martes, 22 de mayo de 2012

Desubicados

Es seguro que al menos una vez, en algún lugar, nos hemos encontrado desubicados.
El indicador más elocuente de tal situación habrá sido el hecho de no habernos sentido a gusto, una advertencia clara de que nos encontrábamos en un ámbito donde no pertenecíamos. Ya fuese porque nos excedía, como por lo contrario.
Es así que, si de casualidad y por alguna razón extraña, resultamos ser invitados a cierto tipo de reuniones, donde el resto de los invitados no resultan gente de nuestra propia condición y costumbres, resultará obvio que al menos alguno —de entre todos nosotros— estará desubicado con relación a los demás.
Se puede verificar que alguna gente, de poca percepción, cree que podrá disimular sus carencias si frecuenta algún espacio público creado para exclusiva gente pudiente. Con ese fin, se trata de mimetizar con atuendos costosos, aunque mal combinados. Por desgracia, lo único que lograrán es que estos potentados los detecten de inmediato y los ignoren o, en el peor de los casos, los miren con desprecio.
Peor les irá si intentan mezclarse con esos autodenominados “intelectuales”. Esta gente los tomará como unos impostores, indignos de pretender el acceso a esas alturas del saber, que ellos frecuentan.
Resultan patéticos aquellos casos donde estos descolocados, una vez que toman conciencia de hallarse fuera de lugar, tratan de remediar esta situación mediante un vano intento por pasar desapercibidos. Su fracaso es estrepitoso.
En cambio, aquellos otros que ni siquiera se dan cuenta de su situación absurda, sólo causan lástima entre los demás, y a veces hasta hilaridad (como el caso retratado con maestría por Peter Sellers, en su personaje de la película “The Party”).
Por su parte, aquellas personas de modales y costumbres refinadas, habrán de sufrir horrores si terminasen en un espacio no apropiado para ellos. Sentirían vergüenza ajena y deseos irreprimibles de huir, no sin antes ajusticiar a quien los metió en semejante antro.
Los ejemplos podrían llegar a ser casi infinitos.
Se podría concluir en que siempre estaremos tras la ilusión de hallar nuestro lugar en la sociedad, tanto como en la vida; y para ello, nuestra búsqueda abarcará tanto el campo de lo material, como las intrincadas reglas de lo social.
Una mente abierta y sana será de gran ayuda en estos casos.
   

23 comentarios:

  1. Eso de hacer el ridículo en un determinado ambiente, quién no lo ha sentido más de una vez. Pero fíjate, Arturo, estoy convencida que el problema no es del desubicado, sino del resto, que no tiene tablas para amparar al intruso (y digo tablas por no decir modales, que quien crea en ambientes exclusivos ya me resulta un maleducado de principio).
    Me hace la etiqueta de este escrito, refiriéndose a Hollywood... Sí, se da en películas, pero también en la vida real.
    Un abrazo.

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    1. Isabel:
      He visto papelones en grandes dignatarios y de ahí para abajo, todos los pelajes.
      Por no hablar de gente que tuve que conocer en reuniones de caras sonrientes y reverencias infinitas frente a zopencos con suerte. Ahí sí que me sentía desubicado.
      Ya desde chico, cuando debía ir a un cumpleaños de una vecina amiga de mi prima, una niña desconocida para mí, tanto como su familia y demás invitados, salvo -claro está- mis primos. Y la lista es larga.
      Y hasta donde sé, a las mujeres no les va en saga la cuestión, cuando deben asistir a una reunión con damas que odian.
      El tema da para largo.
      Un abrazo y sigo en contacto, a través de la lectura de tu blog, un espacio tan interesante como bueno.

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  2. Desubicado como chupete en el ....
    Me pasó varias veces. Para arriba como para abajo, si es que medimos las situaciones nada más que con varas económicas.
    Claro que es como decís: te miran remarcándote que no pertenecés a ellos. Pero las circunstancias me pusieron en esos lugares y la verdad, me importó tres carajos lo que pensaran los demás.
    Eso sí, me rajé ni bien pude. Alguna vez, desapercibido. Otras, recondándoles en la cara lo mucho que me importaban :)
    Peter Sellers fue el mejor.
    Buena reflexión, Arturo.
    Un abrazo.

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    1. Sergio:
      Nos pasa todos los días. Cuando trabajaba en una empresa pública, donde todos éramos más o menos los mismos medio pelo, era notorio cómo se formaban los grupos de afinidad: los recelosos, los chantas, los tímidos, etc.
      Y nunca faltaban los desubicados, que no encajaban en ningún grupo. Ya fuera por carencias o por superioridad.
      Por lo general, las reuniones sociales de trabajo las evito, algo que no hago con aquellas donde me siento con amigos, aunque siempre dependa de mis condiciones de salud.
      Un abrazo.

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  3. hola ARTURO . el tema pasa por como somos a nivel personas con nuestros códigos y principios de vida más alla de lo económico o el estatus . Lo importante es saber adaptarse en cada situación que nos toque vivir ,nadie es ni mas ni menos por el solo hecho de tener dinero o etiquetas. Cada uno puede aportar lo suyo ,es asi como se aprende y se crece.
    buenisimo tu relato
    cariños

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  4. Por supuesto que nadie es más que nadie como ser humano, pero el estatus social existe desde que el mundo es mundo. Ante una recepción de la realeza, o una comida con un premio nobel, por ejemplo; (que nunca se dará el caso), siempre estaremos desubicados; pero dentro de nuestra posición, hay personas que se sienten superiores (para mí muy inferiores en calidad humana) que hacen que otras personas se sientan desplazados. En nosotros está no consentirlo si intentan ridiculizarnos.
    Te contaré una anécdota: Me llamó mi jefe superior al despacho e intentó echarme "la bronca" delante de otro (en algo que no tenía razón), le rebatí en el mismo tono que él, ¿y sabes qué? al día siguiente me dijo que vaya manera de replicarle, que hasta el otro jefe dijo que cómo lo consentía, y yo le dije: Te he contestado en el mismo tono que tú me estabas hablando, ni más alto, ni más bajo. Ante el complejo de superioridad, pagar con la misma moneda. Ya se le bajaron los humos conmigo y con otros compañeros.

    ¡Hala! ya me he despachado a gusto un ratito. Lo importante que me ha encantado leer tu entrada Arturo.

    Besitos y buena noche.

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    1. Teresa:
      Pues del mismo modo actúo yo. Soy una seda con los sedosos y una fiera con los agresivos.
      Por lo general, se me respeta por tener -supongo- alguna autoridad cuando vierto una opinión. De hecho, ya hace muchos años que no me quiero comparar con nadie, pues resulta absurdo. Prefiero compararme conmigo mismo: entre el que creo ser hoy y el que supongo que era siendo más joven. Si la cuenta resultante muestra que hoy mejoré, tengo sobrados motivos para estar feliz.
      Y hablando de anécdotas, mientras estudiaba ingeniería, trabajaba en empresas fabriles. Por tanto debía compartir los momentos de vestuario con los peones y obreros de ese lugar. Yo estaba a mitad del penúltimo año de mi carrera y sin embargo me he divertido en esos cinco minutos diarios como nunca en mi vida, integrado al conjunto.
      Había un muchacho, Fatorell se llamaba, que guardaba en la taquilla dos pares de guantes de boxeo, y para divertirse armaba una pelea en el estrecho pasillo del vestuario, poblado con bancas longitudinales. Una vez, lo hizo pelear a su ayudante, un gordito petizo, contra un flaco alto. De resultas de los guantazos, el ayudante, de nombre Cuenca, andaba revolcado por encima de los bancos, mientras recibía mamporros. El otro lo animaba, al grito de: ¡Dale Cuenca, que ya lo tenés! Todos no podíamos parar de reír, por la escena.
      Esa vez, nadie se sintió desubicado, salvo Cuenca, quizá, que rodaba por entre los bancos y el piso...
      Un besito de la buenas noches.

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  5. Existe un refran que dice " no sirvas a quien sirvió ni pidas a quien pidió" esto me inclina a que el individuo la persona debe saber siempre hasta donde puede llegar.

    La persona puede ser inculto, puede ser pobre pero también puede ser mas rico que todos esos, por tener unos valores y mejores sentimientos para sus congéneres, donde no impera la prepotencia del dinero ni la intelectualidad,solo impera la humildad en esa persona no existe hipocresia.

    Saludos

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    1. José:
      Hace muchísimos años, tuve la oportunidad de aprender -de manera somera- la escala de necesidades de Maslow. Que, para no aburrir, nos daría un diagnóstico del nivel de necesidades satisfechas que tenemos.
      Obvio es suponer que alguien que está en los niveles superiores no podrá sentir de la misma manera que aquel que padece las necesidades más acuciantes.
      En su momento abril de 1983, esa enseñanza me resultó útil. Quien se tome el trabajo de buscar en la blogósfera y leer sus fundamentos, entenderá de qué se trata.
      Un abrazo y hasta la próxima, José.

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  6. Por mi trabajo me toco siempre codearme con todos los niveles, y tuve suerte, siempre me respetaron, tanto los de clase alta (económica por supuesto)y la peonada que vive en la villa, yo no hago distinciones. Infinidad de veces he quedado desubicado pero lo acepte y salí airoso. Espero salir ahora con esto que escribo.
    Un abrazo.

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    1. Luis:
      Me alegro por vos. Aceptar a cada cual como es, significa amplitud de criterio.
      Y para escribir y que te lean, que eso es lo importante, no deberías tener problema alguno.
      Es cuestión de dejar volar la imaginación.
      Un abrazo.

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  7. Realmente Arturo, estas cosas son comunes, y dejan feas sensaciones cuando uno las presencia.
    Por mi parte jamás me he sentido tentada a pretender ser lo que no soy... ni para más ni para menos... y creo que cuando uno es auténtico, es aceptado.
    Sobre todo las personas de clase media, quienes solemos tener buena educación y somos más adaptables a distintas circunstancias, cosa que no sucede con las elites o con los bajos estratos sociales que no se han apropiado de los parámetros culturales para al menos poseer conductas adecuadas frente a situaciones formales.
    -Besitos a vos...

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    1. Paula:
      En mis textos no se hace referencia a la inteligencia. Y si hay algo que aprendí muy bien es a diferenciar al inteligente respecto del inculto.
      Por decirlo con elegancia, he encontrado en mi camino personas de escasos conocimientos catedráticos, gente que por diversos condicionantes jamás pisaron otra aula que la de una escuela primaria y sin embargo, en ellos hallé personas evidentemente sabias. Por el contrario, pude ver con horror gente que de tan ilustrada había perdido por completo la perspectiva, por no decir la razón. Son casos aislados, si uno los mide desde la estadística, pero al estar junto a ellos se transforman en la totalidad de la compañía.
      Por ello, cuídate de estar junto a un zopenco. Porque te hará su compañía un suplicio.
      Te sigo con tus poesías.
      Un beso desde la amistad.

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  8. Cuando no me siento cómoda, huyo raudamente con o sin cómplice que se apiade incluido ;). No resisto el "tenés que quedarte/ir". Y si el desubicado es el otro, me llamo a silencio. Pucha que soy entradora cuando quiero! Nada se disfruta más que rajarse de alguna reunión formal donde la estás pasando decididamente mal y terminar informalmente en un mesita por ahí cervecita negra de por medio hablando de bueyes perdidos, mi especialidad... Saludos van, Arturo!

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    1. Sandra:
      Mi primer trabajo, a los dieciséis años de edad, fue el de disc-jockey en un salón de fiestas familiar; aunque en realidad, lo que me dejaba dinero eran las propinas que recibía por el cuidado del guardarropas de aquel lugar.
      Gracias a ello, he visto de todo en aquellas fiestas. Y como no podía ser de otro modo, tales acontecimientos los registré en un extenso relato costumbrista.
      La formalidad impuesta a gente sencilla es una de las torturas más atroces de imaginar. Ver a viejitas calzar zapatos imposibles, o a hombres de trabajo, con corbatas que los estrangulaban, que los obligaban a cogotear todo el tiempo -entre otras delicias- eran situaciones que no podían pasar desapercibidas para este, entonces adolescente, servidor.
      La cantidad de gente aburrida o desubicada era altísima. Y por tratarse de compromisos familiares ineludibles, no podían retirarse...
      ¡Suertuda!, tenés la dicha de poder tomar una -para mí venenosa- cerveza fría.
      Un saludo, de un abstemio (a la fuerza).

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  9. Yo soy una especie de loba esteparia, así que no tengo mucho que decir sobre el tema.
    Desubicados.
    Supongo que hay personas que, al igual que yo, no se encuentran cómodos entre la multitud, sean de baja o alta alcurnia. Si que es cierto que, a veces, en ciertas reuniones o eventos he encontrado a alguien que, como yo, se movía como un elefante en una cacharrería, torpe, perdido, y entonces nos hemos ido a charlar sobre lo extraña que es la vida y sus entornos. Dos náufragos, una tabla para compartir.
    Por mi trabajo también me toca entablar conversaciones con gente muy variopinta y te aseguro, os aseguro, que me he encontrado de todo: indigentes filósofos, y gente con carrera pero que no saben quien es García Marquez o Pablo Neruda.

    A mi me parece igual de perfecto, como un milagro maravilloso, que tanto un médico se pueda sentir cómodo charlando con un mendigo, como al contrario.

    Bueno, amigo, como es muy temprano pues igual divago un poco, así que perdona si mis comentarios son algo absurdos.
    Un abrazo monumental.

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    1. Ángela:
      Por supuesto, los solitarios nunca estarán desubicados. Es lo que me pasaba a mí cuando iba a ciertas reuniones corporativas y tenía que presenciar las cosas que se ven en esos lugares (a su debido momento haré una historia, del tipo "El congreso", con aquellas experiencias).
      La fuga, a veces, puede ser una opción, tal como dejas planteado.
      Lo peor que te puede suceder es hallarte rodeado de "príncipes obreros" que se la creyeron. Entre ellos, incluyo a funcionarios, comerciantes prósperos o el pobre empleado que recibió una módica promoción laboral.
      En cierta oportunidad, tuve la desgracia de compartir una reunión -digamos- con personajes encumbrados de la industria. Inocente de mí, me dije: ¡qué oportunidad para aprender de estos triunfadores! La verdad, las conversaciones de vestuario entre los obreros de las fábricas, no le iban en saga al nivel de tales exposiciones. Con la diferencia de que aquellos trabajadores menos calificados eran conscientes de sus limitaciones...
      Me despido, con un deseo de que tengas un día maravilloso.

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  10. Si, alguna vez me he encontrado desubicada... Pero lo importante es no olvidar este lema "disfrutar o partir"
    Un abrazo grande Art!

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    1. Corina:
      Es tal cual lo planteas. Pero, a veces el problema, suele ser la mezcla.
      Me explico:
      Estamos en una reunión, digamos de cien personas, solo nos agradan diez de ellas, ochenta nos resultan indiferentes y las diez restantes, son directamente insufribles.
      Convencer a esos nueve con los que simpatizas de seguirla en otro lado suena difícil; es imposible se podría argumentar. Luego solo queda irse solo o con alguno que otro más (que incluya inertes).
      Lo más acertado en estos casos es que sea una sola persona, de tu preferencia sexual, obvio.
      De no lograr ninguna de estas opciones, te mereces estar hasta el amanecer junto a los diez imposibles, por tu zoncera.
      Partir solo, demuestra poca sociabilidad, partir con algunos, se puede interpretar como adaptabilidad, partir en pareja significa un éxito total (al menos en ese instante).
      Un abrazo de amistad, por parte de quien ya no asiste a esos cónclaves.

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  11. Lo peor es cuando estás condenado a estar desubicado porque tienes que asistir a ciertos eventos ó reuniones, que sabes que no son de tu estilo en ningún caso, pero no queda más remedio.
    No existe el factor sorpresa del tipo: ¡"pero de donde ha salido esta fauna"!.
    Vas commo quién va al matadero, sabes que no es tu ambiente, no te apetece estar con ese tipo de gente pero "hay que ir".
    Y cuidadito con las salidas en pareja, que a vista de otros es un triunfo pero algunas veces es un fiasco de puertas para adentro. :)

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    1. Dolega:
      Antes que nada, muchas gracias por tu comentario.
      Lo que dices es completamente cierto,hay veces que estás obligado a presentarte en lugares que no son de tu agrado.
      Por caso, hay reuniones corporativas, donde asiste todo el personal de esa empresa, pareciera que, al hallarte con mucha gente conocida, podrás encontrarte a gusto con aquellos compañeros con los que tienes mejores relaciones laborales, aunque la verdad resulta que lo único en común son las cuestiones relacionadas al trabajo. Imagina: se supone que vas a divertirte y terminas hablando de temas laborales. Un espanto.
      Conclusión: hace años que no voy. Y supongo que habrá el que va pues (aun con todo lo que expliqué) se siente mejor allí que en su casa.
      Un saludo.

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  12. Básicamente va porque hay gente que con tal de figurar es capaz de cualquier cosa.
    Un saludo.
    ¡Y de nada! Tu blog me parece interenate y me gusta.

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    1. Dolega:
      Completamente de acuerdo. Para el que camina de rodillas (y no es promesante) es una oportunidad única. Dan risa y vergüenza ajena. En mi caso, siempre quedé como un hosco, ya que evitaba estar cerca de los mandamás: no sea cosa que se confundan que estamos en una reunión de PARES.
      Un saludo, sin compromisos laborales.

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