viernes, 8 de junio de 2012

Juegos de la memoria

Casi sin darse cuenta, quienes nos rodean ponen en evidencia nuestras fallas en la memoria.
Es gracias a sus recuerdos que tomamos conciencia de que se nos han extraviado momentos de nuestra vida; contra nuestra voluntad, pasaron a una zona oscura, un espacio de donde podrían no volver jamás.
Ramillete de no me olvides
Esta sensación de vacío causa una gran inquietud en nuestra intimidad más profunda: representada por nuestra propia conciencia. 
Hasta ese momento, creíamos tener un conocimiento absoluto sobre los hechos de nuestro pasado.
Aunque en algunos casos bien podría alegrarnos el tener que pasar por esta situación; ya que, quién sabe cuantos momentos amargos de nuestra existencia se habrán perdido.
De todas maneras, como los recuerdos tienen esa mala costumbre de aparecer en nuestra mente cuando menos los esperamos, esta misma posibilidad nos indica que podríamos suponer que nada se ha perdido para siempre.
Mientras todo esto sucede, ajenos a todo, seguimos acaparando vivencias.

12 comentarios:

  1. Arturo, hay cosas que más vale no recordar, y hay otras que es una pena haberlas olvidado... como bien dices, a veces el recuerdo viene de la mano de otra persona que nos trae a la memoria una situación y un momento determinado.
    Los juegos del recuerdo y el olvido son todo un misterio... por qué recordamos o por qué olvidamos?... está en nosotros decidir eso?... a qué nivel de la conciencia o de lo inconciente?
    Bello post que me ha recordado recordar...
    Besos grandes al alma.

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    1. Paula:
      Lo que dices es cierto por completo; además, me agrada que te haya instado a recordar (cosas bellas, espero).
      En estas cuestiones de la mente soy un ignorante completo. Apenas si me doy cuenta de esta particularidad de olvidar por completo ciertas vivencias. Me ha sucedido que me comentaran sobre cierta salida en familia, hacia un determinado lugar, y yo no registrar para nada tal situación. Eso dio pie al texto.
      Como se ve, ni una gran alegría, ni un momento dramático fueron el motor de esta inquietud.
      Lo más gracioso, es que ahora vuelve a mi memoria tal salida olvidada.
      No me olvido -en cambio- de mandarte un saludo afectuoso.

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    2. Bueno Arturo tal vez todo sea cuestión de ejercitar la memoria... esto me ha dado la idea para un micro relato... jaja, quizás luego lo escriba.
      Si lo hago te darás cuenta de qué hablo. Por el momento tengo pendiente la publicación de uno que ya está escrito y que nada tiene que ver con recordar... pero no está mal considerar los posts de otros bloggers como posibles motivos de inspiración.
      Pues me inspiraste.
      Besos grandes.

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    3. Paula:
      Todo lo que nos rodea, o lo que sentimos en nuestro interior, puede ser materia para una reflexión. Tal resultado lo podemos volcar como un relato (desde un micro hasta una novela, quizás) o una poesía, o cualquier otra manifestación, sea artística o no.
      Si te sentís motivada a redactar ese micro relato, ¡adelante!, no dejes pasar la oportunidad. Ya habrá tiempo más adelante para su análisis y las consabidas correcciones.
      En este espacio publico pensamientos y opiniones, nada me haría más feliz que saber que tales escritos dan lugar a creaciones artísticas.
      Veo que tus publicaciones siguen un orden, lo que marca un método de trabajo. En mi caso, voy al cofre de los escritos y elijo aquel que me parece más apropiado para el momento; en algunos pocos casos, en cambio, saco a relucir textos recién ideados y terminados.
      Un beso y un hasta la próxima.

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  2. Es cierto lo que dices. Me ocurre de de vez en cuando hablando con alguien que te dice el consabido:¿Te acuerdas de...? y yo no me acuerdo. Ella me lo recuerda y digo ¡Ahh si! y siempre me queda el interrogante de porqué he olvidado eso y no otras cosas.
    Es curiosa la mente humana. Esperemos tener a nuestro alrededor siempre a alguien dispuesto a recordarnos aquellas cosas que nuestra mente borró de nuestra historia.
    Saludos.

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    1. Dolega:
      Lo que comentas, a todos nos pasa. Y se hace más frecuente con la edad (¡qué horror!).
      Cuando era un niño,era casi imposible que me olvidase nada medianamente interesante o novedoso.
      En mi tierna juventud, la memoria me ayudó a dar exámenes con un mínimo de repaso (todo lo aprendido en clase, quedaba poco menos que grabado en mi mente).
      Ya de maduro, la memoria ocupaba su sitial de honor a la hora de hacer algo.
      Luego, como un salto de calidad, la memoria se comenzó a volver selectiva: nada trivial o de poca monta merecía mi atención y por ello quedaba sin memorizar. Hoy, a los cincuenta y nueve, me alimentan más los recuerdos de mis primeros treinta años que aquellos de la segunda mitad de mi vida.
      ¿Será que le pasa lo mismo a todos los demás? Eso no lo sé.
      Quizá alguien me aclare el punto...
      Van mis saludos sinceros.

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  3. Arturo, la mente es tan sabia que a veces, para ahorrarnos dolor, nos protege tomando algunos recuerdos tristes y los aloja en algún lugar oscuro, donde no es fácil acceder.
    Olvidar cosas estupendas es peor, pero creo que de vez en cuando vienen de alguna manera, a veces por un olor que nos recuerda aquel guiso que preparaba nuestra madre, o ese otro olor de la lluvia, que nos recuerda aquellos barros de la niñez, los juegos, la suciedad entre risas.
    O una canción que nos recuerda ese primer baile agarradito, o ese portal donde dimos el primer beso. ay... me ha encantado tu entrada.

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    1. Ángela:
      Un buen día hará unos ocho o nueve años, me propuse escribir.
      Como les sucede a muchos, inicié mis textos con una serie de anécdotas nostálgicas, llenas de sentimiento. Salía de una operación a corazón abierto y de un trasplante renal, todo en menos de cuatro meses.
      Creo que, al igual que la gente mayor que se vuelca a escribir sus memorias, deseaba dejar registro de mis sensaciones y cavilaciones, antes de no poder hacerlo nunca más.
      Toda esa obra es el resultado de un ejercicio de memoria descomunal, pues abarca desde que tengo razón (una escapada de mi casa hacia la calle), hasta vivencias de juventud, que no pasan más allá de mis treinta años. Entre estas vivencias se encuentran las delicias que mencionas, idealizadas por el paso del tiempo.
      Pero, lo llamativo es que este texto no se ubica en tal período y lo disparó un almuerzo en una casa de comida oriental.
      Quizá, algún día, olvidemos que comentábamos en un blog nuestras sensaciones.
      Un saludo cálido desde una -hoy- ciudad gélida.

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  4. Arturo, no recuerdo que quería decir, ¿serán mis jóvenes 64? en realidad cada tanto escribiendo salen cosas que no recordaba y así el hilo de la conciencia me lleva al pasado, lo único que me cuesta más recordar (no se porque) son mis deudas.
    Pero nunca olvido pasar por tu blog.
    Un fuerte abrazo para darte calor amigo.

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    1. Luis:
      ¡Maravilloso!
      No soy el único.
      Te cuento que por allí guardo un relato que se llama "Manual para intuir", cuyo contenido nada tiene que ver con el título. Sucedió, como siempre pasa, que se me ocurrió una idea sensacional, pero en el lugar menos apropiado. Entonces, tras elaborar dentro de mi mente su desarrollo, argumentación y demás elementos, para recordarla, puse en un texto de la PC la frase del título.
      Tiempo después, dí con ese titulo y recordé que refería a una idea muy buena, que hasta hoy no puedo recordar...
      Tras intentar que vuelva a la luz, no consigo que retorne, la pérfida.
      También vaya un gran abrazo de mi parte.

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  5. Trato de archivar lo desagradable para recordar lo agradable. Creo que con la edad la memoria se pone mas aguda para recordar lo que sucedio en la juventud o en la tercera edad. Estoy muy de acuerdo contigo y con Angela. Muy amena tu entrada!

    Ahora que leo tu comentario en mi blog. Justamente anoche dieron una antigua pelicula mejicana donde un escultor momificaba los rostros de bellas y hermosas mujeres que el sucuestraba. Tenia un museo. Que casualidad!

    Un abraXo

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    1. Marilyn:
      Lo que comentas tiene toda la razón. ¿A quién le gusta vivir de los recuerdos amargos? Eso es un desperdicio. Aquellas vivencias hermosas ayudan a llevar la vida con una sonrisa. Y eso es lo más cercano a la felicidad.
      Con respecto al argumento de los muertos escondidos: hay infinidad de historias, desde aquella de Poe, que encierra el gato tuerto en la pared, junto a la víctima, hasta alguna historia perdida, de la época de los faraones, donde esconderían un asesinato en el interior de una momia -jeroglífico complejo si los hay-, todo se debe haber escrito.
      La diferencia está en el arte con que cada artista lo ha volcado en su versión. En tu caso, lo has hecho de maravillas con tu omnipresente muñeca.
      Otro abrazo, en retribución.

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