues es un gusto que vuelvas a este espacio virtual.
Ya pasé por tu aina y lo que pude observar es muy bueno. Ademàs, ahora, con las nuevas baterìas de larga duración, no creo que te quedes sin energìa, como sucedía con aquellas radios a pilas de carbón.
Si por casualidad, algùn día necesitases una motivación para seguir, además de todos aquel amigos de la red, yo también estaré dispuesto a ayudarte a superar las dudas.
Esto logrará que este nuevo emprendimiento sea exitoso.
Un gran abrazo.
Una simple radio ha sido de siempre cordón umbilicaly correa de transmisión (nunca mejor dicho) entre la realidad palpable-relidad ficción-verdad universal.
ResponderEliminarMuchos hemos despertado al mundanal ruido adolescente gracias a ella.
¿Imaginaría Marconi cuántos oídos iba a regalar, ojos a abrir, mientras inventaba esa prenda para la posteridad?
¡Ah, y tus Reyes Magos cumplieron perfectamente en el 1967!
Abrazos, Arturo
Pilar:
EliminarEs acertada tu apreciaciòn, pues los medios masivos de comunicación tienen la particularidad de inducir modos de pensar y de percibir al entorno.
Ya de niños confiábamos más en la palabra de otro pequeño, ya "avivado" en aquellas cosas de la vida; incluso le teníamos más fe a sus dichos que a las explicaciones de los mayores, que se nos rebelaban falaces.
Eso nos remitía a los terrenos del mito y de la imaginaciòn fantàstica.
La radio, en cambio, gozaba de prestigio y nos abrìa las puertas al mundo adulto: en ella no escuchábamos programas infantiles...
Marconi jamas imaginó lo que se desataría cuando abrió la Caja de Pandora. Èl pensaba en comunicaciones desde un punto hasta otro punto.
¡Ya lo creo que aquellos Reyes cumplieron!
Un gran abrazo.
Arturo..." Regalo de Reyes "
ResponderEliminarAl menos a sido un hermoso regalo esa pequeña radio y que te ha dejado lindos recuerdos.
Mi regalo de Reyes que no olvido... mi hermano me ha despertado siendo niña y diciendo, los reyes son los padres...me he levantado a ver mi regalo y me he encontrado en los zapatos con un feo muñeco de tìteres..... nosè si ha sido por la mala noticia que me ha dado mi hermanito o que era tan feo el muñeco jajajajja
¡¡¡ muy lindo tu relato !!!
un beso
Doris:
EliminarHa sido muy cruel tu hermanito en decirte eso y justo para las vísperas.
Es muy probable que si hubieses ido llena de inocencia, te hubieses puesto feliz con el regalo. De hecho, una vez nos trajeron títeres a los tres hermanos. Eran unos payasitos con su cabeza de goma y el cuerpito de tela.
A todos nos gustaron esos regalos, pues jugábamos con ellos todo el tiempo.
¿Dónde habrán ido a parar esos tesoros?
Un beso.