viernes, 5 de abril de 2013

Apodos


Nadie se salva de los apodos. Aquellos que nos conocen habrán de asignarnos diferentes maneras de nombrarnos; entre ellos estarán los cariñosos, que nos pondrán padres, abuelos o tíos; luego vendrán aquellos típicos de una pareja. Sin embargo, los más numerosos provendrán de amistades y conocidos: serán los menos agradables.
Pese a que me lo presentaron por su nombre y apellido, lo recuerdo por el apelativo con el que lo habían bautizado sus compañeros de trabajo: “King Kong”.
Habida cuenta que no era un Adonis, pensé que el mote se lo habían impuesto por su apariencia simiesca, ya que su contextura física era robusta, con unas amplias espaldas y un abdomen prominente; su figura se completaba con un par de piernas algo cortas y bastante chuecas, a las que debíamos sumar la presencia de una barba cerrada y un ensortijado cabello abundante, ambos renegridos.
Como sucede muy a menudo en este tipo de personas, su apariencia externa esconde personalidades que son de lo más retraídas, ya que rara vez escuché su tenue voz.
Se desempeñaba como electricista de la empresa y entre sus tareas de rutina figuraba acondicionar la iluminación del cielorraso de la nave central de la fábrica; para ello se valía de una tarima elevada, construida a modo de torreta con cañerías de acero, que por su gran altura, sobresalía notoriamente del entorno circundante.
Un día, al escuchar que un compañero de trabajo se refería a él como “King Kong”, le indiqué que, a mi entender, me parecía mal que se burlaran de su aspecto.
Me contestó que sólo lo observara en ese momento.
Pude ver entonces a ese electricista reemplazando un tubo fluorescente del techo de la nave central: se encontraba trepado a la cima de la plataforma, con sus brazos elevados y extendidos a ambos lados de la cabeza, balanceando todo su cuerpo mientras intentaba colocar la luminaria nueva.
De inmediato, al presenciar esa imagen, se me representó vívidamente la famosa escena de la película “King Kong”, donde el gigantesco gorila está trepado al tope del edificio “Empire State”, en lucha mortal contra los aeroplanos.
Lo digo siempre: la observación y la inventiva popular no tienen límites.

42 comentarios:

  1. jajaja muy bueno Arturo... los apodos a veces son la imagen viva del que los porta...aunque hay apodos y apodos como dices... esos que se burlan de una discapacidad fisica.
    Hay otros apodos que son de miedo, por ejemplo los que usan los actuales mafiosos... antes veias un cara cortada y decias bueno el tipo tiene una cicatriz... pero ahora ves unos, como el mocha orejas, el corta dedos, el verdugo y dices...pa'su mecha.
    Un abrazo Arturo
    Carlos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Carlos:
      De entre los apodos que he escuchado, hay uno que es el más gracioso, me refiero a "el Charango".
      Con esta palabra se lo designa a un instrumento musical de cuerdas, típico de la zona norteña, que es similar a una mandolina y posee un sonido muy alegre y simpático; características que no se daban en el dueño del mote: era insoportable.
      Tal apelativo tenía su razón en que el personaje susodicho "era de madera y medio animal", como un charango, que posee la caja hecha con una caparazón de un peludo (o quirquincho).
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  2. Leer ésto me remite de inmediato al pasado.
    En la escuela no había maestro que se salvara de los apodos.
    De matemáticas estaba "El enano isóceles". de lógica un flaco conocido por "La Salchicha."
    El director era "El Amapolo." Por alto y colorado. También había uno pelirrojo conocido como "El Cerillo."
    Algunos estudiantes no se salvaban.Como "Nalgabruta".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Carlos:
      ¡Por supuesto!, el colegio secundario era una fábrica de apodos.
      A mí me llaman aun Beto, en razón de ser el apodo de un jugador de Boca, del mismo apellido que el mío.
      Entre los motes estaban: Cabezón, Pato, Quesito, Dopey, Carola, Rostrón, Huevo, Chorizo, Panchito, Chiche, El Abuelo (o Sulvo), Guau, El Bobo, El Zurdo, Flaco, Pablito, Sucio Pierre (o Viejo Ucha), El Pingüino, Cuatro Gatos, Mike Mercury (o Dr. Biker), Gallego, Bofe (o Moyo), Tato, El Cholo, Sucio Pierre, Salame, Bartolito, Mono, Carloto, El Loco (QEPD) y muchos más...
      Eran tiempos de diversión en continuado.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
    2. ME RECUERDO QUE A UNA MAESTRA DE MATEMATICAS, LE DECIAMOS "LA PERDIDA" NO POR OTRA COSA, SI NO PORQUE NO SABÍA NADA DE MATEMATICAS. A OTRO LE DECIAMOS EL PERRO MUERTO... UNA PESTE EN LA BOCA FENOMENAL.

      Eliminar
    3. Carlos:
      Nuestros profesores, maestros de taller y celadores eran: la Tortuga (porque tenía el cuello como los quelonios), el Enano, Cantinflas (llevaba los pantalones caídos), Lupín (como un personaje de historietas), Virguito (era gay), el Loco, el Tano, el Tanito, el Morcillón, Pichón de Mamut, el dedo, Patoruzú (era un indio), El Cabezón, La Flaca, Manolito y tantos más.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  3. Al final casi diría que aceptaste el apodo del electricista, Arturo.
    Yo creo que si no se hace como mofa o ganas de fastidiar y ridiculizar al apodado, no hay que alarmarse ni sentirte mal por ello.
    La época de estudiantes posiblemente sea la más propicia para poner motes y ridiculizar a los profes. También a los alumnos y compañeros.
    Es la vida misma, querido Arturo.
    Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mos:
      Eso de "bautizar" de nuevo a la gente es una costumbre que se da en algunos más que en otros; por ejemplo, un compañero de oficina, profesor universitario, acostumbra a llamarnos a todos con apodos.
      Incluso, en mi familia todos tenemos un segundo nombre, de uso intrafamiliar.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  4. Que cierto y que divertido a veces el tema de los apodos!
    Aunque si perduran a lo largo de la vida a veces se complican.
    Como el "gordo" que adelgazó,el "oso" que se convirtió en ejecutivo y hay que llamarlo por su nombre.
    También sucede a veces que algunos nombres no concuerdan con la persona y quedan graciosos,como mi compañera "Linda" que la pobre era bizca y poco agraciada.
    Habia un conocido que se llamaba "Apolo" y lejos de parecerse a un semidios griego era flacucho y desgarbado!
    Saludos!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. SILDELSUR:
      Con relación a los apodos, hay una anécdota muy graciosa de mi padre:
      A mi padre todos le llamaban Coco, deformación de Ko-Ki-To que fue como lo llamaban con amor mis abuelos. Como trabajaba en el Registro Nacional de las Personas, podía gestionar el DNI en horas.
      Así lo hizo con todos los familiares y aamigos, ahorrándoles esperas y problemas.
      Un día fue un amigo mío, Rubén, a sacar ese documento; en la recepción le preguntaron a quién venía a ver; él les dijo: A Don Coco Menéndez. Cuando lo contó mi viejo en casa, todos nos reíamos y él, fulo.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  5. Hola Arturo, los apodos sobre todo aquí son mas comunes en los pueblos, yo recuerdo siempre que iba a mi pueblo que nos conocían y lo hacen preguntándonos "tu eres de los bollitos verdad?", y me daba una rabia que no te puedes imaginar jeje, ahora ya me da igual pero de pequeña que coraje me entraba, en el pueblo tenemos ese apodo por mi bisabuelo:), pero si es verdad que muchas veces se ponen apodos y son mas insultos que apodos, aunque los hay también que son mas que nada por la fisonomía de la persona como tu cuentas en tu relato, donde si se hacia daño era en los tiempos del colegio, ya que en esos tiempos anda que no somos malos ni na poniendo motes a mala leche, pero bueno mientras sea en plan cariñoso a mi no me parece mal, pero en todos y casi todos tenemos y hemos puesto apodos.
    Espero amigo que estés bien y las inundaciones en tu país no te hayan perjudicado en nada ni a ti ni a tu familia, cuídate mucho:)

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Piruja:
      Mucho me temo que los apodos no son patrimonio de una edad o nacionalidad, se ponen todo el tiempo y en cualquier lugar.
      Por supuesto que un apodo agresivo tiene un trasfondo de desvalorización a esa persona; también podría poner en evidencia alguna carencia en la personalidad del que pone el mote.
      Afortunadamente, vivimos en una zona alta de la ciudad, lo que nos pone a cubierto de tales problemas. Desde ya, muchas gracias por tu inquietud.
      Besos.

      Eliminar
  6. jaa Podés creer que a mis hijos yo les digo pichoncitos de King Kong? Obvio que cariñosamente porque están altos y grandes y ya me recontrapasaron de altura, y como estiraron de golpe tienen la típica torpeza de los altos.El traumatólogo me dijo que es cierto que no le calculan por no tener conciencia de su propio cuerpo, algo así.
    Apodos que me ligué de chica: en casa "la gordi" (mi hna "la flaca") y "la que te jedi" puestos por ma, mi nona me llamaba "Don Bosco", siempre con el libro debajo del brazo, en el cole me decían "Calculín" por los anteojos y por ser muy traga, la zurda (porque escribo con la izquierda) y mi cuña me bautizó por una foto de chica "Tío Lucas" el de los locos Adams por mi bocha pelada y ojos saltones. Para mis amigas siempre fui la tana, Montelpa o la Del Monte porque otra de nuestras amigas es De la Cuesta y los alumnos me deben decir "esta vieja de m****" jaaaa Siempre me río muchísimo con los apodos, no me enoja. Me parece todavía escuchar la voz de mi nona: "Ahí viene Don Bosco con el libro abajo del brazo".
    No nos contaste, Arturo. te decían algún apodo de chico?
    Lloré como una descosida cuando fui a ver King Kong al cine. Qué final tan triste.
    Un beso grande para vos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sandra:
      Lo de Don Bosco es genial, jamás lo había escuchado. Tener que usar lentes es un fastidio, por lo molestos y porque afean el rostro.
      A los trece, cuando ingresé al colegio secundario, me pusieron Beto -como ya conté- y solo ellos son los que me llaman así.
      Mis amigos desde la niñez me decían igual que como mis hermanos: Artur. Mi familia se reparte entre ese nombre, Arturo y Arturito.
      De pibe callejeaba mucho y era vago para el estudio; no obstante, -de modo increíble- tenía buenas calificaciones. Nunca me tomaron de punto, supongo que era porque veían que sabía y como solía ayudar en las pruebas, nadie quería que me enoje con él.
      Cuando iba a Merlo, a lo de mi abuela, los chicos me llamaban "el de la Capital", ja, ja, ja.
      Un beso.

      Eliminar
  7. Pocos son los ápodos que son agradables porque vienen de amigos, otros son los ofensivos que son más comunes que te persigan en las edades tempranas. Al final uno termina aceptado cierto apodo y sin importar la edad que se tenga permanece y nos conocen en todas partes por ese sobrenombre y sólo los muy cercanos a nosotros saben nuestra identidad.

    Saludos Arturo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cartoncita Rosa:
      Lo que dices es la pura verdad.
      Mucho depende de nosotros el que no se abusen, ya que aquel que se la da de listo es el primero que odia que le pongan motes.
      Entonces, es cuestión de pagar con la misma moneda para que no moleste más.
      El post más visitado de este blog es Tolondrón, como verás más arriba. Trata sobre un personaje al que le ponen un mote equivocado.
      Doy fe que a un chico le decían Tarupo, cuando querían denominarlo Tarugo.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  8. Esto de los apodos es muy normal sobre todo en pueblos.

    Donde veraneo teníamos una tertulia diaria de más o menos 8 a 10 tertulianos,dos de ellos uno era el dueño del local Señor Corvera y al otro le llamaban el Macareno,los dos fantásticos por su humorismo y una gran locuacidad.

    Al cabo de los años me enteré que el nombre de Corvera era un apodo,ya por desgracia los dos fallecidos.

    Saludos y me alegro

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. José:
      Sí, es cierto; algunas veces el apodo lo toman como nombre propio. Lo que es un verdadero papelón.
      Una vez presencié cómo un colega le presentaba a un compañero de oficina, a un proveedor:
      -Bueno, aquí te presento al Yure Verga.
      -¡Vega!, ¡Vega!, -se apresuró el otro a aclararle su nombre. Me acuerdo y todavía me río...
      Saludos cordiales.

      Eliminar
  9. Tus relatos querido Arturo casi siempre nos remiten a escenas vividas en algùn tiempo del pasado, y lo lindo es cuando uno va leyendo siempre encuentra un parecido al personaje que describes, o sea a mi me pasa asi...

    Excelente recuerdo...
    Saludos cordiales y buen fin de semana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Genessis:
      Tienes razón en tu observación. Mis escritos tratan de mostrar una visión parcial y luminosa del pasado, donde hay costumbres más recatadas y la vigencia de una cierta atmósfera de moral firme.
      Sucede que el presente nos presenta una cara de decadencia manifiesta.
      Quizás me equivoque; pero el optimismo fundado de aquellas épocas es cosa del pasado. Hoy se lucha por sobrevivir.
      Que tengas un buen fin de semana.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  10. Lo de los apodos es genial y es cierto que es algo universal. Yo siempre recuerdo el mal rato que pasé cuando en una recepción de la embajada de Panamá aquí en Madrid, vino el ministro de trabajo en aquel momento. Él era compañero mío de colegio y éramos muy buenos amigos, y todavía hoy nos queremos mucho. El caso es que en un momento determinado, estaba hablando con el embajador y al querer ir a nombrar a mi amigo, ¡no me acordaba de su nombre! Siempre lo llamábamos "enano" y él lo aceptaba de forma natural así que todos lo llamábamos así. Allí estaba yo con el "este...este...este..." porqué no me salía el maldito nombre y no era cuestión de decirle al embajador algo como "Creo que enano está haciendo un buen trabajo en el ministerio" :P
    Besazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dolega:
      Terrible situación. A mí me pasó algo similar en una reunión político social. Sucede que debía presentaar a un cantante que le llamaban "Chiquito" Fernández -o algo así- y que debía llamarlo por su nombre, digamos, Carlos. Pero, me salió Chiquito, obvio.
      Me di cuenta de inmediato y me habré puesto colorado, como un tomate.
      Besos.

      Eliminar
  11. Está claro que el aspecto físico condicionó al electricista, Arturo. Al menos, en este caso se ganó el apodo por su propio aspecto. Te lo digo porque aquí, en los pueblos de España, los apodos se heredan y pasan de padres a hijos, nietos, bisnietos... Y, al final, hasta se desconoce el origen del propio apodo.
    Pienso que es una pena que se pierdan en las ciudades. Forman parte del gracejo popular los apodos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Isabel:
      Lo que comentas de las costumbres pueblerinas, me ha hecho pensar en el origen de ciertos apellidos, que son el resultado de transmitir a la descendencia las denominaciones de los oficios de aquellas gentes.
      A mí me causó extrañeza ver que los canadienses y estadounidenses indicaban el apodo en sus tarjetas personales, como ser:
      Robert "Bob" Marshall.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  12. Jajajá... ¡ay Arturo!, que yo también me lo he imaginado primero tal y como lo describes físicamente, y luego con ese "descuelgue" en su trabajo simulando al gran King Kong.

    Mira, lo más divertido que he escuchado con respecto a este tema, es un crío que al cumplir seis años y ser consciente de que podrían ponerle un mote, decide ponérselo él mismo y les dice a sus amigos que le empiecen a llamar así para propagarlo y que nadie piense otro distinto o más ofensivo. ¡No me digas que el chaval no es creativo!. ;)

    Un abrazo Arturo y feliz domingo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Laura:
      Es cierto, era lo suficientemente vivo como para curarse en salud.
      Solo habría que saber abrazo.cuánto éxito tuvo con su estratagema.
      Un gran

      Eliminar
  13. A mí de chiquita mis primos, bueno, mi familia en general me llamaba Catrasca, jajaja. Me lo recordó tu post, hace años que (por suerte) ya nadie me llama así, por suerte ya no rompo todo como antes, cuando me llamaba así lo tenía bien merecido.
    Me imagino al electricista como si lo estuviera viendo.
    Un beso Arturo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eva:
      Entre aquellos que se manejaban con torpeza y se le caían las cosas, era muy frecuente que se los llamase con ese apodo que mencionás.
      Es algo normal que ese problema se manifieste cuando se es chico, lo malo es burlarse del problema, pues ningún niño lo hace a propósito.
      Un beso.

      Eliminar
  14. Los apodos siguen vigente en los pueblos de España y para conocer a las familias tienes que hablarles de apodos.

    un saludo

    fus

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fus:
      Supongo que el hecho de repetirse los nombres de pila de familiares, o los del santoral, serán algunas de las causas.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  15. Realmente es una lástima que uno se preste a ese tipo de bromas, pero nadie se escapa de eso. Tu relato me acuerda un chico en la escuela de apellido Semorile. El pobre parecia un simio, entonces todos le llamaban semigorila.


    un abraxo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Marilyn:
      ¡Pobrecito! Lo mataron con el mote.
      A uno de mis compañeros del secundario , el profesor de matemáticas lo llamaba "Monito" y los colegiales de entonces, hasta hoy, le llaman "El Mono".
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  16. Ese es, precisamente el problema, que la imaginación y la picaresca humana referida a los demás, no tiene límites...

    Un excelente escrito, como siempre.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Marina:
      Ya se sabe, es aquello de los que "ven una paja en el ojo ajeno y no una viga en el propio".
      Y muchas gracias por tus palabras.
      Besos.

      Eliminar
  17. Arturo..." Apodos "

    Los hay y muchos, están los que hacen reir, los que son para burlar y los inofensivos que se lo han puesto con cariño....
    Muchas veces al oir un apodo me pregunto porque se lo han de haber puesto, a veces averiguo el porque.
    En el colegio s lod niños le puede afectar un apodo, una vez que se lo hayan puesto, difícil de eliminarlo en la boca de los demás.

    ¡¡¡ muy interesante !!! como siempre tus relatos

    un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Doris Dolly:
      Pues yo también he oído apodos extrañísimos, que no guardaban relación con la apariencia de las personas que los portaban o, por lo menos, era imposible saber el por qué del mote sin conocer a fondo a esas gentes.
      En otros casos, los personajes son tan pintorescos, que es imposible que no los bauticen de nuevo...
      Besos.

      Eliminar
  18. EL aspecto exterior no se corresponde, casi nunca, con la realidad de cada uno, aunque a veces una imagen creada artificialmente (apodo?) es utilizada por los mismos a los que se les aplica para crear su propia máscara. Al fin y al cabo esta vida es puro teatro.

    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. José:
      Es probable que esa gente necesite sentirse integrada a los demás, a cualquier costo.
      No es extraño ver a gente desdichada, por causa de vivir en la impostura.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  19. Apodos querido y admirado amigo siempre los hubo y los habrá .
    Hay apodos cariñosos, ofensivos y simpáticos y un largo etc.
    Yo creo que no hay nadie en el mundo que no lo tenga.
    Miles de besinos de esta amiga con inmenso cariño.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ozna-ozna:
      Es tan cierto lo que dices, como que son necesarios para describir mejor a una persona bautizada al nacer, cuando todos los bebés son prácticamente iguales y nadie podría saber cómo sería eesa persona en el futuro.
      Su manera de evolucionar marcará el tipo de apodo que mejor le caerá...
      Besos mil, mi entrañable amiga.

      Eliminar
  20. Siempre que se haga desde el respeto, no me parecen mal.
    En los pueblos siempre se han utilizado por familias y los hijos han heredado el apodo de los padres y el de los abuelos.
    Es una tradición por la que nadie se ofende y, muchas veces, describe a la perfección a la persona que, originariamente, lo lució.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Belén:
      Tienes toda la razón en tu mensaje.
      Hay familias que se las ubica por su apodo o apellido familiar -aun cuando no fuese el propio de ellos-; así se los denomina los Romano, los Ramos, las Perucas, etcétera.
      Un gran abrazo.

      Eliminar

Me interesa conocer tu opinión respecto a lo que has leído: