viernes, 11 de mayo de 2012

Inconfesable


Lo único que le permitía soportar la rutina aplastante de su trabajo diario era la posibilidad de admirar, subrepticiamente, a la bella Mariú.
La posición que ocupaba su puesto de labores le permitía ver sesgadamente a aquella mujer que lo tenía obnubilado.
Él sabía que ella no le prestaría jamás la menor atención. Es más, no se le ocurría ninguna excusa como para entablar alguna charla informal con ella.
Se pasaba las horas atisbándola, a escondidas, de reojo, con disimulo extremo, para que ninguno de sus compañeros se diese cuenta de su debilidad. Y por supuesto, mucho menos ella.
Día a día le observaba con suma atención la vestimenta y el arreglo del cabello con el que ella reaparecía en la oficina. Le parecía que todo le quedaba genial, que todo ese arreglo lo único que hacía era acentuar aún más su belleza.
Con desasosiego, veía la manera amable y simpática con la que se comunicaba con los demás compañeros de trabajo. En su caso, no había podido entrecruzar más que algún saludo circunstancial, o alguna es-tú-pi-da frase de compromiso, por lo general asociada al clima.
Cada vez que, por cuestiones de trabajo, debía cruzar la oficina, trataba de pasar por las inmediaciones del puesto de trabajo de ella. Así, como al descuido, trataba de aguzar al máximo su sentido del olfato, para regodearse del perfume que ella se había aplicado ese día.
A veces le parecía que ella lo había pillado justo cuando la miraba. Imposible saberlo, ya que de inmediato él tornaba su visión hacia cualquier punto en el infinito, sin pestañear ni girar un milésimo de grado su cabeza; así pretendía simular una concentración mental profunda sobre algún problema intrincado.
Esta situación, de mantenerse, le destruirá los nervios, está seguro de ello.
Sabe que no puede engalanarse para hacerse ver por ella. Los compañeros de oficina serían implacables con sus chanzas y lo pondrían en ridículo. Y al seguir ataviado con estas vestimentas vulgares que a diario utiliza, es imposible que ella pose su atención en él.
Para peor, si llegase a tomar el coraje necesario para intentar una conquista, quedaría en evidencia ante todos y el seguro rechazo de esta mujer lo destruiría para siempre.
Así pasan sus días, sin esperanza y con el consuelo de la visión del objeto deseado. Tan cerca de él y tan lejos a la vez.

­­-Hoy vino sin afeitarse. Se ve que duerme mal, o que trasnocha demasiado. El cabello tampoco se lo arregló demasiado, ya lo lleva largo –pensó.
-Parecería que me pescó justo en el instante en que miraba hacia su lugar de trabajo.
En la fiesta de final de año de la oficina fue el único que no bailó conmigo, aunque me miraba.
De tan tímido, da gusto.
Él no toma esos anabólicos, para rellenar su cuerpo de músculos artificiales; por eso es así: justo en la medida. Esas drogas dan impotencia, además.
Aunque las chicas que lo conocen hayan dicho repetidas veces que es una persona desenvuelta y ocurrente, yo ni le conozco la voz; siempre balbucea un saludo, mientras me esconde su mirada.
Afortunadamente, se viste de manera informal; no hace ostentación alguna con sus prendas, o su calzado.
Me agrada su sencillo reloj.
¿Qué será lo que me hace posar mis sentidos en él en todo momento?; ¿serán sus evasivos ojos color verde o el hoyuelo en su barbilla?
A veces me imagino que está por acercarse a hablar conmigo; pero siempre sigue de largo, hacia cualquier otro rincón de la oficina. De preferencia donde trabaja Etelvina, la solterona. Podría ser que le gustasen las mujeres maduras...
Me acuerdo cuando anteayer fui a la expendedora de café y lo encontré allí: estaba completamente varonil y despreocupado, hasta que notó mi presencia y huyó tras decir una nimiedad. Casi se me cae el vaso de café que tenía en mi mano.
Se hizo la hora de la salida; ya lo veré nuevamente mañana.
En cuanto salga, me iré con mi marido y los chicos, que hoy vinieron a buscarme, para hacer las compras semanales.
       

23 comentarios:

  1. ¡aaay! (suspiro largo)¡que complicada es la vida, Arturo!. La ilusión es algo que nos hace levantarnos cada mañana con las fuerzas renovadas. Nos gusta gustar, valga la redundancia, nos gusta enamorar, y las mujeres, casadas o no, siempre somos muy coquetas ¡qué se le va a hacer! Por otra parte la timidez es un monstruo que nos agarra por el pescuezo en el momento más inoportuno, aquel instante en que es necesario sacar pecho, pavonearse, lucir ufano esos atributos que nos hacen interesantes y deseables al otro sexo. Y entonces nos ruborizamos, nos sudan las manos y enmudecemos (hablo por propia experiencia jaja)y somos incapaces de iniciar una pequeña conversación. Resumiendo: estos seres lo tienen difícil para iniciar un idilio..., pero todo se andará.
    Lo siento, Arturo, siempre te dejo comentarios largos, acabarás odiándome.
    Me encanta como escribes.

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    1. Ángela:
      La vida es así de compleja cuando el miedo al fracaso crea una pared entre lo deseado y nosotros.
      ¿Qué tan imaginaria es esa pared?
      En el dibujo la difuminé (por decirlo de algún modo), para que se notara que no es real. Así también le dí un color rojo intenso al corazón masculino, apasionado y un tono rosa, muy femenino, para representar al coqueto corazón de la dama.
      Nunca sabremos si ella lo aceptaría en sus avances y todo será culpa de la timidez del apasionado y a la vez reprimido.
      Yo no me hubiera quedado con esa duda en mis años de libre disponibilidad.
      Ves, Ángela, ahora quien te atiborra de palabras soy yo.
      Un saludo franco y sin muros molestos.

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  2. Simplemente genial, lograste plasmar dos realidades en un mismo relato.
    Los que tenemos cierto grado de timidez conocemos bien lo que se siente no tener el coraje de dar a conocer nuestro sentimientos, y sólo dejamos la vida pasar.
    Muy bueno Arturo, como siempre.

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    1. Luis:
      Es así como lo dejaste expresado.
      Suele suceder que, pasados unos años y ganado en experiencia, nos damos cuenta de que aquella chica que nos gustaba era accesible, que se nos había sugerido con sutileza, pues no era su rol tomar la iniciativa.
      Un abrazo.

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  3. Dos secretos inconfesable. Uno por timidez y ¿el otro? ¿por fidelidad? Me pregunto que pasaría si él decide dar el paso.
    Con este planteamiento que has llevado tan bien, existen cantidad de historias con distintos finales. Yo sé de uno donde terminaron juntos, y aún los compañeros se preguntan cómo ella puedo fijarse en una persona tan simple, y ¿sabes qué? que fue por su gran corazón.

    Me gustó leerte.
    Besitos Arturo.

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    1. Teresa:
      En realidad, esta historia no parece tener nada de original.
      En cualquier ámbito donde haya cotidianamente un grupo de personas, de ambos sexos, será altamente posible que haya al menos dos personas interesadas la una de la otra.
      El tema aquí es la pared del dibujo (en la ilustración es el elemento central y el más detallado, a la vez que de un trazo tenue, casi invisible): dicho muro representa las barreras intangibles que impiden la relación.
      Entre ellos, los éticos y morales, por caso: terceros que saldrían heridos, o el amor profundo a su pareja, mientras que quien comparte la oficina es un objeto meramente sexual; la timidez -por cierto-, que impide a una persona demostrar su interés, o el prejuicio (ella es casada, no me aceptaría nunca), muestran otras variantes.
      Ese muro es abstracto, no físico. O acaso alguien que desea a la otra persona, no intenta acercarse más allá de la distancia correcta, como al descuido, para ver la reacción.
      Una mujer que apoya como distraída su mano en la rodilla de un hombre, sentados ambos en una reunión grupal y ante una risa generalizada, ¿le dice: vete de mi lado?; o un hombre que, comedido al fin, le arregla un cuello de la camisola desacomodado, ¿le dice a esa mujer: tú me desagradas?
      Esos pequeños gestos marcan una avanzada de receptividad. Fácil es imaginar las reacciones, si hubiese repulsión en el individuo pasivo frente a tales avances sutiles (o no tanto).
      En el texto escrito, parecería que el muro del hombre son sus prejuicios, reforzador por su timidez; ella en cambio, pareciera soñar con un encuentro virtual.
      Hay veces que para explayarme en una idea necesito tiempo y espacio, espero no aburrir demasiado.
      Teresa, te envío un simple saludo afectuoso, de amigo, sin muros por delante.

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    2. La pregunta aquí sería; Arturo ¿te gusta escribir?
      No puedo imaginar el estado de tu teclado, sin letras.

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    3. Luis:
      "Inconfesable" lo terminé hace dos o tres días. La primera parte, contada por el narrador, la escribí de un tirón, hace muchos meses; la segunda se empantanó en la cuarta oración.
      Lo retomé de su lugar: la carpeta de incompletos y lo terminé de inmediato.
      Me llevó poco tiempo de corrección, lo que implica la falta de maduración y enriquecimiento del texto.
      El secreto es que escribo en tres máquinas diferentes: una PC de escritorio vieja, una notebook cuando estoy postrado en la cama y (no le digas a nadie) la PC del trabajo, mientras hago el consabido descanso del mediodía.
      Lo que más tiempo me lleva es la ocurrencia de la idea que, a veces, se presenta mientras manejo el auto; por ello, debo fijarla en la memoria, con sus detalles más significativos, para luego volcarla en un texto escrito. No te imaginas la cantidad de historias que murieron, por presentarse cuando ya me estaba durmiendo a la noche...
      El teclado de la máquina vieja, ya casi no se distingue, como sugerís.
      Un abrazo.

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    4. Te paso mi técnica, cuando estoy trabajando y se me ocurre algo lo grabo en el celular, en casa lo escucho y recupero.
      Un abrazo.

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  4. La ilusión se nos esconde por esa tan acuciante timidez, no nos deja ver la posibilidad de comprobar que en el fondo somos personas atrayentes y locuaces,con una simpatía que engancha.

    Genia historia.

    Saludos

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    1. José:
      Tienes toda la razón.
      Pero esto es como el asunto del huevo del avestruz: todos sabemos que la gallina cacarea cuando pone un huevo y que el avestruz no. Por eso, necesitamos media docena de huevos de gallina -en vez de uno de avestruz- para hacer una exquisita tortilla española.
      Lo mismo sucede con las personas, en especial los hombres; aquellos con mayor calidad interior son los más retraídos, o modestos. Los menos valiosos requieren su constante autopromoción.
      Y adivina: ¿quién atrae más al público femenino? Adivinaste.
      Puedo dar testimonios de esa afirmación.
      Un fuerte abrazo, José.

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  5. Me has hecho pensar: ¡cuánto hace que no voy a un lugar (colegio, trabajo, club, etc) en el cual haya una mujer que desee así! No sé si será bueno, pero en mi caso, lo expreso todo, más allá de las consecuencias.
    Muy bien relatado, Arturo.
    HD

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    1. Humberto:
      No hay verdad más absoluta: no todos lo pueden todo.
      En el caso del hombre, nada sabemos de sus limitaciones, solo algo acerca de sus complejos.
      Y de la dama, nunca sabremos si jugaba a la seducción o simplemente fantaseaba para huir de su cotidianidad.
      Así también se vive, en un estudio de posibilidades.
      Un abrazo, y gracias por el comentario.

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  6. síntesis...si el señor hubiese abanzado la historia sería diferente...
    él se quedó con las ganas por timidéz o cobardía... y en la vida hay que arriesgar
    que ella sea casada ...no implica que no sienta deseos y atracción.
    PERO ME QUEDO MAS TRANQUILA PORQUE SEGÚN EL RELATO MAÑANA SE VOLVERÁN A VER NUEVAMENTE....

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    1. Meryross:
      Infiero que esta situación, alguna vez pasó a alguno de los desprevenidos lectores. Espero también que la hubieran resuelto satisfactoriamente.
      Nadie estaría a salvo.
      Gracias por tu comentario optimista.
      Un saludo sin silencios.

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  7. ME ha gustado mucho. Siempre me entristece que en este tipo de situaciones, que ocurren a diario fuera de tu magnífica pluma, la mayoría no se atreve por vergüenza, timidez...y yo pienso que siempre hay que arriesgarse. Un beso, Arturo.

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    1. Ana:
      Un corazón vacío vive estas situaciones casi con desesperación. Un corazón ya ocupado, en cambio, las vivirá como un juego imposible. El hecho de estar en pareja o no, no hará ninguna diferencia en las aseveraciones formuladas.
      Un beso para ti, Ana.

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  8. Arturo..." Inconfesable "

    Es verdad lo que relatas ocurre de esa manera....sabes que de entre ellos al que nos agrada tratamos siempre de demostrarle que no nos interesa... esquivàndolo o mirando hacia otro lado y por dentro nos derrite su presencia....

    ¡¡¡ Muy lindo con pasos de amor !!!

    un beso

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    1. ¡Muchísimas gracias, Doris Dolly!
      Tu comentario me da alguna certeza en mis pensamientos, o intuiciones, de acerca de cómo siente una mujer. Algo, por cierto, vedado para mi.
      Esa fue la razón principal para que la segunda parte del relato me costase tanto poder escribirla.
      Un beso.

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  9. Dos mundos paralelos en este relato. Se atraen pero no llegan a converger, y lo desean.
    Muy bueno, Arturo, una doble perspectiva de narración que nos demuestra lo amigos que somos de prejuzgar; incluso, de lo poco valientes que somos. Un poco más de arrojo y los dos personajes se encuentran. Pero me gusta el cuento tal cual está (yo tampoco los hubiera acercado).
    Abrazos, amigo Arturo.

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    1. Isabel:
      Desde el punto de vista estructural, el relato asemeja a un espejo extraño, donde las dos imágenes (masculina y femenina) juegan la misma situación, desde posiciones simétricas.
      No quise mostrar una identidad de sentires, por ello, solo sugiero apenas algunos pocos pensamientos en común: ropas de él, las miradas subrepticias de ambos, el supuesto interés hacia terceros por parte de ambos.
      Igualar historias simétricas, es trillado y le quitaría frescura. Tú, que sabes más que yo de estas cuestiones, podrías decir si estoy en lo correcto o no.
      También vaya mi abrazo amistoso hacia ti.

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  10. Espléndido retrato de éste personaje cotidiano y carente de autoestima, de ser un poco más conocedor hubiése notado que bastaba el lenguaje de la vibración, del pensamiento; las palabras salen sobrando ante la emoción amorosa.

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    1. Carlos:
      Todo es posible, cuando uno ha ganado la experiencia necesaria para ello.
      En una oficina, ocupada por varias personas, el entrecruzamiento de sentimientos y afinidades es bastante complejo, lo mismo que las posibilidades.
      En este pequeño ejemplo, solo se describe la experiencia íntima de dos entre ellos.
      ¿Y del resto, qué?
      Si te tomas la molestia de leer "El sapito Balbuena", verás qué fue lo que lo decidió a intentar una relación.
      Desde ya, agradezco tu comentario y presencia en este espacio de pretendido entretenimiento y reflexión.
      Un saludo de bienvenida.

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