martes, 5 de junio de 2012

El retorno de "Juan, el bueno"

Juan Perón y "Lopecito"
Que si iba a volver o no; que si le daba el cuero o no; que para el caso de que retornara, si lo haría antes de la fecha prefijada por el dictador de turno para poder ser candidato a presidente, o luego de ese día.
Todos se lo preguntaban.
Eran los comentarios obligados de los argentinos en esos meses.
Esta vez el avión que lo traía no se detuvo irremediablemente en Brasil, para retornar a España, como la vez anterior. Era el 17 de noviembre de 1972.
Y llegó.
Fue una gran emoción para la mayoría: tanto para quienes ya lo conocían y añoraban, como para quienes lo imaginaban.
Todos nos metimos de cabeza dentro de las pantallas del televisor de nuestras casas, para ver su llegada a Ezeiza. Y absortos, ver luego el espectáculo de aquella multitud que rodeaba aquella casa, ubicada en la calle Gaspar Campos.
Desde una ventana, mientras esgrimía su carismática sonrisa, les pidió a los muchachos que no hicieran demasiada bulla, que estaba cansado y quería sacarse los zapatos (que lo estaban matando), para poder recostarse un poco.
La muchedumbre se quedó esa noche estacionada frente a la residencia, “para cuidarlo”.
Ese día había vuelto al país, tras diecisiete años de exilio, la persona sobre la que el pueblo argentino depositaba sus mayores esperanzas para el futuro.
Y fue fiesta.
El drama sobrevino después...

14 comentarios:

  1. Arturo, he mudado mi dirección de blog a elibrodepoesia.blogspot.com, te espero.
    Tu entrada encantadora como siempre... besitos al alma.

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    1. Paula:
      Ya solucioné el problemita. Ahora se puede "linkear" tu blog desde mi página, nuevamente.
      Gracias por tu comentario.
      Un beso en prosa.

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  2. Es realmente curioso cómo los pueblos, algunas veces nos empeñamos en hundirmos en la miseria por voluntad propia. Y no solo lo elegimos sino que ¡perseveramos en el error!

    Un saludo

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    1. Dolega:
      En el 73' lo voté a Oscar Alende, quien me desilusionó al apoyar a Perón. Entonces, en la segunda elección, opté por Coral, candidato del Movimiento al Socialismo (obtuvo 500.000 votos, una cifra tan impensada como inútil).
      El que yo no creyese en el peronismo, no me impidió nunca percibir la ilusión y la inocencia de la inmensa mayoría de sus adeptos.
      A ellos dediqué mi entrada, a la gente de a pie.
      Un cordial saludo.

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  3. Muy bien escrita tu entrada Arturo.
    Te dejo un beso.

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    1. Teresa:
      Es un tema muy caro a los argentinos. que marca una división profunda y que creo que Perón intentó salvar a su regreso. No pudo ser, no le alcanzó la vida.
      Un beso, también.

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  4. La historia argentina es profundamente apasionante.
    Un abrazo grande!

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    1. Corina:
      Y en este caso en particular, es mi propia versión de los hechos. La unión de todos los argentinos fue posible una vez...
      Un sincero abrazo.

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  5. Si,a veces nos falta un poco de cultura política,pero eso ocurre en todos los países que se vota más con el corazón que con la inteligencia programática.

    Saludos

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    1. José:
      Lo curioso es que a nadie le interesó nunca el programa de gobierno de los candidatos, conscientes de su incumplimiento.
      Y en el caso de Perón, que con su carisma ya ganaba la elección, no se iban a tomar el trabajo de explicar nada, no fuera cosa de desilusionar a ninguno.
      Todos saben que Perón se recostó en la derecha más sangrienta, de ahí el apelativo del título. Y el resentimiento hacia él por parte de los Montoneros aun dura.
      En el medio y sin entender nada, el auténtico peronista.
      Un saludo desde los setenta.

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  6. Si Arturo,conozco la triste historia de los montoneros,son cosas aunque el tiempo trate de borrar jamás lo conseguirá.

    Saludos

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    1. José:
      Por cuanto a esa guerra la viví desde afuera, ya que no comulgaba con ninguno de los bandos en pugna, puedo concluir que los verdaderos perdedores fueron aquellos inocentes que creyeron que con Perón llegaba la solución.
      Y creo que, al principio él creyó que iba a poder hacer las transformaciones que necesitaba el país, en unidad y armonía.
      Pero, cual futuros herederos codiciosos, quienes lo rodeaban se mataron por el botín, antes que por desarrollar a la Argentina.
      En esa época de pleno empleo, las industrias radicadas en San Martín, Provincia de Buenos Aires, eran más importantes que las de Sao Pablo...
      Hoy somos como en el tango "Cuesta abajo", de Gardel y Lepera:
      "Ahora, cuesta abajo en mi rodada,
      las ilusiones pasadas
      ya no las puedo arrancar.
      Sueño con el pasado que añoro,
      el tiempo viejo que lloro
      y que nunca volverá..."
      Es como querer olvidar al Invicto Gardel.
      Saludos.

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  7. Arturo, gracias por tu mensaje, estuve releyendo esta entrada porque tu visión particular de los hechos como dije es encantadora.
    Eso porque a pesar de ser argentino no idealizas a Perón sino que más bien planteas la historia desde una óptica más objetiva.
    Creo que todos los pueblos tenemos nuestros fanatismos y nuestras carencias...
    La década del setenta fue tremenda para los argentinos y para nosotros los uruguayos por todo el contexto político mundial y local.
    Ya sabes las famosas dictaduras... terrible.
    Sigo insistiendo, encantadora entrada.

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    1. Paula:
      Disculpá por la tardanza, este comentario tuyo se me traspapeló. Cumplo ahora con la obligación autoimpuesta de contestar a todas las personas que se dignan a expresar su opinión.
      En la Argentina no todos son peronistas. En rigor de verdad, el peronismo ya no existe como tal, pues poco tienen en común entre ellos los que se identifican con esa idea de movimiento político. Lo único que los caracteriza es la ambición desmedida de poder y sus tendencias antidemocráticas. Son fascismo puro.
      En sus dos primeros gobiernos, Perón persiguió a los comunistas y socialistas; luego, los utilizó para acceder a su tercera Presidencia, solo para echarlos una vez instalado en el poder. La foto que ilustra la nota lo muestra junto a López Rega, su mano derecha y a la vez cabecilla de la tristemente célebre banda parapolicial Triple A, encargada de exterminar opositores internos.
      Cuando una sociedad no tiene un proyecto político inclusivo, que respete a las minorías, se retrotrae a épocas de personajes providenciales, o de dogmas estrictos, por lo que no tiene posibilidades de éxito.
      El escepticismo marcado que se lee en mis palabras, reside en el hecho de haber recorrido toda la gama posible de posibilidades optimistas y de un conocimiento del conjunto de la sociedad argentina.
      Por supuesto, el tema excede largamente esta simple entrada del blog.
      Un beso.

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