martes, 11 de diciembre de 2012

Lucha de titanes


Hay situaciones enojosas que causan gracia. Es el caso de las peleas entre adversarios rotosos.
Allá lejos, por 1978, solía tomar el colectivo que me llevaba al trabajo en la parada de la Avenida Lope de Vega, en la esquina con la calle San Blas.
Una tarde, observé que se disponía a cruzar la avenida un colectivo bastante antiguo, de la Línea 119, que iba con destino a la terminal de Liniers. El vehículo paró frente a la cuneta de esa bocacalle y luego arrancó para cruzar la intersección, con tan mala fortuna que embistió a un automóvil, a la altura de la puerta trasera derecha.
Lo curioso es que el vehículo atropellado era un modelo más antiguo que el del propio colectivo; lucía sucio y mal remendado; a un punto tal que, al ser chocado, se levantó una polvareda y de él cayeron al piso unos llamativos bloques de barro seco. Nunca sabré cuál era el color de la pintura original, pues aquel automóvil estaba recubierto por masilla, gris y bordó, en casi toda su superficie.
El colectivo cruzó la avenida y se detuvo frente a la acera, mientras que el conductor del cascajo, paró la marcha a unos pocos metros del lugar del accidente y se fue con rapidez a increpar al chofer del colectivo. Estaba vestido con ropa de trabajo, sucia y desprolija, a tono con el estado del cachivache, llevaba las mangas de la camisa recogidas; era un petiso sesentón, medio calvo, medio chueco y con una barba crecida de unos días, que adornaba su cara, que exhibía un notable gesto adusto. Mientras cruzaba la avenida, con su mano arrojó al piso el palillo que llevaba de adorno entre sus labios, resabio de un almuerzo, regado -quizá- con tintillo barato.
El colectivero no le iba en saga en su apariencia: morocho, calvo, panzudo y con su camisa celeste típica; este chofer le gritaba a su víctima con sorna, desde el poder que simulaba la elevación de su asiento; el automovilista le devolvía gentilezas desde la vereda, al pie de la puerta de ingreso al colectivo. Uno inquiría el por qué de la no detención del automóvil, al ver que el colectivo iniciaba su marcha y el otro le retrucaba que para qué había arrancado, matizaban estas expresiones con adjetivos ocurrentes de diverso calibre.
En un momento determinado, los insultos les ganaron a los escasos argumentos y el valiente chofer tomó el mazo de madera para agredir a su oponente; se trataba de un palo de gran grosor, con el que los conductores de vehículos pesados suponen que verifican que la presión del aire en las cubiertas sea la correcta.
Se produjo una pequeña escaramuza, matizada con gritos de todo tipo, golpes al aire y unos brazos que se revoleaban con ampulosidad; como resultado de la refriega, el automovilista se hizo del garrote y de algún magullón.
Acto seguido, el chofer se retiró de la escalinata, cerró la puerta del vehículo y quiso arrancar el motor para irse. En tanto, con ridícula saña, el automovilista golpeaba con el garrote de madera -recién ganado- los bastones de adorno -de acero cromado- que poseía el medio de transporte en su frente. Al notar que no podía dañar tales objetos, comenzó a ver qué golpear; pronto se puso a destrozar las ópticas de los dos faros del colectivo. En ese mismo momento el vehículo arrancó y lo dejó solo.
Mientras pasaba frente a mí, de retorno a su cachivache, con andar de compadrito, aun ofuscado y con el garrote en su mano, me pareció que una sonrisa peligrosa se había dibujado en mi rostro...
Como drama, era una comedia, que parecía escapada de alguna película costumbrista italiana.
En mi vida había visto semejante tipo de contienda, donde se enfrentaban dos zaparrastrosos singulares.
Aquella experiencia me enseñó que las peleas no siempre se dan entre colosos.

34 comentarios:

  1. jajaja totalmente de acuerdooo!
    Me has hecho recordar una pelea de la misma guisa de la que relatas pero en Roma.
    Estos además se gritaban absolutamente de todo y se amenazaban continuamente, pero ene ste caso la cosa solo se quedó en gritos e improperios. :D
    Besazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dolega:
      En mi familia siempre se recordaban las palabras de un vecino de la casa de mis abuelos maternos, que había tenido un duro altercado con otro. Este hombre decía: "¡el cobarde me corría!".
      Parece que los dos tanitos que se enfrentaron con tanta rudeza eran de la misma calaña que el vecino de mis abuelos...
      Bien dicen que "dos no pelean si uno no quiere" y si son dos, menos que menos... Ja, ja, ja.
      Besos.

      Eliminar
  2. jaaaaa rotosos es una gran palabra! Vivo en una esquina bastante peligrosa con frecuencias de choques casi diarios. Así que desde ahora entra una nueva clasificación: los choques con peleas de rotosos. Son los que hacen más aspaviento. Los otros, que seguramente tienen los papeles en regla, intercambian datos y a otra cosa mariposa.
    Por otra parte, la gente está muy muy loca, entonces no sabés si reírte o no porque capaz que reaccionan mal si te reís y la ligás vos de rebote.
    Abrazo va, maestro!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sandra:
      Decidí hacer humor con esa actitud tan deplorable de aquellos que se agarran a las piñas, aun cuando son los culpables. Que los personajes sean grotescos le suma fuerza a lo patético de sus actitudes.
      Una tarde, de regreso a casa desde la ofiina, en tanto espareba que se abriese la barrera del tren, pude ver cómo un camión con acoplado, al doblar la esquina delante mío, con la culata del remolque le destrozaba el lateral a un Audi de lujo, detenido por la barrera. El dueño del auto se bajó, parsimonioso, miró el daño, recogió la bagueta arrancada, mientras el camionero se disculpaba. Lo gracioso fue que, cuando abrió la puerta trasera izquierda de su coche, pude ver a su mujer que le gritaba, como loca. El tipo, tranqui. Un Santo Varón.
      Un gran abrazo, "Se".

      Eliminar
  3. Pintoresco tu relato Arturo, nada que ver con la violencia actual.
    Me encanto esa frase; "El cobarde me corría"
    Me recuerda a aquella; "¡Parate!... Parate vos que nadie te corre..."
    Un agradecido abrazo amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Luis:
      Es una muestra del "stress" que domina nuestros días.
      Esta anécdota, nos muestra a un mecánico irascible (quizá un tanto "picadito" con el vinacho) y un colectivero inepto y bruto.
      Todo aquel que se pelea, se pone en ridículo y muestra su falta de ubicuidad.
      Un abrazo grandote.

      Eliminar
  4. ARTURO, que bien que lo relataste.Amanece y mientras desayuno, antes de leer los diarios del dia, te leo para informarme mucho más con tus relatos.Aquí, en mi ciudad se ven muchas peleas de ese tipo,están todos alterados ,viven apurados y muy pocos respetan las leyes de transito, y después suceden estas cosas,desde los insultos mas bajos que te puedas imaginar hasta que alguno saca un arma y hace justicia ...
    Gracias querido amigo por compartir
    besitos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Meryross:
      En realidad no tuve que emplear la imaginación, pues fue una situación real. En todo caso, me ayudó la memoria.
      Son esas situaciones que, pese a ser conocidas, siempre dejan una enseñanza. En este caso, que hasta dos mequetrefes se pueden agarrar con fiereza por un hecho cotidiano (¿a quien no lo han chocado alguna vez?) que no amerita ese tipo de reacciones.
      Cuando ví que el petiso se la agarraba contra el bastón de adorno ya me tenté de la risa...
      Un beso.

      Eliminar
  5. Me has hecho reir Arturo, nos diste un entretenido relato. Cuántas veces he visto escenas parecidas con resultados más o menos jocosos... La raza de los choferes utilizan un lenguaje especial. Yo cuando estuve aprendiendo a defenderme de los colosos dejé de manejar, dejé ese mundo de competencias del volante. Ahora tengo chofer...jajajja
    Abrazos cálidos para ti.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Genessis:
      En aquellos tiempos los choferes de colectivo eran igual de prepotentes que ahora; aunque conviene recordar que -además- debían expender el boleto y cobrar el mismo; algo que les dificultaba el manejo del vehículo cada vez que debían realizar esa tarea. Con más razón, cuando debían dar el vuelto del pago.
      Quizás esto disculpe al chofer del 119, ya que arrancaba de su parada...
      Yo también tengo chofer, aunque eso de moverme en taxi resulte muy oneroso.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  6. Como siempre, Arturo, excelentes tus descripciones de los personajes y las situaciones en que los pones (o se ponen). Tus relatos son verdaderas crónicas de acontecimientos cotidianos, que a muchos nos pueden pasar desapercibidos. Cada vez que vengo, me lamento por el poco tiempo que dispongo para venir más seguido.
    Y...ninguno de los "rotosos" se acordó de llamar a la aseguradora...
    Abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hugo:
      Con toda seguridad que la Línea de colectivos poseía su correspondiente seguro automotor, lo que no creo es que el cachivache estuviera asegurado. Semejantes catraminas nunca pagan seguro, ni tampoco las patentes de circulación. Las compañías de seguro lo rechazan o le cobran disparates y el municipio le exceptúa del pago...
      Lo gracioso hubiera sido escuchar al chofer, mientras explicaba en la terminal las causas de la rotura de ambas ópticas de los faros delanteros. Sus compañeros de labor se le habrán reído en la cara.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  7. Arturo, una breve crónica urbana de un acontecimiento que se repite a lo largo del tiempo, con resultados más o menos similares, algunos más agresivos, otros se limitan al insulto y a levantar el dedo medio, en una versión más moderna.
    Pintaste muy bien la situación y los personjes son muy visibles, incluyendo el cacharro rotoso.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mirella:
      Muchas gracias por tu comentario; quiero decirte que eres bienvenida a este espacio.
      Todo fue muy gracioso en esa colisión, desde la certeza del choque hasta la polvareda y los pedazos de barro que cayeron desde el interior de los guardabarros del coche.
      Además, no se justificaba semejante reacción por parte del petiso que manejaba el auto. Todo contribuyó para hacer de ese evento una situación cómica, que dejaba al descubierto lo grosero de una riña por cosas tan comunes en la vida; al fin y al cabo, ninguna pelea evitó los daños causados por la colisión...
      No hay caso, hay gente que no sabe aceptar los designios del destino.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  8. jajajajaa ! Muy bueno con un final excelente. "Las peleas no siempre se dan entre colosos". Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Alma:
      Eso aplica casi a todo en este mundo.
      Durante 1980 me quedé sin trabajo y con un dinero, fruto de la venta de un auto. Con ese capital iba de visita a todas las financieras y bancos del centro de la ciudad, en busca de la mejor tasa para un plazo fijo. Al pasar por la esquina de Maipú y Rivadavia había dos viejos canillitas: uno le comentaba al otro -con gran indignación- que había perdido unos cinco pesos, a valores equivalentes de hoy, por culpa de un Fulano.
      Al comparar nuestras preocupaciones, de tan desproporcionado valor, me di cuenta que a cada cual lo preocupa sobremanera lo suyo. En el caso de este relato, al petiso rotoso, le importaba mucho su cascajo.
      Un gran abrazo.

      Eliminar
  9. Arturo..." Lucha de titanes "

    Hoy en dìa se producen cada vez màs los choques, por el gran tràfico y los autos de ùltima, son tan dèbiles en carrocerìas que quedan muy destrozados...aunque todavìa los hay de modelos muy antiguos que circulan y màs porque creo que no pagan patente.
    Cuando se arma una pelea callejera como la que comentas, las personas empiezan a rodear a los contricantes como lo has titulado a esto y disfrutan ver dicha pelea.

    ¡¡¡ entretenido relato !!!

    un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Doris Dolly:
      Lo que observas, acerca del público que se arremolina cuando hay un choque, carecería de sentido una vez ocurrido el hecho (no hay "replay"); lo que sucede es que esperan una riña, que les brinde un espectáculo gratuito.
      De modo que los accidentados de transforman en actores de sí mismos, que trabajan "ad honorem", para hacer de bufones graciosos.
      Si al menos pasaran "la gorra"...
      Besos.

      Eliminar
  10. Precisamente el otro día comentaba que quienes tratan directamente con el público deberían escribir un libro, y desde luego el colectivo de conductores de autobus sería uno de los más leídos. Yo como usuaria que he sido durante muchos años, me gustaba no solo observar, sino adivinar la vida y comportamiento de algunas personas con las que coincidía a diario.

    Tu relato ha sido placentero de leer.
    Un beso grande querido Arturo y me alegro un montón de ese bello encuentro que has tenido con estos amigos tan entrañables.
    Felices Fiestas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Teresa:
      Tienes toda la razón, porque durante la vida de esas personas pasa todo el muestrario de personajes insólitos.
      En mis tres años de adolescencia que trabajé en un salón de fiestas, me he divertido a lo loco con las situaciones extrañas que se daban en esas reuniones.
      Algo he escrito al respecto.
      Gracias por todas tus palabbras, ya imaginarás que lindo fue conocernos en persona y charlar sobre nosotros y de cualquier otra cosa que surgiese.
      También te envío un beso y te deseo desde ya unas "Muy Felices Fiestas".

      Eliminar
  11. Peleas por orgullo o por la rabia. Cantinfleras todas. Con tu permiso me quedo por tu blog. También te animo a seguir el mío.

    Saludos Arturo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jaal:
      Te doy la bienvenida a estas páginas y las gracias por tu comentario.
      Daré una vueltita por tu blog, tenlo por seguro.
      Te diré que aquellos que quieren solucionar los problemas a los golpes es porque no les da la cabeza para intentar otros caminos más civilizados. Tan sencillo como eso.
      Saludos cordiales.

      Eliminar
  12. No solo "has comprendido más allá de lo básico" (Ro-manoslibres) sino que con tu relato, si no pretendidamente, sí en esencia, rozas la cualidad poética de forma admirable.
    Aquí, en este mundo terrenal, nadie se libra ni por asomo de luchas entre colosos. Menos aún de sentirse árbitro de campo...de batalla.
    Muy buen post, Arturo.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. PMPilar:
      Muchas gracias por tu mensaje y tu correo.
      Todo aquel que es poeta tiene el don de leer entrelíneas los mensajes que se ponen ante sus ojos.
      Eso explica que hayas conseguido ver la ironía en los sinónimos titanes y colosos, asociadas a mequetrefes y poderosos, respectivamente.
      Ante las maravillas de la naturaleza, ambos son unos rotosos, solo que en otra escala aparente.
      Te envío un gran abrazo y reitero mis buenos deseos para los próximos días.

      Eliminar
  13. Muy ameno tu relato. Escribes muy bien dando al lector muchos detalles sin ser casón. Me encantó.
    Un fuerte abraxo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Marilyn:
      Mil gracias por tus conceptos tan halagadores. Solo que me quedó una duda sobre la palabra casón, que desconozco, aunque intuyo que significa algo como un enorme edificio lleno de recovecos, en el sentido figurado del Barroco.
      Y que te haya gustado es lo mejor de todo.
      Te envío un gran abrazo y mis deseos sinceros de que pases unas Felices Fiestas.

      Eliminar
  14. Infinitas gracias querido y admirado amigo por deleitarnos con tu texto. Muchos besinos de esta amiga con inmenso cariño.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ozna-ozna:
      Por culpa de mi diabetes, cada vez que leo algo tuyo debo recurrir a la insulina (y lo hago con sumo placer).
      Te hago llegar mis mayores deseos de Paz, Salud y Prosperidad para que te acompañen en unas Felices Fiestas.

      Eliminar
  15. Te deseo que pases una feliz Navidad, aprovecho y te mando un saludo madrileño

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. María de los Ángeles:
      Te agradezco el saludo y los deseos.
      Aprovecho para enviarte mi mensaje que auguria tengas salud, paz y prosperidad para estos próximos días de Navidad y durante el Año Nuevo.

      Eliminar
  16. Hola Arturo, nos dejas un relato que es muy real, muy a menudo vemos estos cuadros de violencia en cualquier calle o carretera cuando se dan algún golpe entre los coches que no son muy graves, yo pienso que las peleas nunca llevan a nada bueno todo lo contrario quizás de nada luego se hace algo mas grave por esa pelea, pienso que hablando como se suele decir se entiende la gente y si no es así pasamos ya a peor que animales, en dos ocasiones sin tener culpa ninguna me he visto involucrada en peleas semejantes no por mi parte si no por el contrario, y al ver que soy mujer ya te puedes imaginar lo que salia por sus bocas teniendo ellos la culpa, en fin esperemos que no pase mas veces ya que no conducen a nada, cuídate amigo:)

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Piruja:
      Cuando consideramos que cada vez hay más vehículos en las rutas, caminos, calles y avenidas, que tampoco quedan lugares donde estacionar los vehículos y que la gente cada vez está más apurada, tenemos que esperar que las colisiones se incrementen.
      La rareza del accidente que relaté es propia de otro mundo, donde uno cruzaba una avenida mientras leía el diario y no tenía casi riesgos...
      Te quiero enviar un saludo especialísimo, para que lo compartas con tu hermanita, que incluye un beso grandote, un abrazo enorme, mis mejores deseos para esta Navidad y mi esperanza de que el Año Nuevo llegue mucho mejor que el que se va, de modo que puedan gozar de salud, paz y prosperidad.

      Eliminar
  17. Qué buenas anécdotas nos dejas a todos, Arturo. Y de todas se sacan excelentes conclusiones. De ésta, por ejemplo yo denoto que los seres humanos somos bastante estúpidos y que la pasión la usamos en situaciones que más vale usar el raciocinio. También intuyo que las peleas no siempre tienen un lado razonable y que tampoco son entre gente que sabe valorar sus fuerzas.
    En fin, la vida misma que a diario vemos pero magistralmente plasmada por ti.

    Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mos:
      Hay gente que es tan agresiva como imbécil, posee esas dos cualidades que suelen ir de la mano.
      Supongo que les vino en los genes, ya que por una nimiedad quieren arreglarlo todo a las trompadas. Hasta quizás sean los mismos que descargan su frustración al destruir bienes que le costaron mucho esfuerzo adquirir.
      Hay que saber contener la ira sin que te haga daño. Una conducta que solía emplear, cuando algo me irritaba, era dedicarme a caminar, curioseaba por allí, trataba de hallar algo que despejase mi mente y me hiciera retomar la razón y el control pleno de mis acciones.
      Luego de nueve años de tratamiento de diálisis comencé a manejar la ansiedad y la angustia, algo tenía que aprender de aquella experiencia.
      Un gran abrazo.

      Eliminar

Me interesa conocer tu opinión respecto a lo que has leído: