Con relativa facilidad reconocemos a
unos pocos triunfadores, personas que demuestran sus extraordinarios dones y
son coronados por el éxito; sin embargo, la historia de la humanidad abunda en
personas que, pese a estar dotadas de capacidades maravillosas, no pudieron hacer
valer esas habilidades.
Innumerables artistas, guerreros,
pensadores, creadores de todo tipo, tuvieron que enfrentarse a mediocres
poderosos, que comandaban (o al menos así parecía) la organización social que
los cobijaba.
Entre ellos, algunos tuvieron que ser
obsecuentes ante estos personajes encaramados, a solo objeto de poder alcanzar
alguna realización notable, fruto de su creación.
Otros (estimo que la gran mayoría)
desaparecieron sin dejar el más mínimo testimonio, o rastro de su existencia.
Debo aceptar que también habrá existido
alguno que, lamentablemente, se extinguió en los primeros estadios de su
genialidad, intrínseca en él, ante un entorno que no le dejó desarrollar su
potencial; por lo general, debido a un contexto que favorecía a otras personas menos capaces,
aunque mejor relacionadas que él.
Al fin y al cabo, de eso se trata
tener el poder.